Por: arquiPARADOS
Lo que ahora van a leer es una texto en tono humorístico, en ningún
caso pretendemos ofender a nadie. Gracias
En las
antiguas tierras de Hispania, habita el Homo Arquitectónicus la especie que hoy
nos ocupa y nos preocupa
El HA, como
nos referiremos a él a partir de ahora, nace abruptamente de las entrañas de su
madre, unifica en forma y función
todas las características propias de su progenitor el Homo Sapiens más, añádele
a éste, cualidades especiales para desgranar la materia construida, en planos,
volúmenes, intersecciones y configuraciones pseudoespaciales imperceptibles a
priori, por el ojo inexperto o no arquitectónicamente desarrollado.
Se cría y
crece en, para y por el espacio que lo rodea y envuelve, espacio que existe
pero que a la vez es hetereo y onírico. Pues de la sensación misma de
espacialidad se alimenta e intuye en su temprana psique sus cualidades
metavolumétricas y su habilidad innata para construir castillos de arena en la playa, de aquellos polvos estos lodos, y
el joven HA crece y acude a las altas esferas del conocimiento arquitectónico a
beber del manantial infinito y eterno del movimiento moderno, desde este
momento, hasta su muerte futura, sagrado
y consagrado hasta la sepultura.
Venerará a
una única divinidad, que es una y trina al mismo tiempo, pues la misma
divinidad se expresa en tres personas a la vez y al mismo tiempo, estas son: Wright, Mies y Le Corbusier, este
último si cabe más poderoso que los otros dos en gran parte debido a sus gafas
redondas.
El HA,
habiendo sufrido lo impensable y lo improbable, sale de la universidad con
fuerte capacidad para trabajar de noche y alta resistencia al sueño, por lo que
desarrolla cierta visión nocturna, perdiendo a su vez cierta visión diurna. A
partir de ahora, se caracterizará por su capacidad para manejar la luz y los
espacios, y empeñarse en explicarnos la cualidad, cantidad y calidad de los
mismos, usando frases que comúnmente incluirán palabras incomprensibles pero totalmente justificadas en sentido y
sentimiento, a la par que en finalidad y causa, por lo que, si un edificio para
sus ojos, no apreciara relevancia alguna, puede estar sin saberlo ante una
metáfora de libertad del mismísimo alma humana, que recreara en sus huecos y
voladizos (ventanas y balcones) el ritmo de la poética prosa del hombre
hambriento del saber inalcanzable.
Dada la
extraordinaria unicidad de este espécimen, nos vemos obligados a llamar a su
protección y conservación obligatoria, catalogándolo en categoría CR, es decir,
en peligro crítico, al borde de la
extinción. Su situación actual es adversa, por adversa que es, que servidor
que les habla, en vez de a la profesión que le debe causa dedicarse pudiera,
aquí les narra una historia cualquiera.
El Homo
Arquitectónicus. Escrito por arquiPARADOS para ARQUITECTITIS. www.arquiparados.com
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