Revista Política
El insumergible Gordon Brown y el enigmático David Cameron.
Publicado el 10 abril 2010 por Englishman @englandcourantLo que era un secreto a voces se ha desvelado al fin: la fecha del 6 de mayo como la elegida para celebrar los comicios británicos. Y la verdad es que son interesantes por muchas razones además de la aparente igualdad en sondeos. La larga duración de las legislaturas británicas -cinco años nada menos- hace que las elecciones se tomen en serio ante la perspectiva de aguantar a un lider por cinco años, ya que es muy poco corriente que se convoquen elecciones anticipadas porque el sistema electoral de mayoría deja poco margen a la elección de parlamentos débiles. En la historia reciente de UK solo ocurrió en 1974.Otro elemento a tener en cuenta es la trayectoria de los líderes de ambos partidos. Hay quien opina que el electorado de Reino Unido es poco proclive al bipartidismo que se da en otros países; pero también hay analistas que creen que la victoria y transformación del laborismo por Blair ha transformado el mapa electoral británico hacia un bipartidismo más nítido -aunque sin afirmarlo- al abrir el tradicional obrerismo laborista a las clases medias. En este sentido ha avanzado Gordon Brown al redactar presupuestos más a la medida de las clases medias.Un cambio que no se circunscribe al ámbito laborista, ya que el líder conservador David Cameron ha llevado a su partido hacia una modernización evidente, aunque Cameron ha hecho de la necesidad virtud al modernidad el partido. A pocos se nos escapa que los modos electorales británicos tienen muy poco que ver con los continentales y, pese a sus semejanzas con el sistema norteamericano, los británicos seguían teniendo una forma muy decimonónica de hacer política, no solo parlamentaria, sino también electoral. Las campañas de Tatcher en adelante siguen cargadas de naftalina electoral. Fue Tony Blair quien introdujo la nueva imagen electoral importada de Estados Unidos, adelantándose a Obama con su aspecto juvenil y renovador. Era un cambio electoral que ya no tenía marcha atrás. El electorado joven que se había criado con la imagen de Blair es reticente a votar a los antiguos líderes de esos partidos de notables tan propios de la restauración del XIX. Es aqui donde entra David Cameron que acomete, al fin, la reforma de imagen que el partido conservador necestaba. Muy lejos quedaba para el electorado la imagen de Churchill, Eden o McMillan como iconos de la solvencia del Partido y, aunque resulta un referente de los conservadores, no era adecuado hacer de Tatcher bandera en algunos distritos electorales por los recortes que también sufrieron las clases medias.Por lo que David Cameron era la pieza que el partido necesitaba para actualizarlo a los nuevos modos. Un político que encaja muy bien, ya que encarna ese espíritu jovial como si de un Tony Blair conservador se tratase. Su misión era doble, la modernización del partido y ganar las elecciones sin renunciar a la esencia del conservadurismo británico. David Cameron era ese hombre ya que sus orígenes acomodados y casado con una mujer que desciende de una de las familias más antiguas de Inglaterra le une con ese poso elitista que el Partido conservador no ha dejado de tener, pese a que urgía una modernización. Por lo tanto, modernidad y tradición elitista se unen en David Cameron haciéndolo un candidato solvente para los conservadores.Pero entonces, ¿Qué ha fallado? ¿Qué ha pasado para que este candidato que subía como la espuma y que aventajaba a Brown en más de 20 puntos vea reducida esa ventaja a poco más de siete?Pero no solo es en el seno del partido conservador en el que hay interrogantes sobre su líder. ¿Es Gordon Brown el candidato idóneo para el Patido Laborista? Pues la verdad es que el vuelco que han dado las encuestas dificulta la respuesta a esta pregunta que no poca gente sigue haciéndose. Parece que el aparato del Partido se ha pacificado desde los primeros conatos de rebeldía. Hubo intentos de convocar primarias, congresos y más congresos. Pero Gordon Brown se mantuvo en la cuerda floja durante dos terribles años de crisis y el que era un cadaver político, un lame duck, se ha convertido en un superviviente político que le ha dado la imagen de político solvente y decidido en el campo del rescate financiero y ha vendido con bastante éxito la idea