Revista Salud y Bienestar
Estamos en Filadelfia (EEUU)… En una lluviosa noche de la primavera del año 1963…Una niña de 5 años no consigue dormir, motivo por el que despierta a su padre, Maurice Hilleman, quien no tarda en comprobar que su hija tiene fiebre y esa típica cara de hámster propia de los enfermos con paperas… Sirva decir que Maurice era el jefe del departamento de investigación de nuevos virus y de Biología celular en los laboratorios Merck, motivo por el que el asunto no consiguió quitarle el sueño, como tampoco mermar su tranquilidad…Tras volver a acostarse todos, Maurice se obstinó en pensar lo importante que sería lanzar una vacuna contra la parotiditis, una enfermedad que:-. Aunque no constituye un gran problema para la población infantil, puede sin embargo ser peligrosa en adolescentes y adultos, fundamentalmente a través de las intensas orquitis que produce, cuando se complica…-. Y aunque ya existe una vacuna para este mal, la verdad es que no resulta del todo eficaz…Maurice se levantó de nuevo y fue hasta el laboratorio, adónde se proveyó del material necesario para, volviendo a su casa, extraer muestras de la garganta de su hija, que puso a buen recaudo…Su vacuna se autorizó en 1967 y nuevamente en 1971, en el contexto de lo que se dio en llamar “la triple vírica”, (en combinación con la de la rubeola y el sarampión).En los medios se conoce a Maurice Hilleman como al “hombre de las 40 vacunas”, ya que fueron más de 40 (entre humanas y animales) las que investigó y que hoy, en mayor o menor medida, le debemos a este hombre, más que a ningún otro investigador en el mundo. Para que se hagan una idea: de las catorce vacunas que hoy le administramos a nuestros hijos, nueve fueron creaciones suyas…Alcanzó a ganar el premio Lasker, aunque no el Nobel que, sin lugar a dudas, había merecido… ¿Y por qué no le premiaron con el galardón de la academia sueca?… Seguramente porque en 1990 Andrew Wakefield aseguró que su triple vírica producía autismo, algo que la comunidad científica tardaría 20 años en desmentir, esto es: lamentablemente cinco años después de su muerte…