Después de dirigir algunos episodios para series televisivas, entre ellas Expediente X, Rob Bowman puso toda la carne en el asador con El imperio del fuego, nunca mejor dicho.
Ya que éste no ha gozado de películas especialmente remarcables a lo largo de su carrera como director, a excepción de ésta, claro. Justo después rodó Elektra, cavando su propia tumba con ella.
Los dragones no han prosperado en el mundo del cine como lo han hecho, por ejemplo, los superhéroes.
No existen cientos de películas dedicadas íntegramente a estos seres mitológicos, y menos que cumplan estándares mínimos. El imperio del fuego puede presumir de ser una de esa pequeña y fructífera lista.
Quinn, un niño de doce años, despierta sin querer a un enorme dragón de su letargo de siglos. Veinte años más tarde, el Quinn adulto (Christian Bale) mantiene alejadas a las bestias para garantizar la supervivencia de un pequeño grupo de humanos. En medio del caos aparece Van Zan (Matthew McConaughey), un norteamericano que asegura saber cómo acabar con los dragones y salvar a la humanidad.
El film mantiene y ostenta un envoltorio de superproducción. Aunque, conoce sus limitaciones en todos los campos, nunca juega por encima de sus posibilidades, incluyendo los efectos especiales.
Que, a excepción de algún fuego aislado, han mantenido bastante bien el paso del tiempo. Quizás, los dragones, sobre todo, el Alfa, deberían tener más carisma, pero eso es algo que atañe al guión, no a la calidad de los efectos.
En general, si algo no se puede realizar con su moderado presupuesto de 60 millones de $ -quizás no tanto en 2002 cuando se realizó la película-, no se realiza.
Así que, en distintas ocasiones se recurre a tretas muy propias del cine de los 80, como mostrar un diagrama en una pantalla -en la secuencia de los arcángeles- o describir la escena con diálogos.
Pero el resultado de la propuesta sigue siendo un digno entretenimiento, una película que recordaba con simpatía y que después del reciente revisionado, lo sigue haciendo.
El guión escrito por Greg Chabot, basado en la historia de Kevin Peterka, debutantes en el campo de la escritura cinematográfica, no prosperaron después de este trabajo completado con la ayuda de Matt Greenberg (1408).
El guión que se nutre de los tópicos del género fantástico en una mezcolanza extraña de un poco de todos los géneros ‘colaterales’, ciencia ficción, acción y thriller, géneros que utiliza en provecho propio y con buenos resultados a pesar de no ofrecer nada nuevo.
A excepción del prólogo, la película se desarrolla en los escenarios devastados de un Londres post-apocalíptico representados con fidelidad y calidad notable, donde predomina el gris ceniza por encima de casi cualquier color, a excepción del cálido y anaranjado fuego de los dragones.
Pero si algo destaca por encima de otros aspectos, son las interpretaciones de los dos grandes actores que encabezan el proyecto, Christian Bale (Batman Begins) y Matthew McConaughey (Killer Joe), el mayor prestigio del film, sin duda.
Todos nos sorprendimos con el cambio de registro de Matthew en Killer Joe de William Friedkin. Un registro que lo alejaba de las comedias románticas, para entrar en una vorágine de personajes decadentes, como en Interstellar, El lobo de Wall Street, la serie True Detective y especialmente Dallas Buyers Club.
Pero antes de todo esto, ya demostró su talento artístico en la película de Bowman. Su caracterizado personaje de Van Zan, ex-militar musculado y con delirios propios de grandeza, con el que el actor nos deleita en una genial interpretación. Como he dicho, una década antes ya demostraba su talento.
De Bale poco podemos y tenemos que venerar, después de papeles como el de Patrick Bateman en American Psycho, Bruce Wayne/Batman en la trilogía de Nolan del Hombre Murciélago o el de Trevor Reznik en El Maquinista de Brad Anderson. Bale da una lección, otra vez, de como interpretar.
La crítica no la acompañó demasiado, su puntuación media no sobrepasa el aprobado, pero es una de esas películas que sin esperar demasiado, entretiene y nos deleita con las geniales interpretaciones de dos actores que se han ganado la fama con esfuerzo y perseverancia.