de que al país en una época como esta no le viene nada bien los experimentos electorales.También hay que tener en cuenta que Brown es el eterno número dos de esos dúos triunfantes en los que uno es la estrella mediática y el segundo el gestor en la sombra; pasó con Gonzalez-Guerra, Clinton-Gore, Brandt-Schmidt, etc donde cuando el segundo acaba accediendo al mando las cosas se tuercen. Aunque no sabemos si se tuercen porque los número dos deben seguir en la sombra o porque la cabeza del dúo ya ha dilapidado todo el capital político adquirido, caso de Clinton, González (aunque no con Guerra, sino con Almunia) y en este caso Brown.El duro carácter del Primer Ministro no parece ser un elemento que juegue a su favor en los debates electorales que le quedan, que son los primeros celebrados en unas elecciones británicas. En ellos los tories tienen la intención de afianzar la distancia en las encuestas necesaria para formar gobierno. Son de sobra conocidos los arranques violentos de Gordon Brown que ha llegado a agarrar a un colaborador por las solapas mientras le gritaba que había una conspiración contra él. Es un Primer Ministro que amedrenta a su personal y que tiene el carácter y los modos de un barriobajero director de tabloide. Pero aunque no ayude en los debates ante un líder con una imagen claramente mejor que la suya, puede dar la imagen de líder duro necesario en tiempos duros. Es eso lo que parece que ha llevado a limar las disidencias internas en el Partido Laborista.El fantasma del sistema electoral británico está presente en estas elecciones, si bien ya comentamos que se trata de un sistema mayoritario, también se trata de un sistema que juega a favor de los conservadores por la anticuada distribución de los distritos electorales, no modificada desde la I guerra mundial. Pero este anquilosamiento del sistema hace que el partido vencedor deba arrebatar al menos 117 diputados a su contrincante para formar gobierno. Gordon Brown ha propuesto un cambio en la redistribución de los distritos electorales para volcarlo hacia las grandes masas de población y así cortejar a los liberales-demócratas ante un posible caso de empate electoral. También se puede dar que, por las características del sistema, aunque Brown pierda el voto popular, siga aventajando a los Tories en diputados y, por tanto, sea el partido encargado de formar gobierno.Sea como fuere el legado que habrá de gestionar el vencedor de las elecciones no es halagüeño. Se enfrenta a un período de recorte en el gasto público que no es prorrogable, ya que está próximo al 12 ó 13% del PIB.Y es que la crisis ha acabado con el pacto tácito que se suscribió con Margaret Tatcher y que continuó con gobiernos de ambos colores. El gobierno hace oídos sordos a la manera de enriquecerse de la City londinense y ésta paga con los impuestos generados los proyectos de la clase política de Westminster. Pero con la caída de los principales bancos y de las operaciones financieras, los ingresos que el Gobierno recibía de la City se han reducido enormemente. Por lo que el gobierno que salga de las elecciones tendrá que recortar el espacio estatal en la próxima legislatura al 20% en la que, según los analistas, debe estar frente al actual 27%. Las próximas elecciones británicas dilucidarán quien ha de ser el gestor de un legado de cenizas, de un país al que la crisis económica ha plasmado la realidad de que ya no es un imperio y que para seguir teniendo una presencia exterior similar deberá asumir elevados costes a base de incrementar la carga fiscal, rebajar servicios o a base de más endeudamiento. Inglaterra tiene que elegir el modelo de país que quiere ser y un electorado desconfiado con su clase política no le permitirá grandes márgenes de maniobra; aunque bien es cierto que Reino Unido siempre ha sabido reinventarse a si mismo sin perder su esencia y sus tradiciones. Sea como fuere, se trata de las elecciones británicas más reñidas desde 1992 en donde John Major fue elegido por un estrecho margen y con las encuestas en contra. Es un escenario que ha mantenido las esperanzas laboristas y que ha mantenido un partido antaño desunido como un bloque. Ocurra lo que ocurra es muy edificante escribir y leer sobre elecciones. La democracia no solo es el sistema menos malo de todos, es aquel que permite desarrollar la creatividad política del ser humano.