El quinario que el sevillismo debió soportar durante décadas fue para enmarcarlo, y ello nos debe permitir enseñar a las generaciones posteriores cómo debe comportarse una afición.
De libro.
Tener en la acera de enfrente a un personaje como Manuel Ruiz de Lopera, conocido en la parroquia bética como “donmanué”, fue algo verdaderamente insufrible.
Las permanentes referencias despectivas de todo un presidente del Real Betis Balompié hacia el Sevilla FC, que además pasaba por las horas bajas más importantes de su historia, debido a los tejemanejes de unos dirigentes inoperantes y con intereses económicos muy presentes y evidentes, hacía mella en los cimientos del sevillismo, o al menos lo intentaba.
Es posible que en alguna ocasión algún dirigente o jugador sevillista se haya extralimitado en alguna de sus declaraciones hacia el club republicano coronado por su majestad, pero si tirásemos de hemeroteca, las referencias de los dirigentes del equipo bético hacia el sevillista ganarían por una goleada de las que hacen época.
Muchos recordarán los episodios de “la boutí y la tienda de los 20 duros”, el de la “pensión saluita”, el de la “sábana pintarrajeá” en referencia al centenario sevillista, o bien el de las “asendías de los palasio y el lenguarón Monchi”, así como la petición de votación secreta en el proceso sobre los hechos del mal llamado descenso administrativo en 1995. Podríamos citar cientos de casos en los que el dirigente lenguaraz, (porque Donmanué no sabía que se dice así) se dirigía despectivamente hacia el sevillismo, animado y aplaudido permanentemente por los fieles de su parroquia, que eran prácticamente todos, por no decir el 100%.
¡Qué más quisierais tener un donmanué en el Sevilla!, nos repetían machaconamente los seguidores verdiblancos, mientras algunos adláteres como Blas Ballesteros, consejero bético y ex concejal del PSOE en en el Ayuntamiento de Sevilla, no se cortó un pelo al arremeter contra el Sevilla FC y su idiosincrasia. En febrero de 2007, en el hotel Villa de Bilbao, donde estaba concentrado el equipo bético, y en el transcurso de un acto, en el que estaban presentes, entre otros, el alcalde Bilbao y la presidenta del Athletic, Ballesteros, al elogiar la figura de Eusebio Ríos, comentó desde el atril:
«Ya hay que tener arte para debutar con el Betis con un 2-4 en la inauguración de «La Ramona», que por si ustedes no lo saben, es el estadio Ramón Sánchez-Pizjuán»
Fue el mismísimo alcalde de Bilbao el que le pidió que se cortara un poco y demostrase una caballerosidad y saber estar que parece que desconocía. Imaginen por un momento que este señor es de los que llevaban la política municipal de una ciudad tan grande por su tradición como Sevilla.
O bien cuando el Ayuntamiento hispalense abrió un expediente para conocer la identidad de quiénes colocaron un escudo del Betis en la portada de Feria, dedicada al centenario del Sevilla en 2005, después de que el jefe del Área de Fiestas Mayores, Rafael Carretero, hoy persona de dudosa reputación por sus supuestos tejemanejes municipales, y bético insigne como no podría ser de otra manera, así como el jefe del equipo técnico de Ferrovial -empresa que instaló la portada- Ramón Bullón, estuvieron presentes en el momento en que la insignia era colocada en el broche de San Fernando, que figuraba en la parte central de la estructura.
Antonio Burgos, bético de los de usar la historia como arma arrojadiza hasta que se lo impedimos, gustaba de profundizar en la herida.
¿Pues no que dan como el descubrimiento del siglo que San Fernando era bético? ¿No que se sorprenden porque en la portada de la Feria esté San Fernando luciendo en su solapa el glorioso escudo de su Betis bueno? Como si ese pin se lo hubiera dado Serra Ferrer, cuando San Fernando es hace una jartá de tiempo más bético que el escudo que luce en los abanicos. Bético del sector histórico, de los que saben que el Betis es un patrimonio sentimental de Sevilla y no propiedad de nadie.
Es lo que tiene el no poder demostrar ser superiores históricamente en un terreno de juego, que produce en una afición con los años estas formas de acomplejamiento, en los que es necesario encontrar a culpables imaginarios, como aquellos gigantes quijotescos, compitiendo en escenarios que para nada tienen que ver con el fútbol. No les queda otra.
El sevillismo calló casi en todos los casos soportando estoicamente a estos personajes, que exhibieron una imagen irrisoria y vergonzosa de una ciudad analfabeta, y de una cutrez inmensa que parecía no tener fin.
Pero todo acabó como debía, con un presidente que revitalizó al Sevilla FC con unas raíces profundas, que acabó con el loperismo de la única forma en que el sevillismo podía hacerlo: a copazos europeos en la cara de lo más sagrado, es decir, en la de su dios.
