Revista Cultura y Ocio
Parece ser que los altibajos emocionales están relacionados con la interracionalidad entre el hemisferio derecho y el izquierdo, o mejor dicho, en las anomalías de esas relaciones entre hemisferios. Ahora imagínense un interruptor de esos de palanca. Cada uno como le tercie la imagen. E imaginen cuando tienen pensamientos pesimistas que ese interruptor corta la mala relación entre los hemisferios. Así que actívelo. Es decir, baje la palanca para cortar la mala corriente que fluye desde el hemisferio izquierdo al derecho y deje que éste, más optimista de por sí, invada el espacio cortocircuitado. No es difícil. Repita la operación cada cuanto le venga un pensamiento negativo (que suelen elaborarse en el hemisferio izquierdo). ¡Corte la corriente! Cuando su mente haya identificado el proceso como un mecanismo interno, será tan natural como el tener hambre y comer. Parece una estupidez por lo sencillo que parece, pero nada tiene de sencillo ni de estupidez. Inténtelo y se dará cuenta de cuán poco domina su mente. Y su cerebro, menos. Se dará cuenta de lo cuesta crear un mecanismo interno en un cerebro reaccionario de por sí a toda innavación de procesos neuronales. Si los niños y adolescentes son un confluir de redes neuronales, la edad las va aplacando por comodidad y economía corporal y mental. Con la edad el cerebro no está dispuesto a la farragosa tarea de crear nuevas conexiones, y menos mecanizarlas como internas. Haga la prueba y marque en un calendario cuanto tarda en desistir de tal proceso. En este punto, se dará cuenta por qué algunos filosófos entendían la voluntad como el arma más poderosa del intelecto del hombre.