Revista Opinión

El "inicio del cambio" en Andalucía: otra lectura de las elecciones del 22 de marzo

Publicado el 26 marzo 2015 por Franky
España se ríe de los andaluces porque dicen que hemos votado a los que nos roban. Pero esa es una verdad a medias. Muchos han interpretado el resultado de las elecciones andaluzas como un escandaloso fracaso sólo porque el PSOE, merecedor de castigo por sus corrupciones, tropelías e injusticias, no ha sido castigado como merece, pero la verdad es que los objetivos de los que queríamos el inicio del cambio se han cubierto. Uno de cada cuatro andaluces apostó por un partido nuevo que representa una nueva forma de ser y estar en política, una base mas que notable y muy sólida para, desde ella, acometer la ruta del cambio, cuyos frutos se verán muy pronto. --- Los resultados de las elecciones están siendo vendidos en toda España como una rotunda victoria de Susana Diáz y sus socialistas y como una demostración palpable de que los andaluces están tan deteriorados como ciudadanos que han sido capaces de votar a los corruptos que roban el dinero público y a los verdugos que mantienen a Andalucía en el atraso y la cola de Europa.

Sin embargo, esa interpretación es incorrecta y tendenciosa.

Los resultados pueden interpretarse de diferentes maneras, según el enfoque, pero lo que ha quedado meridianamente claro es que en Andalucía hay pocos ciudadanos y muchos "clientes" y que el sistema creado por el socialismo andaluz no es una democracia sino una implacable tela de araña clientelar, tejida para que el poder del PSOE sea eterno y el pueblo inculto y aborregado siga votando con atavismo y con terror a perder las lismosnas y subsidios que recibe de los nuevos "señoritos" de Andalucía, que ahora se llaman "políticos".

Los apoyos obtenidos por Susana no son tan sólidos como pretenden hacernos creer. Ella esperaba una mayoría absoluta que le permitiera gobernar sin el "lastre" de Izquierda Unida y, aunque ha mantenido los mismos escaños que tenía (47), ha perdido 120.000 votos, se ha quedado sin socios para una coalición de gobierno y ni siquiera tiene garantizados los votos que necesita para la investidura.

Los nuevos partidos emergentes saben que compartir el gobierno o funcionar como aliados de los socialistas equivale a morir en las próximas elecciones. El Partido Andalucista (PA) e Izquierda Unida (IU) ya mordieron el polvo por haber sido "amigos" y repartirse el poder con el socialismo andaluz.

Los demócratas andaluces y los cientos de miles de ciudadanos que querían un cambio de rumbo en la política andaluza, en manos del socialismo desde hace 33 años, no han sufrido una derrota estrepitosa, como quieren hacernos creer. Uno de cada cuatro andaluces, casi el 25 por ciento, ha apostado por Podemos o por Ciudadanos, dos partidos nuevos que representan una nueva forma de ser y de estar en la política y un profundo rechazo a lo que el PSOE y el PP representan, lo que constituye una base muy sólida para un proceso de cambio que solo ha comenzado.

Hay muchos datos que indican que la victoria del socialismo andaluz, comandado por Susana, es "pírrica" y que ella, a pesar de su victoria, ha exhibido ante España entera tantas carencias y defectos, durante la campaña electoral, que se le han cerrado las puertas de cualquier liderazgo nacional, sobre todo el de su propio partido, cuya secretaría general aspiraba a conquistar aupada por el éxito de una mayoría absoluta en Andalucía.

Las elecciones han dejado desnudo al socialismo andaluz, al que le han descubierto en toda España sus carencias y aberraciones antidemocráticas, sobre todo la eficaz red clientelar que han montado para que el voto de los paniaguados y los cientos de miles de andaluces aterrados ante los fantasmas del desempleo y la pobreza les voten para seguir recibiendo los subsidios y ayudas que les mantengan vivos.

Después del 22 de marzo, nadie puede dudar que al socialismo andaluz solo le votan las capas mas incultas, dependientes y aborregadas de la sociedad, casi todas localizadas en poblaciones pobres, en bolsas urbanas sin formación ni empleo y en ancianos con pánico a perder la pensión, ademas de los muchos cientos de miles que viven directamente del empleo público y de las limosnas y subvenciones del gobierno. El resto de los andaluces, con la "inteligencia" y la gente que piensa y decide por si misma en pleno, han abandonado al partido de la corrupción y a su lamentable adversario, el PP de Rajoy.

El liderazgo de Susana ha demostrado con claridad que Andalucía no es una democracia sino un régimen clientelar y con un poder casi absoluto, que ha sabido pervertir el sistema hasta el extremo de asegurarse el voto de los pobres, los asustados, los borregos y los incultos.

Esa parte pensante, educada, libre y reflexiva de la sociedad andaluza, que quiere la regeneración y el cambio, una porción escasa pero que ejerce un notable influencia y liderazgo como prescriptora, ha obtenido nada menos que el 25 por ciento de los votos en una contienda difícil, marcada por el miedo a perder los subsidios y ayudas de una Junta de Andalucía que ha advertido claramente a los suyos que solo podrá garantizarles el trabajo y las ventajas si se movilizan y consiguen una victoria socialista.

¿Que decir del PP? Los primero es que es tan poco atractivo como opción que es el gran culpable de las victorias reiteradas del socialismo andaluz porque los ciudadanos, al mirar a los dos grandes partidos, optan siempre por el que creen menos malo y aplican el principio de que "mas vale malo conocido que bueno por conocer". Con el PP, un partido que ha sido incapaz de poner en peligro la hegemonía socialista en Andalucía, se han cumplido las previsiones al bajar de 50 a 33 escaños, aunque también menos de lo esperado, porque el pésimo gobierno de Rajoy en España y la escasa solidez del candidato andaluz Juanma Moreno Bonilla, desconocido y poco atractivo como líder, auguraban una derrota todavía mas estruendosa.

Los andaluces no son mas cobardes ni mas borregos que el resto de los españoles, ni son los culpables principales de su desgraciado atraso y de la corrupción que infecta a su gobierno. La única culpa de los millones de andaluces que han votado a sus verdugos es tener miedo a perder lo poco que les queda, un miedo comprensible y explicable cuando el gobierno socialista andaluz controla mas de la mitad de la riqueza de la región y ejerce un poder cuyos capilares se adentran hasta el último rincón de la sociedad civil, un poder tan aplastante y decisivo como el del castrismo en en Cuba o el de cualquier dictador africano sobre su pueblo hambriento y analfabeto.




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