Revista Cultura y Ocio

El Hotel de José Henrique

Publicado el 05 marzo 2019 por Ispamaga @is_ma_ga
Vivir es pasar de un espacio a otro sin golpearse.
George Perec

Algo más importante que la locura es el espacio que nos encierra en ella. El espacio empieza en palabras trazadas que manchan una página en blanco y al mismo tiempo se inventa; el espacio logra que esa locura tenga un lugar donde estar, donde ser. Un hotel es un establecimiento que está pensado en otorgar servicios de alojamiento, de manera temporal, a personas que buscan un cobijo en su tránsito.

El Hotel de José HenriqueEl Hotel. José Henrique (2015) Editorial: Final Abierto.

José Henrique en su novela El Hotel nos presenta una serie de eventos que, a medida que van naciendo por parte del autor, nos ponen en una línea entre el presente y el pasado que se acoplan al espacio, no solo físico sino también mental del narrador. La historia parte desde la visión de un personaje que aparece en un lugar, sin ventanas, no sabe qué hace ahí y por qué está ahí.

El Hotel de José Henrique

Dentro de la novela de Henrique es posible considerar dos grados de manifestación del espacio: el descriptivo y el psicológico. En el espacio descriptivo, Henrique lo que hace es detallarnos la habitación en la que se encuentra el narrador, luego detalla el lugar desde donde el narrador observa: Julia en la cocina, en el baño, en el dormitorio, en el patio, etc., la Deo invadiendo todo espacio siendo dueña –provisionalmente– Por otro lado, el espacio psicológico forma parte del ambiente que gira en torno a la novela, crea una atmósfera acorde a lo que ocurre en la narración: un hombre encerrado en un cuarto sin ventanas escribe mientras se da cuenta que no es el único que está en el Hotel, que los otros aparecen y se van, que los otros, posiblemente, están en él.

La Deo se instaló en la casa de improviso y sin preguntar. Un día golpeó la puerta engrilletada, entró hablando, tanática, desenfrenada. Se dirigió al cuarto libre donde Julia tenía sus cosas, la máquina de coser, la overlock, las pastalinda sobre una mesita, el telar, etc. Apoyó su bolso en el centro de la habitación (…) yo estaba en el comedor leyendo(…) Apretó. Desplazó. Replegó. Conformó. Como pudo Julia acomodó sus cosas de ese cuarto en el resto de la casa. Casi sin alterar la capacidad de los otros espacios fue distribuyendo los objetos de tal modo que dejaran de ser visibles.

En el momento en el que nacemos somos arrojados a la casa, sea cual sea la condición de ella. La casa se convierte en nuestro territorio. Se convierte en un espacio en el que vamos a vivir el presente, recordaremos el pasado y auguramos un futuro.

«Es extraño que llamara casa al Cuarto 371 del Hotel»

Henrique nos pone frente a un espacio texturizado que se presenta en dos estructuras narrativas que cambian el tono en la narración y por lo tanto la textura: el tipeo con la máquina Remington diferente al tipeo del libro en sí. El narrador nos invita a pasar y observar cada detalle que escribe desde una habitación sin ventanas y de esta misma manera crea un espacio desde la puerta de entrada hasta el patio para los personajes que se instalan poco a poco en ese lugar.

El Hotel de José Henrique

    Dentro de este espacio en el que viven personajes como la Deo, Julia y Ariel, se empieza a crear un universo: el Hotel, el cual contiene en su interior varios organismos vivos que son funciones de la misma biosfera. Por otra parte, las figuras femeninas de la novela estarían ocupando, al mismo tiempo, puestos de “función” a favor de la biosfera y espacios de subalternidad. Lo que se quiere decir es que esta “biosfera” llamada Hotel, es una manera de invocar, crear/edificar el poder sobre estos espacios/funciones subalternos donde alrededor de la novela son automatizados en la narración como personajes a diferencia del narrador que se presenta desde el inicio en una Remington de carro largo.

