Revista Opinión

El “holocausto ideológico” franquista; Puigdemont, ese “genio” que dice volver y Juventud por el Clima (“No tenemos un PLANeta B”)…

Publicado el 17 marzo 2019 por Santiagomiro
El “holocausto ideológico” franquista; Puigdemont, ese “genio” que dice volver y Juventud por el Clima (“No tenemos un PLANeta B”)…Prisioneros de las Brigadas Internacionales en el campo de concentración de San Pedro de Cardeña (Burgos). Abajo, el periodista, Carlos Hernández. El “holocausto ideológico” franquista; Puigdemont, ese “genio” que dice volver y Juventud por el Clima (“No tenemos un PLANeta B”)…

Carlos Hernández de Miguel, periodista e investigador, publicó esta pasada semana “Los campos de concentración de Franco” (Ediciones B), en el que muestra el ‘holocausto ideológico’ de Franco, quien abrió 296 campos de concentración por los que pasaron casi un millón de españoles. Se trata de un exhaustivo estudio del sistema represivo creado por los golpistas del 17-18 de julio de 1936. Así lo expresa en una investigación, aunque luego se suavizara en algunos aspectos, “hasta después de la muerte del tirano en noviembre de 1975”. “En la España de Franco -nos recuerda Hernández- no hubo cámaras de gas. Tampoco se ideó una 'solución final' para acabar con los judíos o con los gitanos. No. La España de Franco tampoco ideó un plan para invadir a los países vecinos ni vistió de rayas a sus prisioneros. Franco no era Hitler. Pero había similitudes. En la España de Franco lo que hubo fue un ‘verdadero holocausto ideológico’. ‘Una solución final contra quienes pensaban de forma diferente’ ”. Alejandro Torrús explica en Público cómo nacieron los campos de concentración franquistas, apenas 24 horas después del golpe de Estado, como parte de un “plan preconcebido por los sublevados”, con el objetivo de “sembrar el terror y eliminar al adversario político”. El propio general Franco dejó dicho que, en una guerra como la que vivía España, era preferible “una ocupación sistemática de territorio, acompañada por una limpieza necesaria” que una rápida victoria militar “que deje al país infectado de adversarios”. El primer paso para ejecutar esta limpieza fue la creación de campos de concentración. El impacto de esta orden de Franco, sin embargo, fue limitada. Cada general quiso hacer y deshacer en sus respectivos campos de concentración. En ellos, no había prisioneros de guerra. No. Había “forajidos”, “hordas de delincuentes” y “animales”. El franquismo negó a sus enemigos hasta los derechos de la Convención de Ginebra. 

