Los Jardines del Bóboli son uno de los lugares más visitados de Florencia, pero muchos visitantes pasan por alto un maravilloso rincón que, sin embargo, está incluido en la misma entrada: el Jardín Bardini. Así como los Bóboli son unos jardines a lo grande, propios del Palacio Pitti al que pertenecen, el Jardín Bardini tiene otro carácter más íntimo.
Su origen es un jardín botánico realizado a mediados del siglo XIII para la familia Mozzi. Este origen marca el carácter del Jardín Bardini, destinado sobre todo a la contemplación de las flores en un entorno tranquilo e íntimo; al contrario de los Bóboli, pensados para pasear. Hoy en día ambos forman parte de los Museos de Florencia, ente que gestiona varios museos, jardines y edificios históricos de la ciudad.
Lo más hermoso del Jardín Bardini es que cambia a medida que pasan los meses y las diversas especies vegetales florecen, proporcionándole un aspecto diferente cada pocas semanas. Personalmente, el momento de máximo esplendor me parece a finales de abril o principios de mayo, ya que florecen las flores lilas que cubren un túnel de enredaderas.
El jardín se puede recorrer en una media hora, ya que es bastante pequeño: Viniendo desde los Jardines del Bóboli, se entra por la parte superior del jardín, que llega hasta una amplia terraza desde donde hay una de las mejores vistas de Florencia. Desde allí, se cruza el túnel de enredaderas y se desciende hasta los parterres inferiores, para salir en una calle al lado del río Arno. También se puede hacer el recorrido a la inversa, aunque no es aconsejable ya que entonces se camina de espaldas a la ciudad.
Una visita al Jardín Bardini es muy recomendable, especialmente si visitas los Bóboli, ya que se encuentran a cinco minutos el uno del otro y están incluidos en la misma entrada. La visita no te llevará mucho tiempo y seguro que no te decepcionará.