Deje en casa mis sonrisas y mi alegre risa. No soy una mujer, soy un hombre. Soy un hombre con cara de mujer. Soy una mujer con mente de hombre. Todo el mundo lo dice. Y se sin sombra de esperanza que el destino de toda mujer es ser espejo y cebo, sirviente y juez, la terrible Radamanta para la cual el hombre ha de actuar, pero cuyo juicio no es humano, la vagina dentada y el osito de peluche que ganara si pasa la prueba.
Me marche -siempre femenina, como dicen los hombres- y llore mientras conducía, y llore a un lado de la carretera (porque no veía y podía estrellarme), y aullé y me retorcí como solo se hace en los romances medievales, porque el coche cerrado de una mujer es el único sitio donde puede estar sola (si no esta casada) y el aullido de una loba se extiende por el mundo, y el mundo lo encuentra cómico. Si vuelven a hablarme de vestidos bonitos me suicido.
No hay vuelta atrás una vez que se ha leído el libro. Joanna Russ pone el dedo en todas las llagas. El machismo retrogrado, la sensiblería repulsiva, el status quo que escribe en letras de oro que una mujer debe ser abnegada, sensible, reprimida. Leyes escritas por El Hombre, obviamente. Joanna Russ lo dice mejor en el siguiente párrafo.
Lastima, nunca se pretendió que nosotras lo oyéramos. Nunca se pretendió que nosotras lo supiéramos. Nunca debieron enseñarnos a leer. Luchamos por abrirnos paso a través de un entorno masculino constantemente refractario; nos arrancan el alma con tal choque que ni siquiera sangramos. Recuerda: no quería y no quiero ser una versión "femenina", ni una versión diluida, ni una versión especial, ni una versión secundaria, ni una versión auxiliar, ni una versión adaptada de los héroes a quienes admiro.
Quiero ser los propios héroes.
Prosa brutal, incontenible, contestataria, pero el libro no es "Los monólogos de la vagina dentada", hay una historia de ciencia ficción debajo de todo esto, Janett Eveson (donde Eveson significa Hija de Eva, no porque eso signifique foneticamente, sino porque les da la maldita gana) es una habitante del planeta Whileaway (juego de palabras intraducible que significa "pasar el rato").
En este mundo parecido a la Tierra ocurrió un terrible cataclismo, o al menos eso cuenta Janett quizá para esconder una terrible verdad a la ingenua mente de nuestros congéneres terrestres, en Whileaway no hay hombres, todos ellos murieron, se convirtieron en el abono de un tierra mas fértil y pacifica, donde mediante los estudios avanzados en genética es posible la recombinación de genes entre mujeres. Donde las niñas son separadas de sus "madres" a los cinco años para ser entrenadas en todos los trabajos manuales, donde en la pubertad se les permite vagar en grupos para recorrer el mundo y conocerse a si mismas. Una extraña, hermosa y agridulce utopía.
Mediante manipulación cuántica las científicas de Whileaway abren un portal a nuestra Tierra, eligiendo como embajadora a Janett Eveson, no es la mas inteligente, o mas bella integrante de ese mundo, ¿y porque habrían de enviar a la mas bella?, las mujeres de ese mundo entienden que hay cosas mas importantes que la envidia o la vanidad.
Eventualmente cuatro mujeres se reúnen, Janett, Joanna (!una versión libre de la escritora del libro!, rompiendo el cuarto muro), Jeannine, una hermosa y reprimida muchacha neoyorquina, y Jael, una asesina de un mundo alterno llamado Womanland (Si, Mujerlandia, donde también existe el continente de Manland, u Hombrelandia). Entre las cuatro proponen un evento que cambiara sus mundos.
Es fácil odiar sus ideas, y hasta a la propia Joanna Russ, es también excepcionalmente fácil amarla, depende solamente del lector, que tan enraizados tenga sus prejuicios, que tan arraigadas tenga sus preconcepciones del mundo.
PROS: Prosa enérgica, contundente, escrita con las tripas, el corazón y los ovarios. Feminismo rabioso y una fuerza desconsoladora.
CONTRAS: Es difícil ser hombre y no ofenderse con algunas cosas. Pero al recordar toda la mierda que le hemos obligado a padecer a la otra mitad de nuestra especie, no podemos dejar de pensar que nos lo merecemos.
RESUMEN: Genial libro feminista, con buena ciencia ficción. Joanna Russ da una cachetada con guante de cota de malla a todo lector masculino. Pero se agradece por la bella y tristisima prosa.