El “holocausto ideológico” franquista; Puigdemont, ese “genio” que dice volver y Juventud por el Clima (“No tenemos un PLANeta B”)…       Prisioneros haciendo el saludo fascista en el campo de Concentración de Irún en Guipúzcoa¿Pero cuántos campos de concentración hubo en la España de Franco? Hay dos respuestas a esta pregunta. La primera respuesta la aporta Carlos Hernández, autor también de la obra ‘Los españoles de Mauthausen’: “Solo hubo uno y se llamaba España. La nación entera, a medida que fue siendo conquistado su territorio por las tropas rebeldes, se fue convirtiendo en un gigantesco recinto de concentración. Un recinto en el que, inicialmente, todos sus internos eran culpables”. La segunda respuesta la aporta el mismo autor con su investigación exhaustiva de los últimos tres años: 296 campos de concentración repartidos por todo el Estado, con Andalucía y la Comunidad Valenciana a la cabeza de este ránking de la infamia. El primero de ellos, de hecho, se abrió apenas 48 horas después del golpe de Estado en Zeluán, a unos 25 kilómetros al sur de Melilla, en el antiguo protectorado de Marruecos, donde comenzó el golpe. Belén Remacha, escribe en Eldiario.es, que Franco creó en España un centenar más de campos de concentración de los que se creía hasta ahora. “La investigación del periodista Carlos Hernández documenta 296 en total, a partir sobre todo de la apertura de nuevos archivos municipales y militares. Por los campos fueron entre 700.000 y un millón de españoles que sufrieron ‘el hambre, las torturas, las enfermedades y la muerte’, la mayoría de ellos además fueron trabajadores forzosos en batallones de esclavos. Y estuvieron abiertos desde horas después de la sublevación militar hasta bien entrada la dictadura”.
El “holocausto ideológico” franquista; Puigdemont, ese “genio” que dice volver y Juventud por el Clima (“No tenemos un PLANeta B”)…Los prisioneros abarrotan el campo de concentración habilitado en la plaza de toros de Santander.También, el campo de fútbol del Viejo Chamartín, donde jugaba el Madrid, se convirtió en uno de ellos. Y el Stadium Metropolitano, donde el Club Atlético de Madrid disputaba sus partidos, hasta 1966. Y las plazas de toros de la mayoría de localidades del país, como la de Las Ventas (Madrid), la de Alicante, la de la Manzanera en Logroño o la de Baza, en Granada, igualmente convertidas en campos de concentración. Muchos edificios religiosos fueron utilizados con este fin. “El número de víctimas directas supera con creces los 10.000 y el de indirectas es incalculable, si tenemos en cuenta que los campos fueron lugar de tránsito para miles y miles de hombres y mujeres que acabarían frente a pelotones de fusilamiento o en cárceles que, especialmente, en los primeros años de la dictadura, fueron verdaderos centros de exterminio”. El primer objetivo de estos campos, además de infundir el terror a toda la población, era clasificar a los cautivos. Para ello, se creó una suerte de tres categorías: “asesinos y forajidos o enemigos de la patria española”, que debían ser fusilados o condenados a largas penas; los “bellacos engañados”, que podían ser “reeducados mediante el sometimiento, la humillación, el miedo y los trabajos forzados”; y, por último, los “simples hermanos”, considerados 'afectos' al Movimiento y que eran liberados o incorporados a las filas del Ejército franquista. Los fusilamientos, de hecho, se produjeron sin ningún tipo de control durante los primeros meses. Los campos sirvieron como lugar de “reeducación”. Carlos Hernández recuerda cómo “Franco apostó por eliminar a los irrecuperables y tratar de sanar al resto mediante el sometimiento, la humillación, la propaganda y el lavado de cerebro”. 
El “holocausto ideológico” franquista; Puigdemont, ese “genio” que dice volver y Juventud por el Clima (“No tenemos un PLANeta B”)…    Prisioneros del campo de concentración instalado en las caballerizas del Palacio de La Magdalena (Santander), haciendo gimnasia.En estas condiciones, los presos eran obligados a formar un mínimo de tres veces al día, cantar el “Cara al sol” y otros himnos franquistas y rendir honores a la bandera rojigualda, haciendo el saludo fascista a la romana. Asimismo, en los campos se impartieron diariamente dos horas diarias de charlas de adoctrinamiento con temas como Errores del marxismo, Los fines del judaísmo, La masonería y el marxismo o El concepto de España imperial. “En los campos de concentración se reflejó claramente la identificación absoluta de métodos y objetivos entre esta institución, los golpistas y la posterior dictadura. En noviembre de 1939, de hecho, Franco ordenó cerrar la práctica totalidad de los campos de concentración. De la noche a la mañana numerosos recintos pasaron a depender de la Dirección General de Prisiones o de otras instituciones”. En algunos de ellos se evacuó a quienes no habían sido juzgados y solo permanecieron los internos que cumplían condena. En otros establecimientos, por el contrario, solo se procedió al cambio de denominación oficial. Los ciudadanos que consiguieron abandonar el campo de concentración con vida tampoco alcanzaron la libertad definitiva y real. Cientos de miles de hombres y mujeres siguieron siendo prisioneros durante décadas en las localidades en las que residieron. “Un buen porcentaje de ellos volvieron a ser detenidos, encarcelados o fusilados tras ser sometidos a nuevos procesos judiciales. Quienes estaban en edad militar tuvieron que hacer la 'mili de Franco', iniciando un nuevo período de cautiverio y trabajo esclavo. Todos, casi sin excepción, permanecieron para siempre vigilados y marginados social y económicamente: los empleos y los nuevos negocios fueron solo para quienes habían combatido en las filas del Ejército vencedor”, concluye Carlos Hernández. La guerra había terminado. Pero, ahora comenzaba una vida de pobreza y miseria.
El “holocausto ideológico” franquista; Puigdemont, ese “genio” que dice volver y Juventud por el Clima (“No tenemos un PLANeta B”)…     Prisionero menor de edad, comulgando en el campo de concentración de Aranda de Durero.

