Probablemente hacer tres películas donde no las había habrá sido un éxito comercial para Peter Jackson, pero dudo que le ayude a que recordemos esta saga como algo similar a ESDLA. Da la sensación que Jackson, que empezó la trilogía con muy buen pie, ha llegado a la meta con el piloto automático puesto. El principal problema que tiene esta entrega es que no pasa nada que nos interese realmente. Mucha batalla, poca emoción. Y eso es terrible si estamos hablando de un desenlace que se ha cocido durante tantas y tantas horas. Por más que se fuerce, por más ejércitos que se junten, estamos viendo fuegos artificiales: te entretienen, son muy bonitos… pero, en el fondo, no estamos celebrando nada.
Lo mejor: Martin Freeman ha sido un gran hobbit.
Lo peor: esta entrega enturbia una saga que empezó de fábula.