«—¿Tanto placer te produce la lectura?
—Sí, mi señora —insistí—. No lo vas a creer, pero con Homero he viajado por el Mare Nostrum, con Jenofonte me he retirado con los Diez Mil, he asaltado las murallas de Troya junto a Agamenón y Aquiles, con Virgilio he navegado al lado de Eneas y con Tito Livio he cabalgado a la grupa de Julio César en Farsalia. En eso consiste el prodigio de los libros.» [Pág. 21]
Hablar con Jesús Maeso de la Torre es como hablar con una enciclopedia del mundo romano, disfruté con Oleum, el aceite de los dioses, y con El jardín de las Vestales regresa a la Roma Imperial con una magnífica novela ambientada en el siglo I a. C. que, siguiendo la peripecia del más afamado librero de la Antigüedad, nos sumerge en la agitada vida política y cultural del foro romano, pero también de la rica y vibrante Gades.
Jesús Maeso saca petróleo de la frase (leo el original: Plinio el Joven, Cartas. Libro II. 3-8) «¿Nunca has leído que cierto gaditano, impresionado por la fama y reputación de Tito Livio, vino a verlo desde la región más apartada de la tierra?»
La novela, que se lee en un pispas, nos cuenta la historia de Tulio Vero, el librero de Gades conocido como Graeculus, el Pequeño Griego, por su amor a las letras. Hijo del noble Ulpio Vero, su familia se enriqueció mediante el comercio e importando libros que luego vendían en su magnífica librería El Cálamo de Hermes.
Tulio es muy joven, apenas un muchacho, su acomodada existencia en Gades se vio agitada por dos deseos: el de viajar a Roma para conocer al famoso historiador Tito Livio como he dicho más arriba, y el de su amor imposible por la vestal Valeria Domicia.
«Conocer a una vestal en Gades es un caso insólito, pues no salen de Roma a no ser que hubiera un gran problema —comenta Jesús Maeso— y lo he unido al testamento fraudulentamente manipulado por Augusto que eso si es histórico pues lo comentan Plutarco y Suetonio.
¿Pero que significaba tener a una vestal en la familia? «Era una cosa importantísima —comenta Jesús Maeso—. Al ser las vestales las mujeres más sagradas y más venerables de Roma; tener una vestal era un prestigio enorme, pues las vírgenes vestales eran el vínculo con los dioses y guardianas del fuego sagrado en el santuario de Vesta en el foro romano y realizaban otros ritos asociados con la diosa, tales como custodiar los objetos sagrados en el santuario, además de ser guardianas de los testamentos de los próceres de la República (Mario, Sila, los Gracos, Julio César, Pompeyo). Este es uno de los temas capitales de la novela, pues su sustracción fraudulenta fue utilizada por Augusto para alcanzar el poder. El secreto de su más que posible manipulación, que se desvela al final, es el hilo conductor del fascinante misterio de la novela.»
Un punto importante y que condiciona de alguna forma la novela es que nuestro protagonista sea honrado con la Corona Cívica, honor conseguido cuando después de una batalla contra los Garamatas y dado por muerto junto al decurión Quinto Sisena logran llegar al campamento. El decurión narra la historia del heroísmo de Tulio Vero al salvarle lo que es recompensado con la Corona Cívica. Más adelante, en la novela, Quinto Sisena volverá a coincidir con Tulio Vero en una situación muy comprometida.
Para que os hagáis una idea, la Corona Ciívica era en la época como el Lazo Púrpura en Estados Unidos, o la Laureada de San Fernando en España y abría al afortunado todas las puertas, incluso la posibilidad de llegar a senador. Para ello tenías que haber hecho una hazaña excepcional siempre dirigida a salvar un compañero en batalla.
Pero, ¿cuánto de real y cuanto de ficción hay en la novela?
«En lo relacionado con la relación de Tulio Vero con la vestal Valeria Domicia es meramente imaginativo, ahora todo lo demás, lo de Augusto, lo de la batalla contra los Garamatas y lo de la vida cotidiana en Roma, es absolutamente verídico».
Después del éxito de Oleum, el aceite de los dioses, Jesús Maeso de la Torre regresa a la Roma Imperial con una magnífica novela ambientada en el siglo I a. C. que, siguiendo la peripecia del más afamado librero de la antigüedad, nos sumerge en la agitada vida política y cultural del foro romano, pero también de la rica y vibrante Gades.
El autor:
Jesús Maeso de la Torre (Úbeda, Jaén) es uno de los autores de novela histórica más reconocidos de nuestro país. Estudió Magisterio y posteriormente obtuvo una licenciatura en Filosofía e Historia por la Universidad de Cádiz. A lo largo de su carrera ha simultaneado la docencia con la literatura y la investigación histórica. Es académico de número de la Real Academia Hispano Americana de Ciencias, Artes y Letras, ateneísta de mérito del Ateneo Literario, Científico y Artístico de Cádiz, pertenece a la Academia de la Lengua Española de Nueva York y es miembro de la Sociedad Andaluza de Estudios Históricos y Jurídicos. Ha colaborado en medios como los periódicos El País, La Voz de Cádiz y Diario de Cádiz, y las revistas Clío, Andalucía en la Historia, Más Allá, Muy Historia e Historia y Vida, entre otras. Es autor, entre otras, de las novelas Al-Gazal, Tartessos, El papa Luna, La piedra del destino, El sello del algebrista, El lazo púrpura de Jerusalén, La cúpula del mundo (premios de la Crítica y Caja Granada de Novela Histórica), En una tierra libre, El auriga de Hispania, Comanche, Oleum, el aceite de los dioses, Teodora, la crisálida de Bizancio y La rosa de California.
El libro:
El jardín de las vestales ha sido publicado por la Editorial HarperCollinsIbérica en su Colección Novela Histórica. Encuadernado en tapa dura con sobrecubierta, tiene 448 páginas.
Como complemento pongo un vídeo en el que Jesús Maeso de la Torre nos habla de su novela El jardín de las vestales.
Para saber más:
Jesús Maeso de la Torre en Wikipedia.