La Iglesia jugó un papel fundamental en esta tarea 'reeducativa'. “A diferencia de lo que ocurría con la figura del médico, la del capellán nunca se echó de menos en estos recintos. Generalmente con el mayor de los ardores, los sacerdotes lanzaban agresivos y amenazantes sermones a los prisioneros y ejercían de profesores en las clases patrióticas”, relata Carlos Hernández. El informe redactado por el teniente coronel Pedro Cagigao, máximo responsable del campo de concentración de El Burgo de Osma, llegó a la mesa de Franco: “¡Espectáculo soberbio! ¡Cuadro imponente de una magestad (sic) y grandeza que solo puede verse en la España del Caudillo, el de 3.082 prisioneros de rodillas, con las manos cruzadas y discurriendo entre ellos diez sacerdotes que distribuían la Sagrada Forma!”. El franquismo, en los primeros años de la dictadura, caminaba imparable hacia la victoria total sobre el enemigo: cautivo, desarmado y arrodillado ante la cruz.  “Es la foto que representa lo que fueron los campos de concentración durante el franquismo”, explica Carlos Hernández de Miguel. De esa época, de la obsesión del nuevo régimen implantado tras la Guerra Civil por convertir a todos los presos republicanos en fervientes católicos, se conserva en la Biblioteca Nacional una foto que simboliza todo el horror de los campos, de la represión. Un joven menor de edad, rapado y en los huesos, encerrado en Aranda de Duero (Burgos), es obligado a comulgar de rodillas. Su mirada se pierde en dirección al suelo, y en su rostro se dibuja esa sumisión ideológica perseguida por la maquinaria de Franco.

El “holocausto ideológico” franquista; Puigdemont, ese “genio” que dice volver y Juventud por el Clima (“No tenemos un PLANeta B”)…
Los prisioneros abarrotan el campo de concentración habilitado en la plaza de toros de Santander.La comunidad autónoma que más campos albergó fue Andalucía, pero hubo por todo el territorio: el primero fue el de la ciudad de Zeluán, en el antiguo Protectorado de Marruecos, abierto el 19 de julio de 1936, y el último fue cerrado en Fuerteventura a finales de los años 60. El 30% eran “lo que imaginamos estéticamente como campos de concentración, es decir, terrenos al aire libre con barracones rodeados de alambradas. El 70% se habilitaron en plazas de toros, conventos, fábricas o campos deportivos, hoy muchos reutilizados”, explica Hernández. Ninguno de los presos había sido juzgado ni acusado formalmente ni siquiera por tribunales franquistas, y pasaron ahí una media de 5 años. Sobre todo, eran combatientes republicanos, aunque también había “alcaldes o militantes de izquierdas” capturados tras el golpe de estado en localidades que cayeron en manos del ejército franquista. En noviembre de 1939, meses después del fin de la guerra, se cerraron muchos campos, “pero lo que sucede realmente es una transformación”, relata el periodista. “La represión franquista era tan bestia y tenía tantas patas que evolucionó en función de las circunstancias. Franco, aunque aliado con Italia y Alemania, quería dar una buena imagen ante Europa, quería emitir una propaganda de respeto de los derechos humanos. Por eso, oficialmente, los campos terminan, pero algunos perduran durante mucho tiempo”. El último oficial, también el más longevo, fue el de Miranda de Ebro (Burgos), que duró de 1937 a 1947. Después hubo lo que Hernández denomina “campos de concentración tardíos”, creados durante los años 40 y 50 y con denominaciones ya distintas. Fueron el de Nanclares de Oca (Álava), La Algaba (Sevilla), Gran Canaria y Fuerteventura, estos dos últimos para prisioneros marroquíes de la guerra del Ifni y cerrados en el 59. Durante el resto de la dictadura siguieron quedando vestigios: por ejemplo, en 1966 se clausuró la Colonia Agrícola Penitenciaria de Tefía (Fuerteventura), en la que se encarcelaba y “reeducaba” a homosexuales.

