En el pasado, ciudades como Madrid vieron con sus propios ojos como espectáculos de lo más variopinto buscaban reunir al mayor público posible. En esta ocasión vamos a viajar hasta finales del Siglo XIX cuando aterrizó en la Villa y Corte un italiano que se ganaba la vida corriendo contra todo aquel o aquello, que se atreviese a retarle.
Achilles Bargossi era apodado “La locomotora humana”, esto ya nos hace una idea de cuales eran sus aptitudes. Nacido un 22 de abril de 1847 en la localidad de Forlí, muy pronto descubrió su impresionante resistencia física y sus dotes atléticas, así que se planteó exprimirlas al máximo convirtiéndolas en un modo de ganarse la vida. Sus carreras o espectáculos le llevaron a recorrer países como su Italia natal, Francia o Argentina, donde falleció en 1885. Como podéis imaginar, en su periplo por el globo también pasó por España y por supuesto, por Madrid.
El desafío de Bargossi en esta ciudad tuvo lugar un 24 de agosto de 1882 en la desaparecida Plaza de Toros de Goya, donde actualmente se encuentra el Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid. La apuesta era sencilla, el italiano decía que era capaz de aguantar más rato corriendo que cualquier caballo que le pusieran enfrente, y que en caso de no ser así, él mismo abonaría de su bolsillo la cantidad de 2.000 reales al que le ganase. La únicas condiciones que ponía eran que la carrera se desarrollase en círculos y que durante el transcurso de la misma el caballo siempre debía mantenerse al trote, sin aumentar ni disminuir el ritmo de su carrera.
El órdago de Bargossi causó una gran sensación en Madrid y hasta el coso taurino se acercaron casi 10.000 espectadores, ansiosos de ver el duelo entre el ser humano y el equino. Después de un “aperitivo” en forma de carrera de exhibición protagonizada por la mujer y por el hijo de Bargossi, todo quedaba en familia, empezó el esperado reto a las 16:45 horas. La pregunta que os estáis haciendo todos a estas alturas es simple ¿Y quién ganó? Pues seguid leyendo un poquito más.
Resulta que a eso de las 19:15 el cuadrúpedo que iba montado por un tal Antonio Aláez pareció cansarse de seguir dando vueltas en círculo sin ton ni son y optó por detenerse ante la mirada incrédula de los espectadores. Gardossi, aunque había dado tres vueltas menos, lo había vuelto a hacer, una vez más el hombre se imponía al caballo. Las crónicas de los periódicos de la época no dudaron en alabar las excepcionales cualidades del italiano del que decían “es un andarín de primera fuerza y de una resistencia a toda prueba”. Así fue, hace 132 años el paso del “hombre locomotora” por Madrid, otro de los sorprendentes capítulos que encierra esta maravillosa ciudad.
Retrato de Achille Bargossi.