En los termiteros tanzanos, además de las termitas viven moscas de la fruta, algunas avispas y piojos de los libros, pero además habita una amenaza diminuta: una larva con una ventosidad letal para los termes.
La larva Lomamyia latipennis acerca su abdomen a la cabeza de una termita. Sin siquiera tocarla, levanta y agita su abdomen para liberar su efluvio sin que la víctima ofrezca resistencia. Tres minutos después, esta yace boca arriba moviendo las patas erráticamente. La larva, incapaz de defecar hasta que sea adulta debido a una estrechamiento entre el estómago y el intestino posterior, inyecta con sus elementos bucales una enzima que disuelve a la termita. Entonces, la larva sorbe el jugo de su presa.
A pesar de sus meros 0,07 mg en comparación con los 2,5 mg de la termita, la larva puede llevarse por delante a las termitas que se acerquen a la primera. Solo las más grandes pueden resistir su ataque, aunque quedan ligeramente aturdidas. Su flatulencia es tan letal, que aún sin devorar a su presa, moriría en tres horas. Sin embargo, no afecta a otros insectos típicos de los termiteros. Este proceso lo realiza en su primer y tercer estadio, cuando es más móvil y voraz. En su segundo estadío, permanece inmóvil.
Hasta el momento se desconoce la composición del gas emitido, aunque parece improbable que el componente letal sea la alta concentración de metano, ya que de por sí las termitas producen mucho debido a su dieta alta en fibra y sus bacterias digestivas. Es decir, debe ser un componente específico que les afecte a ellas y no a otros insectos del termitero.
Otras especies relacionadas, como la Chrysoperla comanche exudan gotas pegajosas desde sus glándulas anales cuando está amenazada. Las larvas pueden ejecutar el movimiento necesario para lanzar las gotas incluso estando decapitadas. En este caso, también se desconoce su composición, aunque se sabe que puede defenderse de ocho hormigas antes de quedarse sin "munición". Otra especie similar, la crisopa ( Chrysoperla carnea), produce escatol, presente también en el alquitrán de hulla y las heces.
En definitiva, a pesar de esta peculiar arma, se trata de una especie muy poco estudiada. En el futuro, con más investigación, se pueda reconocer la composición de la emisión y encontrarle usos prácticos.