La huelga general del 21 de febrero, con los CDR independentistas como puntas de lanza y actores de la violencia y la coacción, representó un paso más de Cataluña hacia su deterioro económico y su ruina como sociedad próspera y civilizada. Promovida desde la misma Generalidad, la huelga general, teóricamente en apoyo de los políticos presos que están siendo juzgados, además de un suicidio fue una nueva presión para intimidar al gobierno de España para lograr que ceda y otorgue una independencia que ni siquiera quiere la mitad de la población catalana. La verdad pura y dura es que la huelga general representó la subida de un escalón más hacia el cadalso catalán y que la Generalidad, al promoverla, adquiere una gravísima responsabilidad como impulsora del empobrecimiento y el asesinato de la envidiable prosperidad catalana. ---
La huelga general catalana del 21 de febrero, con los violentos CDR como protagonistas y provocadores de bloqueos, coacciones, pintadas, cierres forzados, obstáculos a la libre circulación, angustia en la población y miedo en las empresas, que siguen escapando de Cataluña, demuestra que el verdadero avance que Cataluña consigue gracias a la presión independentista es hacia la pobreza y el atraso.
También se constata que la brutalidad y la barbarie no anidan en lo que llaman la "Extrema Derecha", que aboga por el orden constitucional y se manifiesta pacíficamente, como hizo no hace mucho en la plaza de Colón, en Madrid, sino de las izquierdas y el independentismo, precisamente los aliados de Pedro Sánchez, como puede apreciarse si se analizan los conflictos y protestas callejeras en la España de los últimos años.
Además, por su seguimiento, la huelga fue un fracaso y evidenció el cansancio de la población ante la tozudez estúpida del independentismo destruyendo la prosperidad y la paz.
La fuga de empresas continúa, pero ahora es más grave y peligrosa que en el pasado porque los que escapan de Cataluña no lo hacen por miedo sino empujados por la razón y los estudios de mercado y de prospectiva, como rechazo a la ruina que se avecina y que cada día es más evidente. Cataluña, poco a poco pero con paso firme, se gana la hostilidad de sus mejores clientes tradicionales, se empobrece y se convierte en territorio hostil para la libertad de empresa y de mercado, transformándose, lamentablemente, en un territorio que se aleja de la paz y la prosperidad.
Muchos observadores y analistas empiezan a sospechar que el verdadero objetivo del independentismo es que la sociedad catalana sea más pobre y atrasada, convencidos de que esa sociedad estará más descontenta y será más antiespañola y volcada hacia el independentismo. Pero se trata de una apuesta demasiado arriesgada, además de inmoral, ya que es probable que el efecto que se consiga sea justo el contrario, que los ciudadanos rechacen el independentismo al que identificarían con el deterioro y la pobreza.
El empobrecimiento de Cataluña por culpa del proceso independentista es una realidad indiscutible, a juzgar por los datos y por las opiniones de instituciones y empresas. El Banco de Sabadell lo ha expresado oficialmente y otras empresas catalanas, entre ellas la Caixa, lo han admitido en sus documentos y han trasladado su sede para defenderse de esa caída. Save the Children ha alertado de la vulnerabilidad que sufren los niños en Cataluña, donde ha constatado que uno de cada cuatro vive en la pobreza.
Mientras tanto la fuga de empresas es constante, aunque ahora se realiza con más discreción. Desde que Quim, Torra ocupa la presidencia, la fuga se ha acelerado y eventos cargados de riqueza que tienen su sede en Barcelona, como el Mobile World Congress, cuya edición de 2019 abrirá sus puertas en los próximos días, analizan seriamente si les conviene emigrar a otra ciudad menos conflictiva y con más futuro.
Lo que está ocurriendo en Cataluña, donde la política lo contamina todo y deteriora la economía y la convivencia, es un verdadero suicidio.
Francisco Rubiales