Sabato: Usted conoció a Davobe, también era un tipo raro, ¿no?
Borges: Eran dos hermanos: Julio César y Santiago, muy distintos. Creían o simulaban creer que Morón era un lugar rarísimo. Mark Twain decía que a él no lo asombraba nadie en el mundo porque siempre había vivido en el Mississippi. Los Davobe decían lo mismo respecto a Morón. Pero, claro, me parece que en el Mississippi había más gente, ¿no? Santiago admiraba tal vez a unos pocos escritores: Poe, Cervantes, Maupassant… pero en el fondo no creía demasiado en la palabra escrita. Sin embargo, me dijo una vez que él tenía facilidad para escribir una gran novela por vivir en Morón, en donde se daban todos los tipos de humanos.
Sabato: No es una idea equivocada. Morón es un microcosmos que puede dar lugar a una gran novela. No hay temas chicos ni temas grandes: hay escritores chicos y grandes. Cézanne pinta una manzana y hace una obra memorable. Otro cualquiera pinta una Crucifixión y es un mamarracho. La mesa que tenemos delante, según quien la mire, puede ser la cosa más extraña del mundo. Para uno puede ser casi nada, para otro, como Berkeley, puede implicar el cuestionamiento de la realidad entera. Es claro que hay muchos que no conciben la escritura sin recorrer el mundo. Pero en la época de Homero no había aviones, y con trirremes y cosas por el estilo no se podía ir muy lejos. Kafka no salió de Praga, casi, y fue un simple empleado.
Barone: Es que una obra de aventuras no necesariamente la escribe un aventurero.
Sabato: El arte es casi siempre un acto antagónico, y un hombre detenido puede tener mucho más imaginación que otro que recorre el planeta.
Borges: Recuerdo el caso absurdo de un holandés que se vino para escribir una novela de galeses de la Patagonia. ¿Cómo sabía que le iban a interesar, de antemano? Posiblemente le habrían interesado más sus vecinos de hotel. Sin embargo insistió en viajar y en proponerse ese objetivo.
Diálogos de Borges y Sabato
Compilados por Orlando Barone
1974-1975
***
Muchas de sus novelas se desarrollan en esa parte de París, el XVI, cerca de Trocadero, que no tiene nada de especial. ¿Por qué?
Por eso, porque no tiene nada de especial. Muchos lo consideran un típico barrio burgués. Pero no es así del todo. Tiene una parte de barrio anónimo, banal, sin monumentos históricos, donde uno puede imaginarse cosas. En otros barrios parisinos te sientes bloqueado por la historia. En Trocadero y sus alrededores uno puede observar las calles y la gente que las habita de una manera un poco onírica. Es un barrio donde, en determinadas calles, la gente desaparecía mucho. Como le he dicho, yo lo he comprobado con las guías de teléfonos. Hay una suerte de movilidad extraña. Es un barrio burgués, pero tiene su lado extraño… Luego están mis propios recuerdos de infancia y adolescencia…Todo es un poco confuso. Yo no conozco Madrid, pero estoy seguro de que en Madrid debe de haber barrios así…
Patrick Modiano
Entrevista con Antonio Jiménez Barca
El País, 16 de mayo de 2009
Foto: El aduanero Rousseau
Los cuadros más célebres de Henri Rousseau representan escenas selváticas, a pesar de que él nunca abandonó Francia ni vio una jungla.