Revista Festivales

El ídolo y Su representante, embajadores del tango

Por Sonriksen

 Me tengo por bailarín normal. Fui aprendiendo, a los codazos, gastando pantalones en tintorerías y zapatos en arreglos, sin sobresalir, sin arruinar. Discreto en la figura, ardiente en el abrazo. Como todos, tuve amores de baile, cariños fugaces, alguna noche memorable y muchas olvidables. A lo largo de mil milongas veía casi siempre a El ídolo. Le decían así porque su baile, más que agradar, tenia una característica rocosa, acaso inamovible. Aunque él creía bailar bien. Él se veía en el futuro(un futuro que se nos iba haciendo ayer) como una figura de peso, según sus palabras. Alguien a seguir. Estaba convencido, con esperanzas infantiles, que su destino era representar el sentir nacional en otros rumbos.  Fatalmente, siempre solía sentarse en mesas cercanas a la mía. Inevitablemente escuchaba el invariable, repetido discurso que soltaba a su mejor amigo, su, podría decir, compadre de milonga, otro de esos especímenes prototípicos que aventaba sus ansias. Duilio Zapiola, o Su Representante, tal como lo llamaban los ociosos y malvados afines.

 Con algunas variaciones, y durante dos años, esto es lo que solía escuchar desde mi mesa: 

«Amigos queridos, amigas, gente que me conoce. Me voy a Barcelona a representar a nuestro país. Seré un embajador de las cosas nuestras. Allí hace falta la influencia milonguera, en esas bárbaras tierras donde bailan sin abrazarse, unos tanguitos, unos valses, unas milongas que hagan abrir la boca a los naturales, entusiasmarlos con este compás embriagador donde» —Pucha, me falta empuje, Zapiola. 

—¿Es para una obra?¿para un sainete tanguero tal vez?

—No. No. Es mi discurso de despedida. Me voy. Por fin me voy. Luego de tantos años me voy. Pero me falta la verborragia de nuestros mejores próceres. Si quiero dar ejemplo y  arrastrar un ejercito milonguero para colonizar las tierras de la Sardana, tendré que apelar al orgullo, a la identidad, al compañerismo, a todos esos valores que son parte de nuestra esencia.

—Moncho, pero, ¿vos te informaste un poco? ¿te moviste un poco por las redes?

—¿Para qué? Todo lo que ponen ahí es falso. Los de las redes son conspiradores terroristas. Dicen que hay tango, pero es mentira, todo interés, todo macanas. Además yo creo en mis fuerzas, en mi arrebatadora personalidad, en todo esto que me hace un personaje de la milonga. Cuando llegue, me consigo una compañera y arraso. Representante cultural, embajador del ritmo criollo y querendón.

—Me parece que con eso solo no te alcanza. Ahí viven grandes bailarines. Por ahí te llevás una decepción. Siempre están de paso macanudos bailantes y los mejores de Europa dan cursos cada tanto. sin una mano amiga...

—Pero no querido. ¡Eso son cuentos! No me vas a decir que no te emociona cuando me ves bailar canyengue....

— Ah...¿Pero eso que bailás es canyengue?¿Yo pensaba que eso era el simulacro de apareamiento que hacen los avestruces cuando tienen LA NESESIDÁ.

—¡Que inorante! Sos un inorante Zapiola. Ese es el canyengue de verdad. Llevo mucho tiempo depurando la técnica.

—¡Mucho tiempo! ¿Cuánto hace que bailás Moncho?

—¿Cuanto hace? Puff, un montonazo. mínimo tres años. Ya estoy para dar el zarpazo.

—El zapatazo querrás decir. Cuando te vean venir con eso que bailás te van a dar el zapatazo de vuelta. Vos lo que necesitás es un representante, un tipo mundano y de influencias como yo. Si voy con vos te coloco en los mejores espectáculos de Allá. Eso sí, con tantos compromisos en las milongas de acá tenés que avisarme con tiempo. Cuando saques los billetes me decís: «Che, Zapiola, nos vamos» Y yo te doy mis datos y el numero de pasaporte, para la reserva del billete.

—¿Como? ¿Tengo que pagarte yo el viaje?

—¡Más vale! ¡Que te pensás! ¿Quién te crees que le consiguió la gira balcánica a los Payasos Milongueros Zombis? ¡El Papone!

—¿Y por que no estás con ellos ahora?

—A ver si me explico, a ver si me explico Moncho...Vos sos...bueno, todavía sos joven. Medio nuevo en el ambiente, y verde. Te bato la operativa. Yo voy antes, unas semanas antes a ver el panorama y a cocinar el estofado a fuego lento. Y cuando está todo listo, con la gira cerrada en boliches posta, mando el okey y mis artistas viajan. 

