Hay libros que antes de leerlos ya sabes que te van a gustar. Por el título o la portada, porque has oído hablar de él o sencillamente porque te lo regaló Irene
Digo esto porque esta obra está ambientada en la posguerra de la Segunda Guerra Mundial y en los últimos seis meses he leído un par de libros que transcurren en la misma época (El hombre en busca de sentido y La ladrona de libros) y otro durante la Revolución Rusa (El testigo invisible). Y claro, yo pensaba que tanto leer sobre el siglo de los genocidios iba en cierto modo a inmunizarme. Nada más lejos de la realidad.
Pero, ¿quién es Brodeck? ¿Y por qué tiene que escribir un informe?
Apenas ha transcurrido un año desde el final de la guerra cuando una muerte rompe la tranquilidad de un pequeño pueblo perdido en las montañas. El único extranjero del lugar, a quien llaman Der Anderer -el Otro, en alemán-, ha sido asesinado y todos los hombres de la localidad se confiesan autores del crimen. Todos menos Brodeck, quien recibe el encargo de redactar un informe sobre lo sucedido «para que quienes lo lean puedan comprender y perdonar».
Como ves, el argumento llama la atención desde el principio. Al escribir en primera persona, nos identificamos con Brodeck metiéndonos en su piel desde el minuto uno, y no podemos más que compadecerle y acompañarle en la odiosa tarea que le ha sido encomendada. Porque escribir un informe sobre un asesinato del que todo un pueblo ha sido cómplice no es una tarea sencilla.
Y más cuando conocemos que estuvo internado en un campo de concentración o que su mujer ni habla ni siente ni padece después de sufrir uno de esos sucesos de las guerras que perturban y hielan la sangre. Nuestro amigo Brodeck ha vivido la tragedia en su propia carne y eso no puede evitar dejarlo traslucir mientras escribe escondido en el garaje con miedo a sus vecinos.
Me refiero a la capacidad que tiene Brodeck para a través de su vida tocar las teclas escondidas del alma humana, las luces que muestran y las sombras que todos los hombres ocultan y la actitud tan distinta que toman unos y otros ante los acontecimientos que les sacuden. Me refiero al alcalde mirando el cadáver del Anderer; al profesor de toda la vida de Brodeck cerrando los ojos delante de un granero; a Poupchette, la niñita nacida mientras Brodeck estaba fuera correteando alegremente en medio del caos; al mismo Brodeck en el vagón de aquel tren de camino al infierno. Y tú que lo lees con los pelos como escarpias y el corazón en un puño.
Philippe Claudel logra un ritmo ágil en sus casi trescientas páginas gracias a que los capítulos son cortos y van al grano, abundan los diálogos y las descripciones escasean. Respecto a este último punto, me ha llamado la atención que no sabemos exactamente donde se desarrollan los acontecimientos, tan solo sabemos que todos hablan alemán pero no están en Alemania y que el pueblo fue ocupado durante la guerra. Lo cual reduce las posibilidades a Austria, alguna región como Alsacia o a la República Checa o Polonia, si bien el autor no nos lo dice en ningún momento.
En definitiva, El informe de Brodeck es una historia impactante muy buen contada que en algunos momentos, por qué no decirlo, te remueve el alma para hacerte soltar alguna que otra lagrimita. Muy merecedor de la pena.
"Contar es un remedio infalible"
Gracias por leer.