Revista Cultura y Ocio

EL JUEGO DE GERALD (Mike Flanagan, 2017)

Publicado el 23 octubre 2017 por Dentro Del Monolito @dentromonolito
EL JUEGO DE GERALD (Mike Flanagan, 2017)Es innegable que el nombre de Stephen King está viviendo un gran revival en la actualidad. Más allá de la continua aparición de nuevas novelas del escritor, los aficionados al audiovisual hemos visto su nombre asociado con unas cuantas producciones en este 2017. La niebla, Mr. Mercedes en TV, y La Torre oscura o IT en pantalla grande, corroboran que King está más de moda que nunca. Ahora, gracias a Netflix, nos llega una nueva adaptación de uno de sus relatos, El juego de Gerald, que además viene firmado por uno de los cineastas más interesantes de los últimos años en cuanto a cine de género, Mike Flanagan.
Mi conocimiento del relato en el que se basa la película viene por parte de una anécdota que siempre cuenta mi mujer. Resulta que ella intentó leer «El juego de Gerald» hace muchos años pero nunca fue capaz de terminarlo ante lo gráfico de algunas escenas. Esto le provocaba tal empatía con la protagonista que llegaba a sentir físicamente algunos de los padecimientos que King describe y tuvo que dejar su lectura. Por ello mismo, siempre tuve mucha curiosidad por este relato, y ante el anuncio de Netflix de su disponibilidad hace unos días no dudé en visionar la película. La premisa es bastante llamativa, y nos presenta a un matrimonio que acude a una casa de campo para poner algo de pasión en su relación. En mitad de un juego sexual, el marido sufre un infarto dejando a su mujer esposada a la cama sin posibilidades de liberarse por sí misma. 
Estamos por tanto ante una de esas películas que de desarrollan en su mayor parte en un único escenario. La manera que tiene Flanagan de no caer en el tedio es la utilización de dos recursos, para mí bastante acertados. El primero es un particular viaje al interior de la mente de la protagonista, durante el que seremos testigos de sus pensamientos, corporeizados en las visiones de ella misma liberada y de su marido vivo. Por momentos, es casi una moderna representación de los clásicos ángel y diablo que actuaban como conciencia de los personajes de dibujos animados. El segundo recurso es una serie de flashbacks al pasado de la protagonista, que enlazan directamente con otra obra de King: Eclipse Total (también conocida como Dolores Claiborne). Ambos recursos sirven para realizar una original y completísima construcción del personaje, en unas decisiones narrativas que demuestran la destreza de Mike Flanagan para manejar obras ajenas.
Gracias a esto, la trama no se resiente ni en interés ni en ritmo, y durante la hora y tres cuartos que dura la película estaremos atentos y expectantes ante su resolución. La ambigüedad respecto a cierto elemento sobrenatural también es otro de los puntos de interés, logrando un par de momentos que nos causarán escalofríos genuinos. Aunque no es una película truculenta, hay que avisar de un momento especialmente explícito que resulta impactante y que hará apartar la mirada a mucha gente. Yo, que ya estoy curtido en producciones con abundancia de gore, me vi algo incomodado por esta escena. Nuevamente, le otorgo el mérito al señor Flanagan por lograr una gran inmersión en la historia hasta el punto de afectar en ese sentido. 
«El juego de Gerald» se sustenta en la interpretación de Carla Gugino, actriz poco reconocida y que aquí está perfecta una vez más, poniendo toda la carne en el asador y demostrando que es capaz de llevar a cuestas toda una producción sin inmutarse. Bruce Greenwood también hace un buen papel, con algún speech imponente. También me gustaron mucho los actores que aparecen en el flashback, la joven Chiara Aurelia y Henry Thomas (sí, el niño de E.T.). Ojo a la impactante aparición de Carel Struycken, actor de peculiar físico que alcanzó cierta popularidad con la mítica serie Twin Peaks.
Debates aparte sobre el auge del cine bajo demanda, lo cierto es que «El juego de Gerald» demuestra la apabullante vigencia del imaginario de Stephen King (ojo a los homenajes velados que se hacen a otras de sus obras como Christine o Misery), al tiempo que confirma ya sin género de dudas que Mike Flanagan es un artesano del terror, capaz de revitalizar franquicias anodinas como Ouija, dar originales visiones sobre el home invasion como Hush, o ahondar en el aspecto más psicológico del horror como hizo en Absentia y Oculus: el espejo del mal

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