Cada atentado islamofascista, como el de Orlando en una discoteca para gais, siempre encuentra quienes tapan su origen religioso para no molestar a los musulmanes.
Barak Obama sugirió que el asesino mató a medio centenar de gais por homofobia y por exceso de armas en el país, cuando ese asesino posiblemente era un gay carcomido por sus remordimientos ante la sharia, que ordena ejecutar a los homosexuales.
En cuanto a las armas, en este caso es como si dijera que en 11S se produjo porque había muchos aviones para lanzarse sobre las Torres Gemelas de Nueva York.
Se niega hipócritamente ese origen religioso, cuando hay países musulmanes como Afganistán, de donde procedía la familia del asesino, donde hasta el 99 por ciento de la población, incluido su padre, justifica el asesinato de los homosexuales de acuerdo con la más estricta interpretación de la sharia.
El último estudio del Pew Research Center (PRC) con mahometanos de todo el mundo señaló que la mayoría desea la imposición de esa ley religiosa por encima de toda ley racional; por ejemplo, el 71 por ciento de los nigerianos, el 72 de indonesios, el 74 de egipcios, y el 89 de habitantes de los territorios palestinos.
Y un tercio de entre los 15 y 18 millones de musulmanes que viven en Europa desean ser gobernados por la sharía y ven con simpatía la yihad.
La sharia, que comienza a aplicarse secretamente en numerosas comunidades islámicas en Europa, está haciendo retroceder el laicismo en Turquía, regida por el presidente Erdoğan.
Ahora, los atentados están favoreciendo en el Reino Unido el posible Brexit, la salida de la UE, tras la promesa de Bruselas de acelerar la adhesión turca, a pesar, precisamente, de que ese país está volviendo al islamofascismo.
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SALAS