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Prisioneros haciendo el saludo fascista en el campo de concentración de Irún, en Guipúzcoa.  Biblioteca Nacional.

Según Hernández, hay que “rehuir” la comparación que parece inevitable con los campos nazis. Primeramente, porque “al lado de Auschwitz, de millones de víctimas en la cámara de gas, cualquier crimen brutal parece menos crimen”. Y, en segundo lugar, porque el sistema franquista era muy diferente: así como en la Alemania nazi todo estaba más o menos estructurado y los dividían entre los de exterminio directo y los de exterminio por trabajo, los españoles eran mucho más heterogéneos y todo más “caótico”. Los campos de Franco variaban mucho en tamaño, y la suerte y destino de los prisioneros dependía en muchos casos de las decisiones del propio oficial, que los había más y menos sanguinarios. La segunda parte del libro de Hernández consta de testimonios de víctimas. Quedaban pocos supervivientes que pudieran contarlo, pero el autor conversó directamente con media docena de los que fueran presos en uno o varios de los casi 300 campos de concentración. Todos ellos han fallecido en los últimos tres años. Durante muchas décadas “ha habido vergüenza y miedo. Mucho de lo recuperado por Hernández parte de publicaciones elaboradas durante la Transición y de documentos familiares.

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Este hombre ¿es un genio?El segundo tema de este domingo se basa en la cascada de bajas en el PDeCAT por el ‘golpe de mano’ de Puigdemont. Andreu Claret lo apunta en sus mini crónicas catalanas: “¡Este hombre es un genio! Lo digo en serio. Puigdemont es un genio. ¿Qué no darían muchos por tener un guía espiritual que permita desayunarse cada día con una propuesta de rompe y rasga? Aquella que el enemigo no se esperaba. Que los periodistas ignoraban. En la que nadie había pensado. Una propuesta que ha ocupado telediarios y abrirá portadas. Me presento a las elecciones y volveré a Catalunya amparado por la inmunidad del acta de eurodiputado. ¿Cómo no se le había ocurrido a nadie? ¿Es posible? ¿Será detenido? Qué más da. Con Trump hemos aprendido que lo importante es lo que se dice cada mañana, no lo que va a hacerse al día siguiente. Es el signo de los tiempos líquidos actuales y el alimento de las redes. Si cuela, bien, y si no, también. Lo importante no es hacer el muro con México, sino que se hable de él. Así se acalla a esta joven e insensata senadora hispana de Nueva York que quiere hablar de las cosas del comer. En tiempos de crisis de todas las certezas, disponer de hombres así es un must. Es un tipo listo. Lo digo en serio: hasta ahora le ha ganado unas cuantas batallas al Estado para regocijo de sus seguidores. ¡Qué juicio ni qué leches! Mientras sus antiguos compañeros de gobierno se pasan el día en el Supremo, él irá a Madrid a jurar, o prometer, y luego se tomará unas tapas y volverá a Barcelona con el AVE. Puede incluso que se pase por las Salesas si el juicio todavía no ha terminado. ¿Quién da más? Triple win cantan sus fans en las redes. Si resulta posible, será el acabose. Si no, se armará la de Dios en el Parlamento europeo (creen los indepes). Y, last but not least, Junqueras touché. Todo el protagonismo para él. ¿No me digan que no es genial? ¿A dónde lleva todo esto? ¿Ayuda a sacar los presos de la cárcel? ¿Acerca la República? ¿Permite salir del atolladero? Preguntas de la vieja política. En la nueva, lo que cuenta es el sarao que se ha organizado durante todo el día. Con un nombre; Carles Puigdemont”.
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Por su parte, cargos del PDeCat han declarado que “Puigdemont ha dinamitado la democracia en el PDeCAT. 
Por su parte, cargos del PDeCat han declarado que “Puigdemont ha dinamitado la democracia en el PDeCAT. Para empezar, el consejo nacional fue convocado con solo 12 horas de antelación. Y no para votar las candidaturas, sino para comunicarles quiénes serían los integrantes de las mismas. De ahí que de los 440 miembros del consejo solo asistiesen 176. Y como no había el quórum mínimo, según los estatutos, hubo que esperar más de media hora a que hubiese gente suficiente”. Tan solo 24 horas después de la imposición de los candidatos, alrededor de dos centenares de militantes se dieron de baja del partido, alegando su descontento con las decisiones de Puigdemont: “No se puede permitir que un señor que solo piensa en sí mismo se pase por el forro todas las normas democráticas”, dicen las fuentes.
