Revista Cultura y Ocio

El Joker y el levantamiento social en Ecuador | Gonzalo Ordóñez

Publicado el 27 diciembre 2019 por Iván Rodrigo Mendizábal @ivrodrigom

Por Gonzalo Ordóñez

(Publicado originalmente en revista digital Plan V, Quito, el 23 de octubre de 2019)

El Joker y el levantamiento social en Ecuador | Gonzalo Ordóñez

Fotograma de la película Joker de Todd Philips.

Gotham City refleja la violencia, la miseria, la inequidad e indefensión real que afecta a la ciudad y que erige al Joker como el rey maldito de la venganza, del dolor y de la ira. La gente que lo libera es anónima; sus rostros cubiertos por máscaras de payaso indican que puede ser cualquier persona que transforma su frustración en ira. Joker luce como el arquetipo de algunos de los más retorcidos villanos de la actualidad: Bolsonaro, Maduro, Ortega, entre otros, que aparecen en el momento justo del hartazgo popular para ofrecer, junto a la salvación, la venganza.

Dos semanas de huelga de los basureros (aliados con la mafia) dejan, por la ciudad, una pestilencia que oculta un olor aún más desagradable: la insensibilidad de la gente pudiente, su incapacidad de reconocer el dolor de una existencia precaria.

Zimbardo, el autor del libro El Efecto Lucifer, señala que no es la manzana podrida la que daña al resto, que es el barril el que pudre a las manzanas. Las duelas del barril, si lo usamos como metáfora de la situación en Ecuador, estarían formadas por un sistema legal y político corrupto: leyes que protegen a los que roban al Estado; jueces sin alma que los dejan libres; políticos que pertenecen a los carteles del narcotráfico; una Asamblea narcisista que solo puede mirar por sus intereses.

Los flejes que rodean las duelas del barril lo conforman las ideologías extremas de izquierda y derecha, también cuentan las iglesias con sus ideas anacrónicas y moralistas; las ideologías económicas y las teorías “críticas” que no se critican a sí mismas.

El efecto de las ideologías es suprimir el pensamiento y movilizar las emociones a favor o en contra de temas sensibles, pero llega un momento en que la contienda ideológica deja de ser suficiente pues el barril está tan corrompido que se desarma y las manzanas se dispersan, algunas podridas o en proceso, otras indemnes.

Las ideologías permiten la manipulación social, mientras la gente se enfrenta por el aborto, por los migrantes, por los medios de comunicación, por el sistema capitalista, por las teorías económicas; las élites no dejan de acumular y concentrar riqueza.

Cuando el barril se desarma, se produce un interregno en el que coinciden dos grupos, la gente común en un estado de indignación neurótica y el crimen organizado que toma el control de las calles, en este momento las ideologías se deshacen, es el caos.

Al igual que en la película, al payaso lo siguen los individuos que el barril pudrió y detrás, las élites que son, por así decirlo, las duelas y los flejes putrefactos pero invisibles. Joker es el líder; que, en la deshumanización del mundo, otorga sentido al mal: el efecto Lucifer, que consiste en la desconexión moral. El Joker puede escudarse en cualquier ideología es poco importante pues en el caos no la necesita, basta con su insaciable deseo de poder.

Cuando las calles se llenan de policías se encuentran con la ira de las personas olvidadas, las manzanas que se niegan a podrirse, y con la ira de los mercenarios del payaso, organizados, certeros, letales. Una situación neurótica donde el mal y el bien se mezclan.

La neurosis se produce de la misma forma en un individuo que en una sociedad, cuando el discurso no coincide con los hechos, como cuando un sacerdote habla a un niño del amor de Dios mientras, al mismo tiempo, quebranta su inocencia.  Tendemos a creer en la autoridad; que dice la verdad, que cumple lo que ofrece, mas aún si es un líder carismático. Muchas personas se negaron a creer que El Führer fuera un asesino, incluso luego de ver las cámaras de gas, algo similar ocurre ahora con aquellos que no llegan a aceptar el mal frente a sus narices, es más fácil negarlo que verse reflejado en la oscuridad.

La izquierda disminuye el rol de los carteles políticos asociados a la inestabilidad regional, cuyo discurso es similar; la derecha minimiza a los líderes indígenas y la extensión de la exclusión social.

Subestimar el peso de las condiciones sociales, el barril de Zimbardo, que condujeron a un levantamiento generalizado es igual de equivocado y peligroso que minimizar el rol de mercenarios organizados por la alianza entre políticos, narcotráfico e ideología Bolivariana. Los dos procesos en este momento gravitan por igual: el hartazgo, la desigualdad, la corrupción y el Joker ecuatoriano con su violento circo de payasos.

Necesitamos un barril democrático que tenga saludables a las manzanas.


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