Revista Cultura y Ocio

El incidente Perdicaris o el valor de una frase afortunada

Por Manu Perez @revistadehisto

Gregorius Perdicaris era un pobre ateniense que emigró a América para ganarse la vida, era inteligente y trabajó muy duro, se instaló en Virginia y se hizo con la Compañía de Gas de Trenton, la familia era ahora muy rica, razón por la cual su hijo, Ion Hanford Perdicaris, podía permitirse llevar una vida de autentico play boy.

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Pero  tras la guerra civil americana los confederados amenazaron con confiscar los bienes de los americanos de sur, Ion entonces volvió a Grecia y tomó la nacionalidad griega para proteger su fortuna.

El incidente Perdicaris

Ion dejó Grecia y se estableció en Tánger donde construyó una  gran casa llamada Villa Aidonia, rodeada de todo tipo de arboles y flores, entre ellos los primeros eucaliptos traídos desde Europa a  Tánger para que  su fragancia aliviara la persistente bronquitis  asmática de su esposa, ( esposa que como buen play boy había robado a un amigo ingeniero que pasaba demasiado tiempo fuera de casa)

Aunque Tánger a principios del siglo XIX era un poblacho de 5000 habitantes azotado por la peste, poco a poco  comenzó a prosperar, su clima era benigno, había agua en abundancia  y hermosos bosques y los europeos  se fijaron en ella, valoraron su privilegiado enclave entre Europa y África y su importancia comercial y la hicieron el centro de sus actividades diplomáticas,  muchos ingleses hicieron aquí sus palacios hasta el punto de que el sultán Sulayman regaló a los americanos el lugar donde situaron  su embajada, ésta sería la primera delegación  exterior de  EE.UU.

Tánger estaba mandada por el sultán de forma despótica, pero los europeos eran lo bastante fuertes como para determinar muchas de sus decisiones y el sultán les permitía mucha independencia. Muley Al Raisuli era el jerife de la tribu Yebala,  un jerife era un descendiente directo del profeta Mahoma, pero también era un príncipe con derecho legitimo al trono de Tánger, por eso se atrevió a pedirle el trono a Hassam al  sultán con el resultado esperado en estos casos: durante cinco años estuvo encarcelado y encadenado a una pared, salió a su muerte, pero era un proscrito, tenia que buscar dinero para vivir.

Era valiente  y se dio cuenta de que raptar europeos y pedir un alto rescate por ellos podía ser un buen negocio, aunque tampoco despreció raptar altos funcionarios marroquíes. Al primero que raptó fue a Walter Burton Harris, un joven ingles que se había establecido en Tánger enamorado de su clima y de sus permisivas costumbres (para los extranjeros, claro)

Por la liberación de  Walter no pidió dinero, sólo exigió  la libertad de algunos de sus hombres encarcelados, Walter y él se hicieron grandes amigos, Raisuli era alto, de aspecto elegante y  rostro agradable y Walter muy sensible a la belleza masculina. Después raptó a Perdicaris y a su hijo y esta vez se animó a pedir nada menos que 70.000 dólares, aparte de algunas concesiones territoriales y la inmunidad para él y su familia.

Cuando Theodore Roosevelt tuvo conocimiento del rapto se negó en redondo a pagar el rescate, aquel bandido miserable no iba a poner en jaque a los EE.UU y exigió al sultán Abdelazid que actuara, cosa que se tomó con la mayor tranquilidad y paciencia,  él no pensaba pagar aquel rescate ni luchar contra Raisuli, era un problema de los americanos que  no  habían sabido proteger adecuadamente la casa der su compatriota. Roosevelt, que quería presentarse a las próximas  elecciones, no dudó en aprovechar el incidente e hizo de él un casus belli.

Siete buques de guerra americanos  llegaron a Tánger,   estaba dispuesto a que sus marinos desembarcaran y tomaran la ciudad, pero el congreso estaba reticente  a llevar a cabo estas  amenazas  y lo estuvo más cuando se supo que  Perdicaris era desde hacia años un súbdito griego y no americano.

-Si Raisuli lo considera americano, nosotros lo defenderemos como a un americano- contestó Roosevelt, dispuesto a no perder el tren por semejante minucia ahora que todo estaba en marcha.

Republicanos y demócratas se enzarzaron en largas controversias en los periódicos sin un resultado claro hasta que Roosevelt llamó a un  conocido periodista para defender la idea: la frase que se le ocurrió fue genial.

“ ¡Queremos a Perdicaris vivo o a Raisuli muerto!”

Era una frase corta, tajante y dura, de las que  gustan a los americanos.

Toda la oposición se puso entonces de su parte, aquella frase llegó al alma de todos los americanos sencillos y patriotas, los marines desembarcaron en Tánger y a punto estuvo de haber un conflicto, pero al final el sultán cedió a todas sus peticiones y Perdicaris fue liberado.

El incidente Perdicaris acabó bien para todos, EE.UU salvó su honor, el sultán su dignidad y Raisuli siguió raptando funcionarios porque nadie demostró la misma energía que los americanos. Perdicaris, muy prudentemente, tardó pocos meses en vender su casa y en trasladarse a vivir a Inglaterra  desde donde  vigilaba sus negocios de América. Bromas las justas, debió pensar.

Autores: Tino Collantes Obiol para revistadehistoria.es

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