Autor/a: Antonio Muñoz Molina
Edición: 7ª ed.
Editorial: Seix Barral
Año de edición: 2004
Número de páginas: 221
ISBN: 84-322-0803-5
Abrir las páginas de este libro es como sentarse en la butaca de un cine antiguo y ver una película en blanco y negro donde la música de una trompeta interpreta una pieza de jazz esperando a que irrumpa en escena la femme fatal que, con su sola presencia, es capaz de cautivar al protagonista.
El invierno en Lisboa es eso, un homenaje al cine negro americano y a los tugurios de jazz donde una historia pasional se entremezcla con persecuciones, traficantes de cuadros y crímenes sórdidos entre Lisboa, Madrid y San Sebastian.
Un narrador anónimo nos cuenta la historia de Santiago Biralbo, un pianista de jazz que llevaba una vida anodina hasta el día que se cruza en su camino Lucrecia; mujer de un estafador de obras de arte que -como no podía ser de otro modo- la apartará de su lado, sumiéndolo en la soledad, viviendo con la esperanza de encontrar una carta en el buzón a la vuelta del trabajo y pensando que todo ha sido un sueño, que Lucrecia no es más que un producto de su imaginación.
Tras dos años sin saber nada de ella, Lucrecia reaparece momentáneamente en la vida de Biralbo dejando a su paso un mapa de Lisboa con la palabra Burma escrito en él. Esta vez no va a perderla y corre tras ella a la capital portuguesa, buscándola entre los rostros de la gente sin saber que no es el único que quiere encontrar a Lucrecia. Malcolm, su marido, quiere recuperar lo que le pertenece y no hablo únicamente de su mujer, sino de un cuadro de Paul Cézanne por el que es capaz de matar.
Una vez leído y, siendo sincera, tengo que reconocer que el estilo de Muñoz Molina me ha gustado muchísimo porque me ha parecido un autor de oficio que cuida en extremo los detalles, las descripciones y, sobre todo, las palabras, la forma de expresarlas y que, no en vano, le sirvió para ganar con esta obra el Premio de la Crítica y el Nacional de Literatura en 1998. Sin embargo, no me ha parecido una obra redonda porque el ritmo narrativo me ha resultado demasiado cadencioso y en una novela de este tipo lo que busco es que la acción me atrape y me mantenga pegada al libro de principio a fin cosa que no ha logrado El invierno en Lisboa. Con esto no quiero decir que sea un libro malo, todo lo contrario. Desde un punto de vista técnico es magistral, y no tiene pega alguna, pero le falta un poco más de ritmo en la acción, que no en los elementos de ésta, para ser una obra sublime.
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