La Masonería se prohíbe a sí misma el proselitismo. Eso significa que considera contrario a su método el realizar cualquier tipo de presión directa o indirecta sobre una persona para que se afilie a una Logia. Consideramos que toda forma de proselitismo encierra una sutil coacción.
Además, no es necesario pertenecer a la Masonería para trabajar sobre el mejoramiento personal o para sentirse vinculado con los valores de la libertad, la igualdad y la fraternidad. La Masonería no es sino un camino entre otros.
La Masonería no es tampoco una religión ni un arca de salvación a la que haya que incorporarse forzosamente. De ninguna manera se puede crear ningún tipo de expectativa en cualquier persona respecto de que vaya a encontrar en las Logias la felicidad personal o la solución de sus problemas morales o materiales. Ya hay demasiados grupos que se proclaman, se ofrecen y se postulan en ese sentido. La Masonería, si es fiel a sí misma, no puede hacerlo.
Lo único que la Masonería puede y debe hacer es señalar su presencia para que quien lo desee, libre y espontáneamente, pueda llamar a sus puertas, a sabiendas que en cualquier caso será leal y correctamente tratado en sus demandas de información o en su pretensión de ingreso. Eso es todo. Nada más, pero nada menos.
La masonería exige a sus miembros respeto a las leyes democráticas del país en el que viven y trabajan. Es importante que las personas que deseen entrar en la masonería asuman un bien entendido compromiso de colaboración mutua con otras. Los masones se dedican a mejorarse como personas y a intentar vivir, de acuerdo con altos principios morales, como buenos ciudadanos, sin pretender tener el monopolio de estos ideales. La masonería rechaza toda afirmación dogmática y considera que toda concepción metafísica pertenece al fuero interno de cada individuo.
Los requisitos básicos para ingresar son tener la mayoría de edad, sin distinción de sexo, nacionalidad, grupo social o religión. Gozar de buena reputación y no desempeñar un oficio o profesión que atente contra los Derechos Humanos, la ética, la moral, y los Principios de la Francmasonería. Todo ello se resume en el aserto masónico "ser libre y de buenas costumbres".
Las personas que cumplan con estos requisitos fundamentales y que deseen ser admitidos Francmasones deberán realizar una petición formal a la que seguirán el contacto con miembros de una Logia, diversas entrevistas, cumplimentar una solicitud y atender otras cuestiones que oportunamente se le pedirán una vez establecido el contacto personal. Todos los pasos precisos seguirán los usos y costumbres masónicas, y supondrán el absoluto respeto por su aceptación por parte del interesado, quien en todo momento, ante cualquier duda, podrá pedir las aclaraciones que precise antes de continuar con su voluntario acercamiento a la Orden.
Toda admisión en la Francmasonería está sometida a votaciones democráticas y culmina en la iniciación.
El ingreso debe ser un acto de libertad y soberanía personal