—^Pero...¿ no era que viajábamos juntos?

—Te estoy hablando de como laburo con grandes compañías, con uno solo, o dos no hace falta el despliegue. Esto es como cuando Gardel y Razzano iban dale que te pego por los lupanares sin dar palo al agua, como dicen en España, hasta que los encontró Arzubialde...

El ídolo y Su representante, embajadores del tango
—¿Qué Arzubialde?

—Arzubialde, el mejor representante del mundo, mi maestro. Modestamente. Pero dejame que te siga contando. Cuando los muchachos llegan, ya tienen todo organizado, gracias a mi pericia. Pero mi trabajo no ha terminado, quedan las labores de embajada, de trato fino, por así decirlo. Me quedo con ellas las primeras.

—¿Ellas? ¿Y ahora de que te reís?

—Nada...no, me acuerdo una vez... en fin. No me hagás hablar. Las compañías
, las compañías digo. En dos semanas que pasamos juntos les hago el período de adaptación y les muestro un poco como son las cosas por allá. Me quedo porque hay mucho turulato, mucho panqueque al que dan vuelta enseguida con tres monedas de euro. Y con vos sería distinto, porque irías como pichón mío. Pero en caso de las grandes actuaciones de compañías, yo vuelvo cuando está todo listo. No me gusta quedarme mucho por ahí, dando vueltas. Uno tiene una ética, una conducta. La gente cuando viaja es frágil. Las muchachas más todavía. Y eso puede dar pie a ese tipo de relaciones que siempre salen mal. Yo soy un profesional. A esta altura del partido no voy a andar en esos jueguitos amorosos en los que te rompen la cara...no señor.

Embajadores. Hace años que el tango está presente en casi todo el mundo. Gracias a la voluntad y al tesón de muchos grandes y muchos anónimos que se fueron, que se rompieron el lomo a mostrar lo que hacían y sentían. Y no siempre con buenos resultados. Pero estos dos... 

Zapiola, alias Su representante, era conocido en el ambiente por los fabulosos y nunca hechos festivales tangueros de grandes figuras(desconocidas). Acaso su fiasco más sonado fue el Festival Taco y Entraña con un gigantesco asado de despedida. Los que fueron se enteraron allí que todo el predio pertenecía a una asociación vegana. ¿Para que voy a extenderme! Si el Ídolo era uno de esos tipos decididos y casi jóvenes dispuestos a todo, que cada tanto se rompen los dientes en las pistas de afuera, Su representante era el contralor, el veterano que se las sabía todas en el ambiente, el luchador de mil golpazos (y todos bien puestos), en busca de una oportunidad. Hay gente así, por suerte menos que aquellos otros, que humildemente se dejan la vida por el tango.

Como sea, Moncho se fue a representar al tango a Barcelona, una ciudad tanguera, con milongas todas las noches, con grandes bailarines. Su representante se hizo amigo de otro joven en busca de pasos y alas nuevas. No hacia otra cosa que mostrarle los mensajes de móvil de su anterior amigo.

—Mirá pibe. Mirá que no te miento. El Moncho estaba casi ayer acá mismo, sentado en esta misma silla. Y gracias a mis consejos está triunfando en Europa, mira, mira los mensajes. Mire usted también, amigo, mire que no miento. Acérquese a ver este video de Mi muchacho.

Me acerqué. Sentía curiosidad. Zapiola mostró el video, donde se veía al Ídolo derivando en el centro de la pista, con sus particulares andares graníticos, ante un corro de personas que lo miraban embobado. 

¡Estoy en medio de una exhibición! ¡Esto es una locura, nunca soñé que iba  a triunfar así! ¡Acá hay milonga todos los días. ¡Y soy la estrella de este festival! ¡Un festival, querido! ¡Un festival!, decía el mensaje, debajo del video.

Me alegré por él. Me entristecí por otros, Sonó milonga, Salí a bailar y me olvidé. Un tiempo después alguien comentó del festival bajo nivel, un festival de broma en donde todos eran maletas y el peor bailarín hacia la exhibición... Vi en las redes un par de videos en los que El Ídolo bailaba con una compañera que saltaba como un resorte, sin fundamento, sin gracia.  

En todo caso, no volví a ver a ninguno de ellos. 

El tango, el eterno tango termina por enseñarte, a la brava, las cosas verdaderas de la ronda y la vida.  Con él, más de un farsante se ha hecho bueno. 

Aunque hay algunos que no aprenden nunca.

El ídolo y Su representante, embajadores del tango
DEDICADO A PACO, QUE SE FUE HOY A MILONGUEAR A DONDE NUNCA TE CANTAN LA ÚLTIMA TANDA.

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