La Pantoja un día que salió de permiso
A finales del siglo XIX, el doctor Frederick Treves descubre en una feria ambulante que una de las atracciones es "El hombre elefante", donde se exhibe como una quimera de feria a un pobre hombre con unas deformidades enormes que hacen que sea visto y tratado como una monstruosidad.El buen doctor consigue llevarlo a un hospital para tratar de estudiarlo, y allí comprende que bajo esa apariencia siempre se ha escondido un ser humano y que cuando se le empieza a tratar como lo que es -una persona- el resultado es sorprendente y John Merrick -que así se llama- se desvela como un ser amable, inteligente, sensible e incluso refinado.
La fama llega a todos los rincones del Reino Unido, pero las consecuencias no serán las esperadas...
Merrick era un especialista en sombras chinescas
Ya sabéis que Lynch y yo nos retamos a duelos al amanecer bastante a menudo, pero como no soy un tipo rencoroso, decidí darle una oportunidad a una de las películas suyas que me faltaban por ver y que posiblemente es considerada como "menos extraña" que otras de sus obras.
Y esta vez Mister Lynch, tengo que reconocer que usted me ha convencido con esta película.
Y tal vez sea porque es la menos turbadora de cuantas he visto del autor inglés (con permiso de Una historia veradera), en la que menos utiliza recursos oníricos y metáforas visuales tan de su agrado.
La razón principal de esta película es la perversidad del ser humano ante lo desconocido, ante lo diferente y el afán de destruirlo antes siquiera de comprenderlo. Aunque por el otro lado también deja bien a las claras que hay personas bondadosas que hacen que uno recupere la fe en la humanidad aunque sea momentaneamente. Pero también saca uno la conclusión de que si los gilipollas volaran, no veríamos el sol.
El cabrón del circo
La dirección es muy buena y lleva el guión con un ritmo de lo más adecuado, no dejando que el espectador se distraiga.El uso de la música me ha sorprendido para bien. Acostumbrado uno que está a que Lynch la use como un elemento distorsionador y/o hipnótico, un servidor agradece un uso más común y acertado de la misma.En cuanto al reparto, lo primero que me llamó la atención es que Anthony Hopkins también fue joven, y que no nació con el pelo blanco ni interpretando a abuelos, viejos maestros, padres de protagonistas o dioses nórdicos con más años que matusalén. Y el tío ya daba muestras de ser un grandísimo intérprete.
Pero el que se lleva la palma es John Hurt, irreconocible bajo el maquillaje para caracterizarle como John Merrick, dota a su personaje de una credibilidad muy alta, con una interpretación nada sobreactuada y consiguiendo que uno se encariñe con el protagonista. Tiene un mérito encomiable porque sus posibilidades expresivas estaban muy limitadas.
¿Lo véis? Hopkins también fue joven.
Como curiosidades, la película está basada en un personaje histórico que vivió en la segunda mitad del siglo XIX en Inglaterra, Joseph Merrick, cuya vida se encuentra bastante bien reflejada en la cinta que hoy nos ocupa, incluso después de su muerte se conservó su esqueleto que hoy se encuentra en el museo del Royal London Hospital. Pueden conocer más sobre este señor pinchando AQUÍ:Esta vez no habrá pelea con Mister Lynch, su película me ha satisfecho bastante, pero ya no pierdo de vista la vieja caja de madera donde guardo mi pistola de los duelos al amanecer...
Y con esta entrada quiero recordar a C. que ayer nos dejaba inesperadamente. Hasta siempre, amigo mío. Ya te estamos echando de menos.