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La idea, según Raimundo Castro en Cuartopoder, es elemental. El 21-D le salió bien la estrategia de anunciar que volvería a Catalunya si salía elegido con la táctica del ‘si me votáis, regreso’. Era decir que le echaba valor y se presentaba en Barcelona a encabezar el nuevo Govern a pesar de la amenaza de ser detenido por su condición de prófugo de la justicia española. El 21-D, ese anuncio fue demoledor y modificó todo lo que anunciaban las encuestas de una cómoda victoria de ERC. Junts per Catalunya superó a los de Oriol Junqueras por sólo 11.000 votos, pero suficientes para ser la fuerza mayoritaria del independentismo y reclamar la presidencia de la Generalitat, que recayó finalmente en Quim Torra por expreso deseo de Puigdemont, ante la imposibilidad de conseguirla para él mismo como pretendía desde Waterloo. Altos dirigentes de ERC reconocieron a quien escribe que incluso dividió a sus familias, vista la posibilidad de retorno del ex presidente desde su exilio, dispuesto a dar la cara. Muchos votantes de ERC apostaron por Puigdemont, aunque los dirigentes consultados matizan que fue por su figura personal como expresident, no por apoyar a los neo-convergentes entre los que se incluía el PdeCAT. Y el batacazo de los republicanos no fue mayor, reconocen, porque ganaron a los comunes, a la filial de Podemos, en las zonas urbanas de Catalunya, especialmente en Barcelona.
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       Roger Torrent, President del Parlament.
“Sin embargo -concluye Raimundo Castro-, pese a su victoria, Puigdemont no volvió. Y eso fue lo que animó a Junqueras a librar definitivamente el pulso por el liderazgo dando la cara en el juicio del Procés mientras el expresidente continuaba refugiándose en el exilio de Waterloo. Aunque Puigdemont ha dicho este martes en RAC-1 que, si es elegido eurodiputado, podría conseguir su acta de parlamentario europeo sin acudir ante la Junta Electoral Central en Madrid y que regresaría a Catalunya, aprovechando la inmunidad que le otorgaría su condición de eurodiputado, contando siempre con el visto bueno del Parlamento europeo. Y, pese a que todavía no habrá sentencia del Tribunal Supremo contra los condenados del procés, enarbolará la bandera de ‘la más que posible dura y escarnecedora condena de los presos’, como señalan, para oponerla a su estrategia de elegante amago de retorno. Lo harán cuidadosamente y centrándose más, a un tiempo, en lo político, en la necesidad del diálogo y el entendimiento con el Estado y postulando el “no” a los frentismos, cuya espiral consideran que fortalece al frente unionista. Y decididos a conseguir ampliar la base de los partidarios del derecho a decidir y la independencia dialogando, al tiempo, de nuevo, con Pedro Sánchez si, como desean, continúa siendo presidente del Gobierno central. El ex president, de momento, se acoge al reglamento del parlamento europeo y destaca que la recogida del acta en Madrid “no es algo físico y hay precedentes de que no ha sido así”. Incluso ha recordado que, en el Parlament, se puede acceder al acta de parlamentario firmando un documento. ‘La última palabra la tiene Europa, no la Junta Electoral central’, ha matizado. Aunque añadiendo que cuando consiga el acta dispondrá de inmunidad en toda la Unión Europea y aprovecharía para volver a Catalunya ‘salvo que el Estado se arriesgue a que le apliquen el artículo de expulsión de la UE’ por vulnerar la legislación comunitaria. En todo caso, ERC correrá de boca en boca que no lo deja claro. ‘No afirma que volverá pase lo que pase; y podrá seguir en Waterloo según le convenga’, aseveran en privado porque no quieren que se agudicen las tensiones que generan grupos próximos a Puigdemont que les llaman traidores, especialmente al president del Parlament, Roger Torrent, a quien consideran que será el candidato de ERC en las próximas elecciones catalanas y quieren desgastarlo para que no acabe con su carisma tras desbancarle electoralmente”.
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Juventud por el Clima, en Madrid.