Desde el 10 de mayo de 2006 este dios de verdina se convirtió en un ídolo con pies de barro. Donmanué pasaba a ser una anécdota de la que renegar en las vidas de sus criaturas, y como si de cientos de miles de Brutus se tratasen, apuñalaron a su Julio César particular, negando que jamás le reconociesen una sola loa, alabanza, o adoración, al bendito con la mano desgastada de besos que quisieron beatificar, un personaje que les hacía mirar al pajarito con una mano, (Sevilla FC) mientras supuestamente metía la otra en la caja.
Ni los compositores de pasodobles loperianos, ni las organizaciones de adoración a Donmanué, (que existieron) ni las suscripciones a miles para hacerle presidente perpetuo del Betis; ni tan siquiera esas votaciones de mayoría aplastante para que le estadio llevase su nombre, incluso la de la intención de iniciar un proceso de beatificación en vivo parece que jamás existieron. Un lapsus en la memoria, tanto individual como colectiva bética, cuestiones que jamás llegaron a ocurrir.
Y volvieron a lo que siempre fueron, es decir, a pasar su habitual Calvario infinito, en el que siempre habitaron a la sombra del eterno Campeón andaluz, pues el periodo de donmanué no supuso más que un espejismo en el desierto más aterrador, y en el que albergaron la esperanza de haber sido en algún momento de la historia superiores en algún registro, como si de un mar inmenso de agua potable les apareciese antes sus ojos, en los arenales infinitos de ese desierto abrasador.
En el pecado llevan la penitencia.
Pero no fue un caso único, anteriormente nos encontramos a otros presidentes y personajes cuyos comportamientos no dejaban nada que desear al de donmanué.
Así recordamos los casos del presidente a principios de los años 20, como fue el Sr. Bajuelo, que bajo diversos seudónimos lanzaba auténticas pestes en la prensa sobre el Sevilla FC, flanqueado por otros béticos de postín como fueron Olmedo y José Luis Herrera, periodista de cabecera del Betis el primero, y vicepresidente bético el segundo.
También otros odiadores de lo blanquirrojo, como fue el Sr. Alarcón de la Lastra, que salió en alguna ocasión ciertamente calentito del estadio de la Avenida de la Reina Victoria por sus intentos de golpes bajos, o bien el mismísimo Sánchez Mejías, que para poder ganarse al beticismo arremetió contra el equipo blanquirrojo, cuestión esta que le costó la expulsión del Sevilla FC, pues era sevillista.
O bien aquel presidente al que ellos mismos apodaron “el cuchara”, que ejerció de chivato en un partido del Sevilla FC que ni le iba ni le venía, episodio que pueden ver aquí.
Igualmente podríamos encontrar en la hemeroteca a decenas de jugadores béticos, que llegaron pensando que la forma de ganarse a su afición era arremetiendo contra el rival, afición que agradeció el gesto, y así nos encontramos hoy mismo a personajes de la acera contraria con este tipo de manifestaciones, sin darse cuenta dónde están, o quizás sí, dando su versión de la catadura moral que suelen gastar.
Así nos encontramos al Sr. Maciá, que si bien procede precisamente del equipo al que nos enfrentaremos en la Europa Liga en los próximos días, ahora pertenece al club rival y debe guardar un cierto recato que la caballerosidad entre aficiones vecinas requiere.
Por cierto, Sánchez-Pizjuán es con el guioncito entre ambas palabras, pues juntas conforman un apellido compuesto: ‘Ramón Sánchez-Pizjuán y Muñoz’.
Y así mismo, un jugador que tampoco parece que se fue de donde vino, pero que en realidad está aquí, no sabemos si a su pesar, nos viene con un titular muy parecido.
Y por fin leemos unas declaraciones de su máximo mandatario en respuesta a los deseos del presidente sevillista en las que deseaba que el Betis subiese, pero igualmente para meterles 23 goles a cero. El presidente bético respondió que igualmente él quería que su equipo nos metiese 24.
Pero querida criatura, ¿no te das cuenta que el presidente Castro se refería a un gol más que la goleada histórica que os metimos en 1918 de 22 goles? Esa a la que ustedes podrán achacar cuantas veces quieran si fue de una forma u otra, pero que quedará para la posteridad como una de las mayores goleadas históricas del fútbol andaluz, por ser en una competición oficial.
Usted, Sr. Ollero, (sabiendo que bromeaba igualmente) solo pueden aspirar a meter un gol más de la cifra más alta de goles que han conseguido meternos, es decir cuatro. Si eso es soñar para ustedes, imaginen meternos 24 goles.