Siempre he considerado la invasión de Irak, y así lo he escrito en varias notas, como el peor error occidental desde la II Guerra Mundial, y lo que está ocurriendo ahora refuerza mucho más mi opinión, aunque a la vez me temo otro error: ayudar a la Dictadura Islámica de Irán aunque sea para luchar contra otros radicales islámicos.
Las razones por las que doy la calificación de inmenso error a tal invasión son varias, en primer lugar porque en mi larga estancia en Oriente Medio, hace unos 30 años, visité varias veces Irak, que entonces, y a pesar de ser gobernado por un dictador loco y tiránico, era uno de los pocos y seguramente el único país de la zona, quizás junto con el Líbano, con una importante clase media culta y profesional que por supuesto se ha ido toda a paseo por culpa de la maldita invasión, y además, todo y con ser debido a la misma razón del tirano loco no había terrorismo, mientras ahora es el paraíso del terrorismo islámico, y aparte estas dos y otras, existe una razón geoestratégica que no tiene ningún sentido: la mayor parte de la población de Irak es musulmana chiita, el país tiene una extensa frontera con Irán a lo largo de todo el este del país, e Irán es lo que podríamos llamar el país líder de los chiitas, al igual que Arabia Saudita es el país líder de los sunitas, enfrentados, con mucha frecuencia a muerte, desde el siglo VII por la sucesión de Mahoma. A la fuerza después de la invasión, tarde o temprano se debería traspasar el poder a un gobierno iraquí, que sin duda tendría mayoría o estaría totalmente formado por chiitas, lo que es lo mismo que regalarle el país a Irán, país que sí da un considerable apoyo al terrorismo islámico y es una amenaza constante para cualquier país occidental.
Este “regalo” a Irán nos ha llevado a la situación actual de guerra entre chiitas y sunitas. Los chiitas son mayoría en Irak, entre el 60 y el 65% de la población, y constituyen casi el único grupo religioso de Irán, después de que la mayor parte de los iraníes que no profesan la versión chiita del Islam han huido del país, pero en el resto del mundo musulmán los sunitas constituyen una amplia mayoría, y la situación en el Islam ha llegado a tales niveles de tensión que los sunitas que siempre han sido considerados como más moderados que los chiitas se han lanzado ahora a barrer chiitas e infieles del territorio del que ellos llaman el Estado Islámico de Irak y Siria (EIIS), que quieren establecer por la fuerza, se supone que como primer paso para el restablecimiento de algo parecido al Imperio Otomano. Y el Sr. Obama está dispuesto a sentarse con los iraníes para discutir la ayuda yanqui en su lucha contra los radicales sunitas. Otro inmenso error. Será lo mismo que si un condenado a morir fusilado se entrometiese en una discusión entre los componentes de su pelotón de ejecución, a favor de unos y contra otros, cuando al final todos dispararán a matar contra él.
Lo que debería hacer Obama es sentarse con los israelitas para que le expliquen con detalle las inteligentes estrategias que utilizan desde hace tiempo para aprovechar en beneficio propio los inevitables combates a muerte entre musulmanes.
Los Británicos, más inteligentes y mejores conocedores de la zona que los Norteamericanos, debido probablemente a su pasado como potencia colonial, a pesar de que han reabierto su embajada en Teherán, cerrada a raíz de una ocupación de la misma por manifestantes en 2011, han dejado bien claro que no van a intervenir en este conflicto, más allá de un eventual apoyo logístico al gobierno Iraquí, y que después de la experiencia de Libia, en el futuro raramente intervendrán en conflictos de Oriente medio.
En mi nota del 9 de Noviembre de 2013, y en referencia a las negociaciones sobre el programa nuclear Iraní ya decía que aplicar el calificativo de moderado al actual Presidente de Irán, Hasan Rouhani, está al mismo nivel de estupidez que afirmar que la picada de una cobra es más leve que la de dos cobras. Los objetivos de Rouhani, del anterior Presidente Ahmadinejad , y de la cúpula religiosa que puso a los dos en el puesto es exactamente la misma: extender el Islam a todo el mundo por conversión o por conquista, y lo único que varía es la estrategia a seguir. Estrategia iraní que ha cambiado con el Presidente, pero no porque ahora sean más razonables y ya no tengan como principal objetivo el conseguir el arma nuclear, sino porque las consecuencias del bloqueo a que Irán está sometido en la actualidad por intentar conseguir la bomba, han deteriorado la economía del país hasta tal extremo que empezaba a ser insoportable para la población, con elevado riesgo de conflicto interno a pesar del durísimo control ejercido por la dictadura islámica. Después de tomarle el pelo a los USA y la U.E. con el acuerdo sobre su programa nuclear, ahora quieren la colaboración occidental para detener a la mayoría sunita ante el peligro que al llegar a la frontera Irak-Irán no se detengan. Si los países occidentales aceptan significará que no han aprendido nada de los casos que en Oriente Medio han ayudado a que Guatepeor sustituyese a Guatemala, mediante intervenciones para defender a los que parecían los buenos para acabar dando la victoria a los peores.
Por cierto, este inmenso error de Irak coincidió con la primera vez en que España tuvo una posición preponderante en un conflicto internacional, gracias a José Maria Aznar, al que demasiados españoles todavía consideran el mejor Presidente de la democracia, a pesar de la Ley del Suelo que hinchó la burbuja inmobiliaria, de la Ley del Sector Eléctrico que ha transformado el suministro de electricidad en una inmensa estafa a los ciudadanos, y de habernos metido en la descomunal equivocación de la invasión de Irak, con el agravante de que de los tres de las Azores (Aznar, Blair y Bush) Aznar es el único que no solo no ha reconocido su error, sino que ha afirmado que de poder volver atrás en el tiempo haría exactamente lo mismo. Ya se sabe, en política en España, sobre todo en relación con el PP la realidad no existe si no coincide exactamente con lo que ellos piensan y dicen.