Revista Cine
Todos sabemos cuál era el problema (a priori) de El Hobbit: el empeño de Peter Jackson en convertir un libro de alrededor de 300 páginas en tres películas de (suponemos, vista la primera entrega) unas 3 horas cada una, lo que daría un guión de unas 500 y pico páginas (recordemos que una página de guión equivale a 1 minuto en pantalla). Y ése, precisamente (a mi entender) es el gran problema de este nuevo comienzo de trilogía: de alguna manera se ha hinchado el material gracias a las notas y apéndices de Tolkien, lo que depara que durante varios tramos de la película, ésta se haga algo plúmbea.
Pero El Hobbit es un filme con un ritmo marcado por los altibajos, y junto a esas secuencias que deparan bostezos (todas las que transcurren en la casa de Bilbo salvo el momento en que los personajes cantan, las que atañen a Rivendel y la mayoría de los diálogos de los enanos, que para mí son algo así como los Ewoks de George Lucas: aportan poco a la trama, salvo chanzas y escaramuzas), junto a esas secuencias, insisto, hay otras impecables, que demuestran el oficio y el talento de Jackson (el prólogo, los tres trolls junto al fuego, la caverna de los trasgos, el orco Azog y sus súbditos, y especialmente la secuencia entre Bilbo y Gollum, ese yonqui del poder con doble personalidad). En cuanto al nivel técnico, y pese a que no me entusiasma el 3D, Jackson y su equipo se han superado a sí mismos: El Hobbit no se ve, se vive; uno se introduce en las cavernas, siente la oscuridad y avanza junto a los protagonistas en su camino. Tampoco debemos olvidar que El Hobbit es una historia “pequeña”, más bien modesta, y por tanto carece de la épica de la trilogía de El Señor de los Anillos: quien empiece a comparar, se equivocará; es la misma liga, pero no el mismo partido.
Mi veredicto es el siguiente: hay que verla, por supuesto (y las siguientes entregas, conociendo la obra del director, serán superiores a ésta), es una película espectáculo con ratos tediosos. Pero sugeriría que, cuando saliera la edición en dvd, en vez de hacer una edición extendida como ocurrió con ESDLA, Peter Jackson hiciera una edición reducida: es la única manera de mejorarla. Y no lo digo en broma.