Estos días hemos asistido una resurrección del arte del perfil que ha acabado con la designación como candidato al señor Sánchez, el de la segunda lista más votada, por primera vez en la historia de la democracia en España. El presidente del partido más votado optaba, una vez más, por
intentar confundirse con el paisaje. Nos tenía ya acostumbrados, la verdad, pero esta vez lo ha llevado a su máxima expresión. Se ha permitido decir “pasapalabra” al monarca del país al que tanto dice respetar pero que ha tratado como al pescadero del barrio diciéndole “Jefe!, pasa el
turno al siguiente que a mi ahora mismo no me apetece”. Pues eso mismo le ha pasado, al rey no le debe haber gustado demasiado el desplante. Supongo que de tener éxito Sánchez,
llorará amargamente como Boabdil en Granada. Todo por rehuir lo que por lógica electoral y responsabilidad política se esperaba de alguien que decía ser candidato a presidir un gobierno, intentar formar gobierno o marcharse a casa a hacer ganchillo (espero que me regale una bufanda). El tiempo empieza a contar ahora (aleluya!), nos ponemos en marcha. Es el momento de poner un poco de ganas, sentido de estado y responsabilidad para intentar desatascar esta situación en la que habíamos caido.
El comportamiento del excandidato-Houdini es algo que (si es que no lo teníamos
claro) debiera decirnos mucho sobre la catadura moral de un personaje que parece vivir en su mundo y todavía no ha asimilado (al igual que el resto de su partido) que el gobierno no le pertenece en propiedad y que si lo pierde será por méritos propios, porque nadie quiere acercarse a él ni para pedirle la hora después de haber gobernado desde el plasma y el desprecio, sin capacidad de dialogo esta última legislatura.
Este hombre ha optado por su táctica de toda la vida, la de ponerse de perfil. La táctica de sentarse quietecito y en silencio en una
butaca, al solecito agradable del invierno este que no llega, con una bolsa de palomitas XXL a ver pasar el cadáver de su enemigo. Apalancado
en aquello de yo o la nada, sin llegar a plantearse siquiera que no es imprescindible y puede que, si no espabila, el féretro político que pase sea el suyo propio. Ahora que parece que se le ha aparecido la Santa Compaña por su despacho en la calle Génova en forma de investigaciones judiciales, igual ha de temer que alguien esté pensando en la redecoración de los aposentos presidenciales.
La verdad es que no parece que estubiese capacitado para poder formar un gobierno y no tengo ni idea si el monarca ha tenido en cuenta los sucesos recientes (debiera). Con todos los escándalos diarios que se van sucediendo, la imputación de su partido por el asuntillo de Bárcenas, con el Partido en Valencia en manos de una gestora para intentar parar un poco la podredumbre, con 9 de cada 10 concejales del ayuntamiento de Valencia “investigados” (el 10º es independiente) y todo un rosario de
corrupción propio de la
“La corte de los milagros” no sería acertado encomendarles el gobierno de un país decente. Lo que no se es como no se le ha ocurrido a la fiscalía soñar con la remota posibilidad propia de la ciencia ficción y el “no lo verán tus ojos” de inhabilitar el partido en base a la
Ley Orgánica 6/2002 de Partidos Políticos, dado que la corrupción y el blanqueo en el partido parece generalizada
Compromís ya lo ha solicitado pero me parece que va a ser como si lloviese. Lo que es evidente es que
el Partido Popular no puede gobernar mientras esté inmerso en todo este maremagnum judicial por puro respeto a la apariencia de justicia o por asegurarnos que no van a destruir prueba. Ya sabemos como parece que se las gastan después de la aventura de Pepe Gotera y Otilio con los discos duros de los ordenadores de Bárcenas, que a estas horas debe estar partiéndose la caja de la risa .