Cuando Estados Unidos interfiere en la política interna de un país siempre se habla del imperialismo yanqui. No en vano, Estados Unidos comenzó siendo trece colonias y después se fue expandiendo hacia el oeste para, más tarde, tratar de influir en todo el continente americano y colonizar culturalmente el resto del mundo.
Ese tan socorrido imperialismo yanqui es lo que me ha venido a la mente viendo el esperpéntico viaje de Albert Rivera, líder de Ciudadanos, a Venezuela. Al parecer en España no tenemos falta de libertad de expresión ni de Derechos Humanos. Por eso Albert Rivera tiene que ir a Venezuela. Con su aire condescendiente y moral superior tiene que enseñar la perfecta democracia española. Con un poco de suerte, Venezuela será pronto otro provincia española (debe de serlo ya, pues Ciudadanos ha comenzado allí su campaña electoral).
Ah, aquellos tiempos del imperio español. Qué lástima que que pasaran. Pero ahora volvemos a tener la oportunidad de imponer las bondades españolas. Y todo gracias a Albert Rivera.