[Continuación del post ¿El homosexual nace o se hace? (1)]
Veamos qué datos dignos de análisis tenemos para poder determinar si el homosexual nace o se hace. Hablando de aspectos estrictamente neurocientíficos y dejando a un lado la psicología y la educación, podemos apuntar con bastante rigor científico que hay indicios cerebrales que determinan la orientación del deseo. Según explicaba Simon LeVay en su libro "El cerebro Sexual" (1995), la "homosexualidad es una expresión, consecuencia de un centro cerebral más pequeño (el INAH3) en los hombres homosexuales que en los heterosexuales". A pesar de todas las críticas que LeVay recibió (y eso que él se declaró públicamente homosexual), sus investigaciones han resistido y se han consolidado dentro de los avances científicos. En palabra de Adolf Tobeña: "Los datos de LeVay han aguantado bien y han sido confirmados incluso por algunos de los grupos competidores que inicialmente se mostraron más escépticos, de manera que ahora aparecen en buena parte de los grandes tratados de neurociencia" (A. TOBEÑA, 2005, pág. 44).
Además, por suerte, la naturaleza nos ha ofrecido diferentes “experimentos naturales” que se pueden analizar sexológicamente, de los cuales podemos obtener conclusiones bastantes esclarecedoras para completar de manera científica el tema que estamos tratando. Según estos experimentos, la orientación sexual del deseo erótico (al igual que la identidad y muchos otros caracteres sexuales) parece que queda determinada en algún momento de la sexuación cerebral prenatal, entre el 4º y el 7º mes de embarazo, por acción de las hormonas. Vamos a detallar estos experimentos:
A) Síndrome de Turner: Este síndrome consiste en mujeres con un solo cromosomas X en el par sexual (en vez de XX, como suele ser lo habitual). Son chicas, por tanto con identidad femenina. Sus ovarios no se desarrollan de forma completa y por tanto sus niveles hormonales en general, son muy bajos. Su sexuación cerebral va paralela a este bajo nivel hormonal general. Pues bien, lo que nos dicen los datos de los que disponemos, es que entre estas chicas no tenemos casos de lesbianismo. Hablando en términos sexológicos, no sienten atracción erótica hacia las mujeres, lo que hubiese requerido una masculinización del centro cerebral de la orientación.
B) Síndrome adrenogenital: Este síndrome se refiere a un grupo de trastornos hereditario de las glándulas suprarrenales. La peculiaridad de este síndrome, es que dichas glándulas fabrican testosterona en una cantidad superior a lo habitual. En un feto varón no van a producir interferencia en sus procesos de sexuación (la testosterona suprarrenal, se suma a la producida por los testículos, y en todo caso acentúa la sexuación en masculino). Sin embargo, cuando se trata de un feto femenino, a partir de formarse los genitales internos, habrá una presencia de testosterona superior a la esperada. Según esto, cabría esperar en estas chicas un mayor grado de "lesbianismo". Pues los datos, no parecen ir muy desencaminados. Estas chicas dan unos niveles de lesbianismo por encima del grupo control. En esta línea, son diversos los autores que nos indican, cómo estas niñas muestran una conducta más masculina en los juegos infantiles, y un mayor nivel de atracción por personas de su mismo sexo, con mayores probabilidades de ser lesbianas o "bisexuales", en terminología del autor. (HERSHBERGER, 2004)
C) Insensibilidad a los andrógenos: Este experimento natural, nos sitúa ante una sexuación cerebral sin captación alguna de hormonas masculinas. Lo relevante no es tanto la presencia o ausencia de esta hormona en una determinada cantidad, sino la incapacidad del sujeto de asimilarlas, al carecer de los receptores adecuados. En los casos de insensibilidad total, nos encontramos con mujeres con una identidad femenina inequívoca (a pesar de que sus cromosomas son XY), debido a una sexuación completamente femenina. En el plano de la orientación del deseo, la sexuación erótica debería ser la atracción hacia los hombres. Pues bien, eso parecen indicar los datos. Todas estas mujeres son heterosexuales y no tenemos datos de que entre ellas haya casos de lesbianismo.
Con todos estos datos, podemos concluir con bastante rigor científico, que hay suficientes indicios para poder asegurar que, por un lado, la orientación del deseo erótico tiene muy poco que ver con la voluntad de los individuos, siendo una CONDICIÓN y no una opción. Y por otro lado , que la educación, el ambiente y los estímulos son factores muy poco relevantes a la hora de que se determine la orientación del deseo erótico de un individuo, a diferencia de la genética y las hormonas. Vamos, que el homosexual (al igual que el heterosexual) no se hace, sino que NACE.