
"Entre la diversidad de tipos que conforman la especie humana, uno de los más peculiares es el de quienes renuncian a vivir el mundo para leerlo. Son todos especímenes muy semejantes entre sí, fáciles de distinguir por sus carencias, tan singulares. En general viven vidas apagadas, más aún comparándolas con las encendidas vidas que encuentran en sus lecturas. Nunca les brillan los ojos frente a los demás, sino en la soledad de sus gabinetes, donde, rodeados de mamotretos y a la luz insana de las bujías, se sumergen en un río de palabras en el que afirman encontrar todo lo que los demás buscan por las calles de las ciudades y los caminos perdidos de la tierra."
A veces uno entra en su librería de siempre, y su librera le pone un libro en la mano. Sin preguntas y apenas sin saludos, de forma que no deja lugar a duda alguna. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, El impresor de Venecia.
Estamos en el siglo XVI, y conocemos a Paolo cuando llega a una villa Veneciana cargado con un montón de libros. Su intención es hablar con su madre y así recomponer la vida de su famoso padre ya fallecido, Aldo Manuzio. La percepción de este joven sobre su padre es demasiado buena comparada con la realidad que le irá descubriendo su madre. Y de este modo, en pleno Renacimiento, conoceremos la vida de este hombre que editó, robó manuscritos, apasionado y amante de los libros con unos ideales que podían verse atacados por la censura.
En esta novela Javier Azpeitia nos introduce con un estilo impecable en una de las ciudades más importantes del Renacimiento. Y es en este ambiente, y rodeado de datos reales, en el que conocemos a uno de los personajes más relevantes de la ciudad: Aldo Manuzio. Estudió latín y griego y fue un apasionado de la literatura griega, obsesionado casi con preservarla para evitar su pérdida física descubriremos sus perfeccionistas proyectos de edición de estas obras. La vida de este hombre, evidentemente más compleja que lo que relata el autor, está llena de nombres ilustres y datos técnicos que revelan el elevado conocimiento del autor de esta época, pero también su saber hacer, al no resultar la novela pesada ni perder un cierto tono de ironía y ligereza en ningún momento. Manuzio se descubre como un hombre apasionado que sufrió ataques y boicots a su empresa alguno incluso de sus círculos más cercanos, pero que siempre siguió adelante. No en vano, muchas de sus ideas han llegado hasta nuestros días, en incluso el sello de la Imprenta Aldina le resultará familiar a más de uno.

El impresor de Venecia ha resultado una lectura diferente y más que satisfactoria escrita con un estilo impecable, a ratos francamente hermoso. No cabe duda que hay una moda no declarada de libros que hablan sobre libros o librerías y, en este caso, os propongo un viaje en el tiempo a una ciudad ya de por sí mágica, para disfrutar de este pequeño homenaje literario a la palabra impresa. Una delicia en muchos sentidos.
No os digo más, descubrid los rincones que esconde la novela.
Ya se que no es lunes pero decidme, ¿qué libro tenéis entre manos esta semana?
Gracias.
