Edición: Salamandra, 2012
Páginas: 336
ISBN: 9788498384802
Precio: 17 € (e-book: 11,99 €)
En un momento en
el que gran parte de la oferta de narrativa está dedicada a temas de sobra
explorados (mujeres fuertes de las landscape novels, guerras del siglo XX, libros sobre libros, sagas familiares…), se
agradece mucho encontrar una novela como El
insólito peregrinaje de Harold Fry. Por su honradez. Por su esperanza. Por
su luz. Por ser, en definitiva, un soplo de aire fresco que reconforta al
lector y le invita a imitar al protagonista en su particular viaje por toda una
vida. Siempre es arriesgado describir una obra como «diferente», pero el debut
de Rachel Joyce (Londres, 1962), ex actriz y guionista de la BBC, me lo parece,
al menos en comparación con lo que se suele publicar. El libro ha sido un éxito en Inglaterra —más de 90.000
ejemplares vendidos en seis meses—, se ha traducido a 23 idiomas, se han
vendido los derechos para la adaptación al cine y estuvo nominado al
prestigioso Man Booker Prize; unos logros más que merecidos.
Harold Fry
podría ser un recién jubilado cualquiera: está casado con Maureen, tiene un
hijo, lleva una vida tranquila y se muestra agradable con los demás. Sin
embargo, un día toma la decisión de hacer algo que lo obliga a salir de su
anodina existencia. El detonante es una carta en la que Queenie, una antigua
compañera de trabajo a la que hace veinte años que no ve, le informa de que se
está muriendo de cáncer. La primera reacción de él es responder con un mensaje
amable, pero sabe que eso no basta y finalmente no echa la misiva al buzón.
Después de charlar con una chica que le recuerda que la ciencia no es infalible
y ante todo debe tener fe, Harold empieza un particular peregrinaje para
visitar a Queenie en persona: recorrerá el país de un extremo al otro, a pie y
sin más equipaje que el convencimiento de que si él completa lo que se ha
propuesto, su amiga se salvará.
Tengo que
reconocer que, de entrada, la idea de un «peregrinaje» no me resultaba
atractiva; le asociaba connotaciones religiosas, pensaba que se trataría de una
revelación espiritual al más puro estilo Paulo Coelho. Afortunadamente, me
equivocaba: Rachel Joyce reconvierte la peregrinación en algo actual, de
ambiente fresco y cercano; sigue siendo un acto de expiación, pero sin tintes
místicos, más bien como un ejercicio de
reflexión cotidiana sobre las propias experiencias. Ahí está la clave:
sencillez, empatía, naturalidad; el protagonista reúne todos esos atributos. El
peregrinaje no es monótono ni aburrido, porque mantiene el interés gracias a
los personajes que conoce Harold por el camino y a sus propias cavilaciones;
todo contribuye a indagar en sus recuerdos, en aquello de lo que se arrepiente.
La vida de Harold, como la de cualquier persona, también tiene sus sombras.
El insólito peregrinaje de Harold Fry es una novela
de ritmo pausado, para saborear despacio, deteniéndonos en esos pequeños
pensamientos sobre la vida. En cada capítulo se desvela más información sobre las
experiencias de Harold, como la sensación de no comprender a su hijo David y el
hecho de haber fallado a su amiga Queenie en algo que desconocemos. También se
replantea el peregrinaje en sí: no lleva el calzado adecuado, piensa en lo
absurdo de su propósito, su forma de relacionarse con la gente evoluciona... La
autora, como quien teje un jersey, desarrolla una red cada vez más compleja a
medida que avanza la novela, aunque sin perder su voz fresca, sin tapujos y con sentido del humor, un tono amable que
consigue transmitir mucho sin utilizar estridencias (lo que llamaría una engañosa sencillez,
porque lo que hace Rachel Joyce nos resulta tan asequible de leer que parece
fácil, pero no lo es).
La sensación de
no haber cumplido en ninguno de los roles que la vida obliga a adoptar (hijo, marido,
padre, amigo) y la reflexión sobre las barreras que nos ponemos para
interactuar con los demás en esta sociedad individualista son algunos de los
asuntos tratados. Temas bastante universales, en efecto, por eso aquello de ser
capaces de ponernos en los zapatos del
otro cobra más sentido que nunca. La culminación de este peregrinaje es una
recta final espectacular, conmovedora, uno de esos desenlaces que suman puntos
y se ganan un hueco más profundo en el corazón del lector (aunque peca de ser
bastante lacrimógeno). Sentimos a Harold tan real, tan humano, tan vulnerable,
que da pena separarse de él.

Rachel Joyce
Para terminar, si buscáis una novela que os sorprenda y emocione, una novela que os implique de verdad, acompañad a Harold en este peregrinaje y aprovechad el recorrido para replantearos la vida del mismo modo en el que lo hace él. Rachel Joyce ha construido una historia que traspasa, que transmite mucho con poco, sin perder nunca el tono franco. Creo que El insólito peregrinaje de Harold Fry puede gustar a muchos lectores porque tiene dos ingredientes que no fallan: un contenido que inspira empatía y una escritura fácil de leer. Por estos motivos también lo considero una excelente opción para regalar a una persona querida. En fin, os animo encarecidamente a conocer a Harold, un verdadero hallazgo.