Apareció en el s.VII y supuso un cambio en el curso histórico de los pueblos árabes que se extendieron desde el Magreb hasta la Península del Indostán.
Dominó buena parte del Mediterráneo y fue el tercer protagonista de la Edad Media, junto al Imperio Bizantino y la Europa feudal de Occidente.
Todo ello gracias a Mahoma o, al menos, en gran parte. Bajo su persona se alcanzó la unificación de un pueblo dividido, se creó una nueva religión y un destino común para los árabes.
La Arabia Preislámica:
Antes, Arabia, había sido un mundo fragmentado y con interminables luchas sangrientas. Se trata de una península situada en una encrucijada entre África y Asia, e influencias marítimas. Y el clima dominante, como hoy en día, es el desértico.
En sus orígenes aparecieron pueblos como:
el Reino de Saba en Yemen,
el Reino de Nabateo en Petra o
el Reino de Zenobia en Siria.
Con el tiempo, los romanos fueron dominando algunos de ellos, y en el s. VI muchas tribus de las que se encontraban en Arabia fueron vasallas del Imperio Bizantino y el Imperio Persa.
Había grandes contrastes entre la Arabia del norte y la Arabia del sur:
En la Arabia del norte se encontraban los árabes del norte o gasíes, era un territorio dominado por los beduinos nómadas. Su organización social era tribal y se dedicaban al pastoreo, al tráfico caravanero y al pillaje. Se concentraban en los oasis y estuvieron sometidos a los bizantinos y persas.
La Arabia del sur, sin embargo, era la “Arabia feliz”. Allí, se encontraban los árabes del sur o yemeníes. Fueron tribus sedentarias favorecidas por el comercio. El clima es algo más templado por lo que pudo desarrollarse actividades agrarias. Y estos árabes eran más ricos que los beduinos del norte y centro de Arabia.
En cuanto a la religión, por lo general, en Arabia existía un politeísmo tipo naturalista, es decir, adoraban a las distintas fuerzas de la naturaleza, denominadas VINS (piedras-dioses de ser astral, como por ejemplo Allah, en La Meca) que convivía con el judaísmo y el cristianismo.
Mahoma y el Islam:
La Meca era un cruce de caminos y su posición favorecía las relaciones comerciales con casi todo el mundo conocido.
Allí, se encuentra una piedra sagrada, la kaaba, que es un trozo de meteorito que fue y es objeto de culto.
Pronto surgió una peregrinación y feria entorno a dicha piedra y los quraysíes, tribu a la que pertenecía Mahoma, llevaron el control de todas las actividades que se desarrollaban en La Meca. El clan de Mahoma, concretamente, se encargaba del suministro del agua en la ciudad.
Mahoma, ha sido una figura enturbiada por su propia leyenda. Existen visiones contrapuestas del profeta, pero lo cierto es que a diferencias de otros profetas, él está dotado de una sólida historicidad. Las fuentes que hablan sobre él son: el Corán y la Tradición (el Hadit), base de la Sunna.
Su infancia y juventud son aquellas etapas de las que menos datos se tienen pero se sabe que nació en el 570, en el oasis de La Meca. Quedó huérfano a los sietes años y fue recogido por su tío Abu Talib, conviviendo con su primo Alí.
Se dedicó al comercio, teniendo contacto con los cristianos quienes le enseñaron los principios de su religión y se casó con la rica viuda Jadiyya.
En estas etapas, se marcó su carácter y formación religiosa y, su matrimonio, al ofrecerle estabilidad sentimental y económica le permitió madurar su pensamiento religioso y desarrollar su capacidad de organizador.
En el 610, Mahoma tuvo una revelación que cambió su vida y la del pueblo árabe.
En el monte Hira, el ángel Gabriel le anunció su misión profética.
Primero lo comparte con su familia, entre ellos, a su mujer Jadiyya, a su hija Fátima, a su primo Alí y a algunos amigos más íntimos.
Luego, lo hizo a su tribu, a los quraysíes con los que tendría sus primeros problemas. Su tribu no podía aceptar un monoteísmo que pusiese en peligro las peregrinaciones y todo el negocio que se generaba entorno a La Meca.
En el 615, comienza una persecución a sus ideas y a sus seguidores y, más adelante, mueren su esposa y su tío, máximos protectores de Mahoma.
Yatrib cambia de nombre, denominándose Medina al-Nabí (la ciudad del profeta) y la huída en el 622 se denominaría con el nombre de Hégira, a partir de la cual se inicia el calendario musulmán, el año 1.
Los exiliados y seguidores de Mahoma habían abandonado La Meca por lo que habían dejado allí todos sus bienes y riquezas. Por ello, estos saquearon las caravanas que iban hacia La Meca y se quedaron con todo lo que llevaban. La Meca reacciona ante tal situación, pero como resultado Mahoma y sus seguidores vencen cerca del pozo Badr, en el 624.
Mahoma aumenta el número de seguidores y llevaba varias batallas contra los mequíes. Tras varias victorias, entran triunfante en La Meca y es aceptado por la ciudad en el 629 y, al año siguiente, realiza la peregrinación a esta ciudad (10 de enero de 630), junto a un gran ejército. En 631, por motivos de salud, Mahoma no acude a su peregrinación y manda a su primo Alí. Ya muy enfermo, en el 632, realizó su última peregrinación a La Meca y, allí, realiza sus ritos, fija el calendario de doce meses lunares y pide a sus seguidores que ante todo mantengan la unidad. El 8 de junio del 632, Mahoma muere sin decir quién debía sucederle por lo que generó un período de fuertes conflictos.
En la próxima entrada (Segunda parte): "Los pilares del Islam, el califato perfecto y la primera expansión".