La historia de lo que, a mediados de julio, pareció muy natural que un periódico tan comedido como Spectator, denominase “el escándalo del internamiento” se remonta al comienzo de la guerra, en cuya fecha se detuvo e internó a más de 2.000 sospechosos. Empezaron entonces a funcionar ciento veinte tribunales para extranjeros, y se examinaron cerca de 74.000 casos, incluyendo los de 65.000 refugiados políticos. De este total, 600 quedaron internados, 6800 colocados en la categoría B (no podía confiarse en ellos completamente), y el resto, recibió certificados de confianza.
Camino al internamiento
Durante el año siguiente, las noticias que llegaron primero de Noruega, y después de los Países Bajos, originaron ciertos temores, que no estuvieron muy lejos del pánico, en lo concerniente a la “quinta columna”. El 10 de mayo se internó a todos los extranjeros de sexo masculino que habitaban en las zonas costeras más expuestas más expuestas a una posible invasión anfibia alemana. El día 16, se detuvo a todos los varones comprendidos en la categoría B, fuera cual fuese su punto de residencia, yunos días después, se les condujo a la isla de Man, en compañía de sus hijos, a todas las mujeres que figuraban en esa categoría.
Concentración de prisioneros en la Isla de Man
En esta época, la prensa y el público en general pedían que se tomasen medidas todavía más drásticas, y el 21 de junio todos los restantes residentes de países enemigos (de los cuales más de 50.000, eran judíos) quedaron bajo custodia. Unos 8.000 fueron embarcados hacia Canadá y Australia, y otros muchos, entre los que figuraban personas de indudable probidad y considerables merecimientos, perdieron sus vidasal hundirse el Arandora Star, a primeros de junio, alcanzado por torpedos alemanes.
Por aquellos días, la opinión pública empezó a atacar duramente la política del Gobierno, y en particular la despiadada manera con que solía aplicarse. Se supo que un buen número de refugiados se había suicidado; que otros habían pasado por el trance de ver a sus familias disolverse, e incluso se hablaba de detenciones de hombres de ciencia que habían prestado servicios valiosos servicios a la nación…
En el Parlamento y en la prensa se contaban historias horribles, por desgracia más auténticas que magnificadas, y se evocaban las tragedias individuales producidas por esta política de internamiento. Poco a poco, ante la presión pública, los errores y la falta de humanidad fueron desapareciendo del sistema; se devolvió a los internados el derecho de apelación, y toda esta desagradable cuestión cayó en el más completo olvido, excepto para sus victimas.
Fuentes:
"Operación León Marino", de Peter Flemming
http://www.merzmail.net/jackbilbo.htm