En uno de los momentos de mi vida, donde la ilusión desbordaba para conseguir mis metas y objetivos, decidí intentar ser Entrenador de Futbol. Como jugador no había destacado, más bien había errado en muchísimas ocasiones, pero quería demostrar que dirigiendo equipos podría llegar "lejos".
Para ello me saque el título de Entrenador Titulado en la Federación de Futbol de Madrid, sacándome los niveles I y II, siendo el nivel III el titulo para entrenar en Primera División, mi sueño. Durante el año entre el primer y segundo título entrene un equipo amateur de la última división federada madrileña, Tercera Regional, y los resultados no fueron muy buenos. Muchos de mis jugadores se habían batido el cobre por los campos de diferentes equipos, llegando incluso alguno a jugar en una categoría semiprofesional, como es la Segunda B española. Mis métodos y mi forma de acercarme a ellos les parecían "curiosos". Como anécdota decir que antes que el famoso ex entrenador del Barcelona Van Gaal, yo ya llevaba una libreta en mis partidos para anotar las correcciones y comentarios en el descanso. Me conocían como "el de la libreta", pero creo que fui un adelantado a mi época.
¿Qué porque cuento esta historia?. Leo, sin dejar de entristecerme, como los componentes de un conocido equipo de futbol de la capital de España, ponen apodo despectivo y no respetan a su entrenador por no haber sido un jugador de elite.
Estos "privilegiados" socialmente no respetan a su jefe, porque saben que si no les gusta pronto lo cambiaran por otro que "sea de su conveniencia". El dicho entrenador ha ganado títulos en tres países diferentes y se ha ganado el respecto de muchos jugadores de futbol a nivel mundial, pero estos "chicos" han decidido que para ellos no tiene su respeto al no haber pasado por una circunstancia de haber sido un futbolista reconocido. ¿Puede pasar esto en el mundo de la empresa?.
Sin lugar a dudas SI, no suele puede pasar sino que PASA. Ese jefe que viene de una compañía de "otro sector", o de una "compañía más pequeña" o que viene con unos métodos "diferentes" y que no nos gustan, puede provocar el rechazo de sus "jugadores", con los que tiene que sacar los resultados adelante. Pronto surgen las dudas, y son los "cabecillas" los primeros en mostrarlas públicamente para así socavar la autoridad del nuevo jefe y poder cuestionarle, dejando una mancha de duda sobre su capacidad en el resto de compañeros.
Cuando alguien no es considerado como "uno de los nuestros" se puede dar la circunstancia de "este está contra nosotros y ha venido aquí a fastidiarnos". La resistencia al cambio ejerce su fuerte poder de atracción entre la masa, y pronto el grupo puede llegar a alinearse en contra del nuevo responsable. En estos casos el Jefe tiene la potestas, es decir el poder reconocido por la institución que se lo ha dado, en este caso el jefe superior o manager, pero no tiene la auctoritas que consiste en la capacidad moral para emitir una opinión cualificada sobre una decisión (Fuente Wikipedia). Cuando somos jefes, pero no nos reconocen, podemos perder la autoridad moral para ejercer nuestra potestad sobre nuestro equipo. ¿Esta situación puede revertirse?: Sin ninguna duda PUEDE. Pero necesita un trabajo tanto individual como grupal, que no consiste en la imposición "porque lo digo yo" sino en la seducción, para convertir la potestas en auctoritas mediante el convencimiento, el sentirse uno más y gestionar a las personas con las que compartiremos los logros y éxitos y nos uniremos en los reveses y adversidades.He visto como la humildad, el ejemplo a la hora de arrimar el hombro como uno más, y la gestión individual mediante la comunicación, hacía que se las situaciones se volviesen a un reconocimiento, que con el tiempo pasa a ser una anécdota con algún comentario en momentos relajados como "al principio no te aguantábamos" "pensábamos que eras un......". No es ciencia ficción, lo he visto de cerca.
Ganarse el respeto o tener respeto, este es el dilema al que se enfrentan muchas personas en sus organizaciones frente a sus jefes. La clave esta en ser respetuosos y dar la oportunidad a la persona para ganarse el respeto. Y tú ¿tienes potestas o auctoritas?
Fuente http://www.angellargo.com/el-jefe-no-respetado/