Revista Opinión

El hundimiento de Podemos y el fracaso de Pablo Iglesias

Publicado el 05 junio 2019 por Franky
Unidas Podemos sigue avanzando, inexorable, hacia su tumba, de la mano de Pablo Iglesias, uno de los peores políticos de la España actual. A golpe de errores ha conducido a Unidas Podemos hasta el hundimiento, pero él se niega a dimitir, a pesar de que su fracaso es escandalosamente ostensible. La tradición de que los líderes comunistas sólo caen cuando mueren, se cumple también con él. --- El hundimiento de Podemos y el fracaso de Pablo Iglesias Se ha quedado sólo en la cúspide del poder porque todos sus amigos han caído. La última víctima ha sido Echenique, recién destituido como Secretario de Organización por el desastre electoral cosechado, toda una injusticia porque el responsable directo de ese fracaso es Pablo Iglesias, que una vez más demostró su incompetencia.

Podemos nació en marzo de 2014 con aires de triunfo, Era como un viento espontáneo e incontenible que agrupaba a los indignados y frustrados por el deterioro y la bajeza de la política española, con independencia del color y las ideas. En aquel Podemos, poderoso y preñado de ilusiones limpias, había personas de todos los colores, clases e ideas, desde profesores universitarios a ingenieros, profesionales, trabajadores, autónomos y masas de jóvenes que aspiraban a un mundo mejor. Entonces Pablo Iglesias cometió el primero de sus errores al situar a Podemos en el ámbito del marxismo leninismo, una decisión que diezmó las filas de sus seguidores y votantes y abrió las puertas del desastre.

Podemos puedo haberse mantenido como un partido universal, abierto, amplio, como esos a los que los anglosajones llaman "atrapatodo", con la indignación y la regeneración como grandes motores y distintivos. Si hubiera hecho eso, tal vez habría ganado las elecciones y llegado al gobierno, pero Pablo Iglesias, su líder y fundador, lo sacó de la grandeza y lo hizo comunista, provocando la estampida de millones de votantes y simpatizantes.

A ase error garrafal siguieron otros, desde la eliminación de la transversalidad y la democracia interna, sustituyéndola por el verticalismo autoritario y totalitario de los comunistas hasta la adopción del sectarismo y del culto a la personalidad. Pablo Iglesias se parecía cada día más a Leonidas Breznev, el eterno líder soviético de la Guerra Fría, que iba "depurando" a sus compañeros de lucha, al mismo tiempo que concentraba más y mas poder. Cayeron o perdieron el poder Íñigo Errejón, Juan Carlos Monedero, Carolina Bescansa, Luis Alegre y Miguel Urban, entre otros muchos. Las rupturas con Carolina Bescansa e Iñigo Errejón fueron especialmente duras y ambas arrastraron a miles de personas decepcionadas.

Pero el mayor de los errores de Pablo Iglesias ni siquiera fue haber "liquidado" el valioso espíritu inicial de Podemos y a sus principales líderes, incluyendo un divorcio, ocultado pero muy real, con el sector anticapitalista, sino la compra de su chalet de Galapagar, un caserón de lujo que colisionaba con sus anteriores promesas de que jamás abandonaría Vallecas y de nunca enriquecerse con la política.

Tras la compra del clalet, el partido se hizo trizas y Pablo Iglesias debió dimitir o ser "liquidado" entonces, pero los líderes comunistas siempre resisten y es el partido el que se deteriora o muere a causa de los errores de la cúpula, como siempre ocurrió en la URSS, Cuba, China y otros países monstruos del totalitarismo rojo.

En el presente, Pablo Iglesias está políticamente muerto y España entera lo sabe, menos él, al que la alienación le ha hecho ciego, y sus más estrechos colaboradores, que cierran los ojos y la mente porque le deben sus sueldos y privilegios.

El partido, que un día nació con vientos de cola y aíres de victoria, es hoy un pobre cadáver que se arrastra hacia la tumba, mal conducido por un mal líder, lleno de retahílas y tics penosos, incapaz ya de ser lúcido y de autocriticarse, al que nadie se atreve a decirle la verdad.

Una auténtica pena, pero es lo lógico y natural en el mundo siniestro del comunismo.

Francisco Rubiales



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