Edición:Lumen, 2015 (trad. Ana Mata Buil)Páginas:480ISBN:9788426402141Precio:24,90 €
Con una veintena de novelas a sus espaldas, Anne Tyler (Minneapolis, 1941) está considerada, con justicia, una de las escritoras más importantes de la segunda mitad del siglo XX. Su literatura, que tiene ecos de Eudora Welty, aborda la cotidianeidad de la familia de clase media: los conflictos del matrimonio, las relaciones entre padres e hijos o el hecho de hacerse mayor. Sus historias suelen estar ambientadas en Baltimore, donde reside desde hace más de cuarenta años, y destacan por su dominio del registro coloquial y su habilidad para construir personajes complejos a partir de situaciones corrientes, de una forma que recuerda a autoras como Alice Munro, Elizabeth Strout o Alice McDermott. En su producción destacan tres obras publicadas en los ochenta: Reunión en el restaurante Nostalgia (1982), que la consagró; El turista accidental (1985), galardonado con el National Book Critics Circle Award y adaptado al cine con gran éxito; y Ejercicios respiratorios (1988), con el que obtuvo el Premio Pulitzer, al que ya había estado nominada dos veces. Con su título más reciente, El hilo azul(2015), ha sido finalista del Man Booker Prize y el Baileys Women’s Prize.Siguiendo la frase célebre de Tolstói («Todas las familias felices se parecen; las infelices, lo son cada una a su manera»), se podría decir que Tyler desarrolla en cada novela los problemas (y alegrías) particulares de una familia. En El hilo azul, les toca a Abby y Red Whitshank, un matrimonio de jubilados que comienza a sufrir los estragos de la tercera edad. Sus cuatro hijos, ya adultos, deben tomar las riendas de la situación y hacerse cargo de ellos, al mismo tiempo que tratan de sacar adelante a sus propias familias. Los dos hijos varones deciden instalarse en casa de los padres, lo que los incomoda a todos: a los ancianos, porque perciben la intromisión en sus vidas y les duele aceptar que las cosas no volverán a ser como antes; y a los jóvenes, porque la convivencia hace salir a la luz las viejas rencillas entre los dos hermanos. Uno de ellos, Denny, es el hijo «rebelde»: de jovencito se escapó de casa y se ha convertido en un hombre huraño, que apenas habla de sus relaciones o su trabajo con los suyos.En esta ocasión, los grandes temas —el hecho de hacerse mayor, la forma en la que la familia se adapta a esta situación, la naturaleza independiente de Denny y los entresijos de las relaciones entre hermanos— recuerdan a los ya planteados en otras de sus novelas, como Reunión en el restaurante Nostalgia, donde también hay unos hijos que se enfrentan al progresivo deterioro de su madre y, además, uno de ellos tiene un carácter difícil, que le hace chocar con uno de los hermanos y lo mantiene un tanto alejado del núcleo familiar. Con todo, El hilo azul está lejos de ese brillante ejercicio de introspección que es Reunión (a su lado, los retratos de los hijos están un poco descompensados, con mucha atención a Denny, en detrimento de los otros tres, que tienen una caracterización más superficial). En un determinado momento, además, se produce una muerte inesperada que da un giro a la trama y pone la mirada en el modo en el que los protagonistas canalizan la pérdida (otro tema habitual en su obra, como en la mencionada Reunión o El hombre que dijo adiós).Aunque la historia transcurre en el siglo XXI, algunas partes están dedicadas al pasado del clan Whitshank y, en concreto, a los inicios de la relación entre Abby y Red, por un lado, y a los padres de Red, por el otro, que fueron los que se afincaron en Baltimore. El padre de Red, constructor de profesión, edificó la casa en la que aún reside el matrimonio, una casa que deviene símbolo de la estirpe de los Whitshank. El interés por el pasado no es anecdótico, puesto que permite poner el presente en perspectiva y comprender mejor por qué las relaciones familiares han llegado a ser lo que son ahora —sin ir más lejos, el libro se abre con la escena en la que un jovencísimo Denny se escapa de casa, en los años noventa—, lo que incluye el descubrimiento de algún secreto que irrumpe con fuerza en las vidas de los afectados. En el fondo, El hilo azul es una novela que nos muestra cómo es una familia cualquiera, qué esconde detrás de su imagen serena, cómo nacen las complicidades entre sus miembros, cómo afronta la adversidad. Todo ello, con una ternura muy lúcida.
Anne Tyler
Tyler, que narra en tercera persona, escribe con un tono cálido y ameno, aderezado con un suave sentido del humor, que ahonda en el lado emocional de los conflictos más que en los hechos, y consigue que los personajes inspiren empatía. En sus novelas no hay estridencias ni grandes aventuras, sino que muestra la evolución paso a paso, siguiendo el hilo —qué oportuno— de los acontecimientos rutinarios con realismo y atención al detalle, porque, en la literatura de Tyler, las pequeñas acciones son las que tienen sentido, las que dan lugar a aquello que afecta a las personas e influye en su comportamiento. En apariencia, sus obras pueden parecer sencillas, como una charla apacible con un familiar que te pone al día de los cotilleos del pueblo; pero su capacidad de observación dota de profundidad esa nada cotidiana hasta convertirla en un poderoso corpus literario. El hilo azul, pese a no alcanzar el nivel de sus grandes obras, es una buena novela en la que vuelve a demostrar por qué es una de las pocas autoras capaces de convertir cualquier historia en literatura extraordinaria.