Si se tuviesen que describir los productos de Apple en dos palabras éstas serían diseño y calidad. El problema surge cuando el segundo concepto falla de manera estrepitosa en el producto estrella de la compañía californiana. El iPhone 4 sufre graves deficiencias a la hora de captar cobertura de la red telefónica al sujetar el aparato de una manera determinada y la respuesta del fabricante no parece satisfacer a los consumidores.
Cuando un consumidor compra un producto de Apple espera una obra bonita y perfectamente acabada. Además, dado que el precio de los dispositivos que vende la empresa de la manzana mordida son de un precio más bien elevado, lo que menos se puede esperar uno es que el servicio de atención al cliente te responda ante un fallo tan grave como al que hoy le dedico esta entrada con una simple recomendación sobre cómo sujetar el aparato adecuadamente.
Nos encontramos ante una situación de crisis de reputación corportiva que puede tirar al traste uno de los pilares del éxito de la empresa de Cupertino y en la humilde opinión de un servidor, la contestación ideal que debería seguir Apple debería seguir un guión consistente en tres puntos básicos:
- Reconocer el error y no atribuirlo a una mala práctica en la sujección del aparato por parte del usuario. No es culpa del mismo que el aparato no funcione de manera adecuada.
- Solucionar el problema que sufre el dispositivo y ofrecer al usuario dos soluciones: reparar el aparato o la devolución del importe de venta.
- Por último, impulsar una estrategia de marketing que se aproveche de la gestión resumida en los dos puntos anteriores dando a entender al usuario que este tipo de errores no se volverán a dar, pero que en cualquier caso la compañía responderá íntegramente del buen funcionamiento y calidad de los productos que ponga a la venta.
Todo esto, claro, se trataría de una labor de tipo “ideal” que tendría que ser testada y contrastada con un informe sobre la viabilidad económica de la operación. La teoría siempre es bonita, pero no siempre se puede implementar…
Por cierto, saliéndome totalmente del tema, ¿sabíais que cada diputado recibirá -by the face- uno de estos aparatitos defectuosos con un coste que rondará los 90.000€ a cargo de las arcas públicas y en plena crisis económica? No se si a vosotros, pero a mí me parece una vergüenza.