El reparto de sobresueldos de dinero negro entre altos cargos del Partido Popular ha hundido al partido de la derecha española, que ya no puede presentarse ante la opinión pública como una organización mas limpia y decente que el PSOE. El caso Bárcenas los ha igualado ante los ojos de la sociedad y será una golpe demoledor al bipartidismo.
Pero, en medio de su particular tragedia, el PP tiene todavía una opción de salvarse y renace si opta por denunciar la corrupción interna, asumiendo las terribles consecuencias que traería consigo reconocer que un buen número de sus actuales altos cargos está "pringada" en prácticas corruptas que les inhabilitan como gobernantes de una democracia. Pero todo parece indicar que el PP defraudará de nuevo a la decencia, a la ciudadanía y a sus seguidores optando por esconder su terrible pecado con la esperanza de que el tiempo traerá consigo el olvido y el perdón.
La estupidez declarada por Rajoy y Cospedal, en el sentido de que "revisarán las cuentas del partido tanta veces como sea necesario", indica que han optado ya por silenciar la podredumbre que infecta sus filas y que afecta nada menos que a los que gobiernan la nación. Afirmar que ·revisarán las cuentas" es lo mismo que no decir nada ya que las operaciones en dinero negro nunca aparecen en la contabilidad oficial de los partidos. Todo indica que el dinero que repartía Bárcenas durante décadas era dinero sucio procedente de comisiones ilegales y de donaciones clandestinas al partido, cobradas a cambio de favores, concursos, subvencione y otro tipo de favores inconfesables, operaciones opacas y muchas veces delictivas que nunca quedan registradas en las cuentas públicas o que sólo figuran en una contabilidad paralela, bien escondida y al alcance solo de muy pocas personas.
Algunos medios de prensa, incluso algunos cercanos al PP, como el ABC, piden ya abiertamente una "regeneración" de la vida política española, asustados ante el inmenso tamaño de la corrupción, que afecta ya por igual a la derecha, a la izquierda y al nacionalismo. Otros medios certifican que la ventaja estratégica que representaba para el PP presentarse ante la opinión pública como un partido mas limpio y menos manchado por la corrupción que el socialista ya ha desaparecido y que la opinión pública, después del asunto Bárcenas, los equipara con toda razón.
Pero la mayoría de los observadores y analistas políticos revelan que el Partido Popular está todavía envuelto en la confusión y profundamente dividido en dos bandos, entre los que quieren investigar a fondo la corrupción interna y los que quieren taparla, como ha hecho el partido hasta ahora, y seguir adelante, sin que nadie dimita ni reconozca error alguno.
Los populares están en la agonía, pero al menos tienen la opción de acudir a la cirugía e iniciar así el camino de la regeneración, el único capaz de sacar a España de la profunda depresión económica, política, social y moral que padece por culpa de una clase dirigente enferma, antidemocrática y degradada como pocas en el mundo.