A los políticos totalitarios siempre les ha fascinado el Islam. Hitler era uno de los admiradores del Islam, al que consideraba como la 'Männerreligion', la religión de los hombres verdaderos. Hay dos aspectos del Islam que atrae a los que quieren sojuzgar y dominar el mundo: el primero es la sumisión de los creyentes al poder establecido, que procede de Dios, y el segundo es la utilización del odio como bandera para cambiar el mundo. Algunos pensadores creen que el Islam se disfraza de religión, pero en realidad es una ideología totalitaria. El periodista Enrique de Diego define el Corán como "un manual de odio y asesinato", un criterio que, con diferentes matices, expresaron antes que él miles de pensadores y expertos. ---
El odio, además de crear un mundo de muros, barreras y prisiones mentales, impide el diálogo y el consenso y convierte la política en un oficio de rufianes y malvados. El odio es el que ha dejado a España sin gobierno durante casi un año y el que ha impedido que el país tenga gobernantes capaces de afrontar los problemas de la nación y anteponer el bien común a la mezquindad y el oprobio.
Durante más de dos siglos el poder mundial ha funcionado en base al odio, una fuerza capaz de someter a la gente. Es un recurso casi tan antiguo como el miedo, pero fue la Revolución Francesa la que hizo del odio la gran palanca política y el motor del cambio en la sociedad.
El reinado del odio utiliza el odio para mover las masas. Todo se sustenta en el odio: odio de clase, odio a las razas, odio a los que tienen más, odio a los que son diferentes, odio a los que no se integran, odio a los que militan en otros partidos, odio al extranjero, etc. Todas las revoluciones posteriores, entre ellas la rusa que abrió las puertas al comunismo, insisten en el odio como motor de la sociedad.
Pero la caída del comunismo demostró que el odio tiene escaso recorrido porque cuando has eliminado a los odiados capitalistas te quedas solo con tus contradicciones, que conducen al hundimiento.
Algo parecido ocurrió con las falsas democracia occidentales. Tenían más apariencia de libertad que libertades reales y ocultaban un férreo dominio de los ricos sobre masas empobrecidas, pero el sistema se sostenía en el odio a la tiranía comunista y a su mensaje de esclavitud a un Estado demasiado fuerte. Sin embargo, al desaparecer el comunismo, se hizo evidente que las libertades eran más un espejismo que una realidad, que el Estado democrático era también fuerte y demasiado opresor y que las contradicciones del sistema, dominado claramente por una élite arrogante y atiborrada de poder, eran muchas.
Se intentó sustituir el comunismo por el terrorismo como gran enemigo, pero las élites comprendieron que el discurso del odio no podía funcionar mucho tiempo y buscaron un repuesto.
El recambio era el Islam, una religión que permitía a sus dirigentes vivir en palacios, rodeados de lujo, sin que el pueblo se rebelara.
Desde entonces, el gran poder mundial, ese que so oculta pero que dicta normas, órdenes y sentencias inapelables, está promoviendo la expansión del Islam y la desaparición del cristianismo, una religión que ellos consideran peligrosa porque estimula la libertad individual, los derechos de un hombre que ha sido dignificado y tratado como "hijo" por el mismo Dios y que admite la insumisión a los gobiernos que carecen de valores y méritos.
El gran sueño del poder es constituir un único gobierno mundial que sea capaz de imponer leyes y costumbres a escala planetaría, un gobierno que liquidaría prácticamente todo atisbo de libertad personal y de democracia. Y ellos saben que ese gran gobierno único, controlador de todo y con autoridad suprema, solo es posible si el mundo ha sido previamente "islamizado".
Francisco Rubiales
Revista Opinión
El imperio del odio o por qué la izquierda y los totalitarios aman el Islam
Publicado el 26 diciembre 2016 por FrankySus últimos artículos
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