Artículo completo en el Diario de la Bahía de Cadiz
Griffin se quita los vendajes de la cabeza, revelando que es invisible, lo cual provoca el pavor de las personas presentes. Cuando intentan atraparlo, el hombre logra escapar sin ser visto, ya que se quita la ropa...
Tendría doce o trece años la primera vez que vi la película "El hombre invisible" de James Whale, y me impactó tanto, que durante una buena temporada se incorporó a mis juegos, a mi imaginación y a mi forma de explicar muchas cosas.
Cuando en un suelo mojado aparecían las huellas de unas pisadas, unas veces, sabia que eran del hombre invisible que andaba delante, sin sombrero, sin vendas en la cara, sin guantes..., que seguro iba o venía de cometer alguna fechoría, otras sólo me imaginaba la desnudez invisible de un paseante.....
Unos años más tarde, una amiga gallega relacionaba la edad como factor de invisibilidad, mantenía/ mantiene, que la invisibilidad de la mujer,- yo creo que también la del hombre-, llega cuando se llega a esa edad en la que tomando algo en una de esas noches locas, pasas inadvertida a los ojos ansiosos del cazador nocturno, o diurno.
Luego está la visibilidad funcional, es decir la visibilidad en función de lo que alguien puede "sacar" de la otra persona. Si no se puede dar más relevancia a esa persona o personajillo, o no te sitúas en la clack de "palmeros", simplemente no existes.
Las personas que se dedican, o tienen aspiraciones, a los asuntos públicos, tienen la tendencia de crear invisibles, van por la calle con la sonrisa Profiden en la boca, que parecen el logo de Cádiz, saludando a diestro y siniestro, hasta a las columnas del Ayuntamiento les dirigen la sonrisa, pero sin ver a nadie. Una de ellas, hasta tres veces en dos semanas, se presentó a una ciudadana diciendo, "encantada de conocerte, a ver si un día tomamos un café" y luego al cruzarse con ella en la calle Pelota sigue sin saludar, otra invisible.
La invisibilidad social y la invisibilidad lingüística, que al fin y al cabo el lenguaje no deja de ser un reflejo de lo social. De cómo entre todas la personas conseguimos, por ejemplo, que la mujer quede al margen de la historia, del relato diario de lo cotidiano, da lo mismo, simplemente por la corrección gramatical.
Recorremos las calles, todos los días en la misma casapuerta vemos un bulto, creemos que es una persona. En el cajero automático o simplemente en la acera, inmóvil, con la mirada perdida, con la boca semiabierta. ¿Nos atrevemos a mirar a los ojos? Normalmente no, ¿Nos atrevemos a preguntar como se llama? Aún menos. A lo más, dar unos céntimos sin leer el cartón donde pide sólo comida. Desde algún poder público incluso los hacen desaparecer, les pagan billetes de ida a no importan dónde, les hacen invisibles.
Sabemos que a poca distancia, a veces a pocos metros, personas se juegan su vida porque les han contado que aquí se vive mejor. Sabemos que el viaje que emprendieron, algunos andando a través de medio África; pero queremos que sean invisibles, ponemos cuchillas asesinas en alambradas y acto seguido nos vamos a rezar, eso si, a nuestro Dios que no es el suyo, en nuestra Obra que es Santa.
Algunas veces, como hace años, me tapo los ojos con las manos, me escondo detrás de una cortina y grito en silencio !no estoy¡ ; pero recuerdo que para ser invisible, Griffi, se quitaba la venda de la cabeza, se quitaba el sombrero y la ropa y entonces .......