“Normalmente
la vida se limpia por su entrega a los poderes del futuro, y de estos provienen
los temas o tareas a cumplir (…) La vida sana, a medida que avanza y penetra en
el futuro, se limpia del pasado. El obsesivo queda prendido en este pasado que
flota sobre él, abrumándole (…) Su conducta es como una defensa frente a esa
amenaza, defensa imposible porque ella emerge del trastorno fundamental que
extirpa el futuro” (J. J. López Ibor, Psiquiatra(1))
“Todo lo que se hace se hace por
algo, en vista de algo (…) Lo que nos importa es ser, existir mañana —vivir es
pervivir—; lo demás es haber vivido. Por eso (…) el recuerdo es la carrerilla
que el hombre toma para dar un brinco enérgico sobre el futuro” (Ortega y Gasset[2])
[1]
J. J. López-Ibor: “La angustia vital”, Madrid, Paz Montalvo, 1969, pp. 150-151.
[2]
Ortega y Gasset: “En el centenario de una Universidad”, O. C. Tº 5, p. 464.