Revista Maternidad

El imperio del sol naciente

Por Lamadretigre

El imperio del sol nacienteOjo.

Cuidado.

Lo de hoy, más que un post, es una advertencia: No saben ustedes la que se les viene encima. “La” en este caso soy yo. O una versión hiperbólica de mí misma, que es peor. Mucho peor.

Ya les avisé el año pasado de la metamorfosis energética que sufro cada vez que la Igartiburu nos atraganta las uvas. El año pasado no lo vivieron ustedes en sus propias carnes porque fabricar a La Quinta me costó lo mío y bastante tuve con arrastrar mi bombo de la cama a mis quehaceres diarios y vuelta a la piltra más muerta que viva. Pero este año no hay cigoto que les proteja. Estoy pletórica y desbocada en el más amplio sentido de ambos términos. Ustedes elijan una acepción que seguro que no se quedan cortos.

Ojo.

Cuidado.

Para empezar me ha dado por hacer limpieza. Ya no física, que también, sobretodo mental. Me estoy quitando la caspa intelectual. Sin piedad. Este proceso tan obscuro abarca desde el cribado, aislamiento y disección de mis adicciones hasta el repasito remendón de plantilla que le he pegado al blog hoy sin previo aviso. No me digan que no me ha quedado resultón.

Con las mismas, visto el ritmo trepidante de publicación que luzco desde que me he convertido en sherpa, me he cargado el otro blog, el de las perras gordas. Bastante tengo con consolar a una bitácora abandonada como para lidiar con dos bocas pidiendo posts.

Los de wordpress que son la mar de majos me han dejado importar las entradas del difunto a este mi querido blog que ahora luce rollizo con la friolera de dos entradas más. Si quieren pasar a darles el pésame las encontrarán aquí y aquí.

Pero no se confíen, no es que no vaya a aburrirles con mis desvelos económicos. Al contrario, se los voy a infligir aquí mismo. Y punto en boca. Por algún lado tengo que darle salida a esta desazón inflacionaria que me asola. Ya hablaremos porque este engendro de propósito de año nuevo se me está yendo de las manos.

Entre tanto, les voy a dar una pequeña tregua para vayan atándose los machos. Mañana, siete maletas mediante, nos vamos de vacaciones. Una semana. Entera. A dejarnos querer por el señor de los huevos. No quepo en mí de gozo. Ya se me están haciendo cortas las vacaciones y todavía no han empezado.

A las niñas me las llevo derrengadas. Les damos muy mala vida con tanto colegio y tanto trineo. Están de un genio que lo mismo aprovecho para dar el cambiazo en el hotel. Seguro que por allí gastan unos niños educadísimos y menos refunfuñones que estas que me han tocado en suerte.

En fin, yo a lo mío, a ponerme ciega de huevos Bennedict como si las cinco criaturas enajenadas que corren por el vestíbulo no tuvieran nada que ver conmigo.

Nos vemos a la vuelta. Ojo. Cuidado.


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