«Todo espacio realmente habitado lleva como esencia la noción de casa» la Deo se adueña del espacio (cuarto/casa) de Julia, se instala sin preguntar y modifica todo el ambiente hogareño que existe ahí en presencia del narrador. Los espacios en los que viven los personajes son una proyección de ellos mismos, es decir, pueden mostrarnos cómo son. Por otro lado, el narrador es ubicado en el Hotel en varios puntos, siempre como observador. ¿Observa todo y nos cuenta o les cuenta a las paredes?

«Tipeo desde este cuarto oscuro y sin ventanas» El narrador irrumpe con su escritura en la Remington de carro largo saliendo de los sistemas convencionales y de las estructuras comunes de la novela. La metáfora del Hotel como un recurso ideal para decir desde la locura del encierro, para hacernos dudar y volver sobre las páginas y encontrarnos con algo nuevo.

Presentarnos una díada entre madre-hijo: Julia/Patricio; Deo/Ariel nace como un espacio nuevo en la relación de la familia. Estos espacios son abandonados poco a poco por los personajes, la novela rompe las esferas de la intimidad entre el yo que escribe y el yo que recuerda. Dejando así, un pensamiento que encuentra el problema en el espacio y no en el tiempo, por lo tanto, este espacio íntimo se violenta y se encierra en sí mismo creando dos mundos literarios que, por su misma composición, involucra ambos mundos y posiblemente un tercero que será el lector.

El Hotel juega con el lector, da cabida a recursos poco convencionales y eso nos hace ser parte de lo que leemos. José Henrique al usar diferentes tonos y texturas tipográficas que son visibles para el lector, nos hace repensar sobre lo que estamos leyendo, pude leer dos historias diferentes: la escrita en la Remington y la escrita cuando el narrador se encuentra consigo mismo.

Esta novela llegó a mis manos de las mismas manos del autor y no pude dejar de imaginarlo en esa Remington de carro largo tratando de darle voz a las voces de su cabeza. Una lectura que engancha y que sobre todo nos deja disfrutar otro espectáculo literario con intertextualidades: frases de libros, recortes, referencias cinematográficas.

-Vayan ustedes, yo tengo que hacer un montón de cosas.- Nos dijo Julia uno de los primeros miércoles de cine con Ariel.

El Hotel de José Henrique

Finalmente tomé apuntes: ver Zelig (Woody Allen, 1983).

Esta referencia aparece en el texto y juega con él.  Según Woody Allen cuando uno pierde su identidad y deja que la voz del otro: la que grita, la que manda, la que obliga, se escuche más que la propia, lo ha perdido todo y sería capaz de lo peor.

El punto es que muchos somos Zelig. Ariel es Zelig. El narrador es Zelig. Patricio es Zelig. No sabemos quienes somos y estamos preocupados por ello, posiblemente asustados de lo que podríamos ser. Nuestra identidad también depende de los demás, que somos lo que somos y lo que otros piensan que somos.

El Hotel de José Henrique                                                 El método Zelig tiene sus grietas.

El narrador de El Hotel aparece como Eudora Fletcher en Zelig: persistente y ambicioso en su escritura no solo por su vocación, sino también para lograr su propio reconocimiento. Darse tiempo para este mockumentary y para esta novela no es una pérdida de tiempo.

Termino: «El espacio llama a la acción» dice Gastón Bachelard y nuestro narrador se da cuenta del lugar en el que se haya y decide salir desnudo deambulando por los pasillos que, para mala suerte de él, tiene todas las puertas cerradas. Este caminar confundido por un espacio cerrado que puede representar al mismo tiempo libertad o aventura; claustrofobia, enfermedad, locura, introspección, entre otros, se percibe angustiante porque no existe una salida ya que al final sale por una puerta que no se preocupa por cerrarla, porque siempre volverá a entrar.

¿Cuál es nuestro verdadero lugar en el mundo? ¿Cómo entrar en él?

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