Hay casualidades que me encantan, como el que le hayan dado el premio Príncipe de Asturias a Leonardo Padura nada más escribir la primera parte del comentario sobre uno de sus libros. Creo que fue al día siguiente, si no me equivoco. Que conociéndome, me equivocaré.
En el anterior post sobre este libro ni siquiera aludí al nombre del narrador. Es Iván. El escritor cubano que conoce al anciano que ama a los perros. El anciano que empezó luchando por la dignidad de los hombres, por sus ideales, pero que deja de ver a las personas como tales convirtiéndolas en mártires de un ideal, de un sueño. ¿Quién es este hombre? El español Ramón Mercader, el asesino de Trostki. Ambos, Trostki y Mercader son hombres que aman a los perros. Ambos, como digo, dedican su vida a un ideal, aunque hay algunas diferencias entre ellos. Davidovich es el ideólogo traicionado, que ama la gloria y el poder; un hombre que ha sido reconocido. Ramón es un joven que se mueve sólo por obediencia, fe y odio; se deja manipular y deshumanizar, y le gusta el poder. A Davidovich también le gusta el poder pero es más humano, siente culpa. Ramón, al final de su vida se da cuenta que ha entregado a la causa "su nombre y su libertad de decisión." Siente desprecio, asco y se da cuenta de la sangre inútil que se ha derramado; ya anciano no existe, vive con un grito continuo en los oídos y la certeza de haber sido una marioneta.
Iván es el más humano de todos. Siente miedo y culpa por haber callado, pero no es ambicioso. Es"el individuo al que le toca perder". Podríamos ser cualquiera de nosotros. El que sufre el traslado de un sueño a otro escenario: Cuba.
Al final todos han vivido como perros, y los perros nunca preguntan nada.
Stalin, el personaje que siempre se siente durante todo el libro, es el que piensa por todos los demás. el que que tiene por norma que los demás sólo obedezcan y ejecuten, en vez de actuar. Implanta el terror, y "el fin justifica los medios". Es el que se aprovecha de los idealistas para implantar la dictadura. Sólo él tiene la verdad, y tiene una misión que cumplir, caiga quien caiga. Utiliza a Yagoda el gran ideador de torturas, para llevar a cabo procesos "judiciales" tremendos, impresionantes. Pero Stalin va también a por él, y es torturado, humillado públicamente, y muere "como un perro".
Estos párrafos me parece que resumen perfectamente la esencia del libro:
...había aprendido que la verdadera grandeza humana está en la práctica de la bondad sin condiciones...
...y mucho menos practicar la engañosa filosofía de obligar a los demás a que acepten nuestros conceptos del bien y de la verdad porque (creemos) son los únicos posibles, y además debemos estar agradecidos porque les dimos aún cuando ellos no lo pidieran.
...me satisfacía pensar que algún día el ser humano podía cultivar esta filosofía sin los traumas de la obligatoriedad, por pura y libre elección, por necesidad ética de ser solidarios.
Aquella era la crónica misma del envilecimiento de un sueño..sino al de muchas personas arrastradas- sin ellas pedirlo, muchas veces sin que nadie les preguntara jamás sus deseos...por la furia de sus patrones- disfrazados de benefactores, de mesías, de elegidos...
Si dije en la otra parte del comentario que la novela empieza situándonos en los albores de la Seguna Guerra Mundial, al final Padura haciendo un fantástico resumen de una ruptura histórica, la ruptura con el mundo por el que había luchado Ramón Mercader, nos sitúa en la época de El Gran Desencanto.
Y después de todo esto...pienso en el título de mi blog y digo: pues incluso en estas páginas de vidas tan difíciles aparece el "vínculo mágico".