Nueve mil personas participaron en la manifestación del viernes en Madrid, según Juventud por el Clima, gritando frente al Congreso “Ni un grado más, ni una especie menos” o “Podéis engañar a los votantes, pero no a la atmósfera”. Gritos en favor de una concepción ecologista de la política, cargada de conciencia de clase y de que es la economía feroz y las políticas públicas (o su ausencia) las que evitan que los gobiernos cumplan con las exigencias de la supervivencia de un planeta. Abundaron consignas como “Si se cargan el planeta, huelga general”; “¿Dónde están, no se ven, los votantes del PP?”; “Ni un grado más, ni una especie menos”; “Este sistema es una mierda”; “A-anti-anticapitalistas”; “No tenemos un PLANeta B”… Distintos partidos de izquierdas se dejaron ver en la manifestación: Más Madrid y Equo, IU, Podemos y Anticapitalistas. También el PSOE ha apoyó la convocatoria.Fotomontajes e imágenes sorprendentes de esta última semana:El Concurso por la propuesta política más nazi e inmoral está “on fire". El PP propone en una ley de maternidad RETRASAR la expulsión de las mujeres sin papeles SI DAN A SUS HIJOS en adopción.

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La nueva política de C's consiste en fichar tránsfugas del bipartidismo o a empresarios de relieve como Marcos de Quinto, exvicepresidente de Coca-Cola, su número 2 por Madrid. 
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De Quinto es un fichaj estrella de Rivera que se suma al de la abogada gitana y representante en el Consejo de Europa, Sara Giménez, que será la número 3 por Madrid. Marcos de Quinto, al fondo, junto a Rivera y a Girauta.
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Vox, contra las matrículas gratuitas.
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Así es.
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El cambio climático y el calentamiento global, en España.

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Los estudiantes usan una carroza de carnaval que representa a la activista ambiental sueca Greta Thunberg durante una huelga para exigir acciones contra el cambio climático en Dusseldorf, Alemania.

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En Londres, los manifestantes participan en la protesta contra el cambio climático, organizada por el movimiento 'YouthStrike4Climate'.
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En París, los jóvenes participan en una manifestación de 'huelga juvenil para actuar sobre el cambio climático'.
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 En Londres, los manifestantes participan en la protesta contra el cambio climático, organizada por el movimiento 'YouthStrike4Climate'.
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El humor en la prensa de esta semana: El Roto, Peridis, Vergara, Manel F., Pat, J. R. Mora, Fenner, Malagón, Salazar…

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Pep Roig, desde Mallorca: En el mundo perdido, La basura dominante, ¡Idò!, Electorando, Fantasías perversas, Que se prohíba el “Yelow submarine”…

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Los vídeos de esta semana:Los campos de concentración de Franco

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