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Película - por Pilar Alonso
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John Ford (1894-1973) está considerado como uno de los mayores directores de cine de la historia. En su haber figuran películas como La diligencia, Río Grande, Mogambo, El hombre que mató a Liberty Valance o Las uvas de la ira, y a lo largo de su carrera obtuvo 4 Óscars a la mejor dirección, uno de ellos precisamente por El hombre tranquilo, que también consiguió el de mejor fotografía (además de otras tres nominaciones).
Ambientada y rodada en Irlanda, El hombre tranquilo narra el regreso a su pueblo natal de Sean Thornton (John Wayne), un boxeador que ha pasado la mayor parte de su vida en América. Viene dispuesto a comprar la pequeña propiedad en la que nació y para ello deberá enfrentarse a Red Will Danaher, también ansioso por adquirir dicha propiedad. La situación se complica cuando Thornton, que ha logrado hacerse con el terreno, se enamora de Mary Kate Danaher (Maureen O’Hara), una pelirroja de gran carácter y hermana de su enemigo. El hombre tranquilo es una historia sencilla, ingenua en ciertos momentos, serena y absolutamente deliciosa. Los personajes son maravillosos, entrañables, incluso los secundarios, que están soberbios. La fotografía, con esos espectaculares paisajes irlandeses, no hace sino aumentar la sensación de placidez que nos acompaña durante todo el film.
No hay duda de que se trata de una cinta amable, en la que incluso las diferencias entre católicos y protestantes se tratan sin saña, en el mismo tono en el que se sitúan otras escenas que hoy serían impensables, como cuando John Wayne arrastra a Maureen O’Hara por medio pueblo.
Magníficos diálogos, magníficas interpretaciones y magnífica película.