Es curioso pero Super Mario 64 sigue siendo a día de hoy un ejemplo a seguir en muchos de sus apartados. La obra de Nintendo es sin lugar a dudas uno de esos juegos que en el 2200 se estudiará en el colegio. Imitado hasta la saciedad sin éxito parece mentira que incluso la propia Nintendo parece haber olvidado una de las cosas que hacía mas grande al juego, y no es otra que el jardín del castillo de nuestra queridísima princesa Peach.
¿Que tiene de especial ese jardín? ¿si no había nada que hacer en el no? Pues en un principio no había nada que hacer, solo era un sitio en el que pegar saltos sin ningún objetivo concreto, y eso, precisamente eso, es lo que le hace tan grande. Pensemos un poco, pensemos en cualquier juego de esta generación, o en casi cualquiera. Prácticamente todos los títulos tienen de inicio una misión tutorial guiada en el que se nos explica como jugar, como jugar a un juego que ya sabemos como se juega perfectamente por que casi todos los títulos que comparten género de este último lustro se controlan EXACTAMENTE igual. Aún así tenemos que lidiar con esa misión de mierda en la que se nos explica que si te pones detrás de una piedra te cubres, que presionando un gatillo se apunta, que presionando el otro se dispara, que pulsando determinado botón esquivas...
Sigamos pensando, cuando salio Super Mario 64 jamás habíamos jugado a nada ni medio parecido. Ningún otro juego te ofrecía ni la libertad de acción ni la inmensa cantidad de movimientos que podía realizar el bueno de Mario. Por si fuera poco esta obra cumbre de la historia de los videojuegos usaba una buena cantidad de botones, incluido uno tan "extraño" como el "Z" del pad de Nintendo 64, y una palanca de control totalmente novedosa para un juego de plataformas. Si un juego tan "complicado" y novedoso como este hubiera salido a día de hoy sería un no parar de indicaciones de pantalla y una misión tutorial de hora y media de duración... pero en su día no fue así. En su día se optó por soltar al jugador en un bonito jardín sin ninguna indicación aparente (no recuerdo ahora si en los cartelitos, que podías leer o no, te daban alguna información) y dejarle experimentar y trastear.
Y exactamente eso es lo que hacías, ponerte a correr y a dar saltos como si no tuvieras nada que hacer en la vida. Nadie te tenía que decir que Mario era capaz de dar un triple salto, descubrías por ti mismo que era capaz de enlazar dos saltos seguidos por casualidad y entonces probabas a ver si podía dar un tercero. Nadie te decía que Mario era capaz de trepar, pegabas un salto y cuando te pensabas que el bueno del fontanero se iba a estampar contra ese árbol... ¡resulta que se enganchaba! y es mas ¡podía subir hasta la copa! y es mas ¡podía ponerse a hacer el pino en ella! y... redoble de tambores... ¡en cierto árbol al hacer el pino conseguías una vida! Todo eso lo descubrías por ti mismo simplemente por que te dejaban hacerlo, te dejaban hacerte dueño de Mario en un entorno amable y perfecto para trastear con el como un campeón.
También descubrías por ti mismo que Mario se ahogaba por primera vez en el agua, te intrigabas con aquel cañón cerrado, aprendías a usar la cámara Lakitu... Todo esto tenía un resultado evidente, antes de entrar si quiera a la primera pantalla ya tenías TOTAL control sobre Mario. Sin necesidad de misiones aburridas metidas con calzador, ni de molestos indicadores en pantalla, ni de ninguna otra payasada... Habías aprendido a usar prácticamente a la perfección a tu personaje y, al loro, te habías divertido haciéndolo. Está claro que no entras al castillo dominando a muerte al personaje, pero si con la suficiente experiencia como para no desesperarte por culpa de todos los nuevos conceptos en el control que este juego tenía. Mientras que en la mayoría de los tutoriales a los que estamos acostumbrados últimamente somos plenamente conscientes de que estamos en eso, en un tutorial, en Mario 64 jamás teníamos esa sensación, simplemente aprendíamos jugando.
Nunca estaremos suficientemente agradecidos a Nintendo por Mario 64 y nunca estaremos suficientemente agradecidos al responsable de incluir el jardín. No se si fue Miyamoto o algún otro miembro de su equipo, pero gracias a ese pequeño "patio de recreo" el que en un principio sería un cambio traumático en la saga y complicado de explicar se convirtió en un paso totalmente natural. Yo creo que la mayoría no somos conscientes de lo inteligente que fué incluir ese jardín, ni de que Mario 64 hubiera sido percibido de manera totalmente distinta sin el. No estoy seguro por que no hemos vuelto a ver algo parecido ni siquiera en los Marios posteriores, quizás es que esa pequeña genialidad es realmente mucho mas difícil de implementar en un videojuego de lo que parece. En cualquier caso el jardín de Peach's Castle es, sin lugar a dudas, el medio mas natural posible para aprender a jugar a un videojuego.
@FastETC