Revista Comunicación

El juego (de Tronos) no ha hecho más que empezar

Publicado el 15 julio 2011 por Watanabe

El juego (de tronos) no ha hecho más que empezar.Juego de Tronos ha sido una de las series que más rápido se me han pasado (volando no, lo siguiente). Parece que fue ayer cuando me atreví a opinar sobre su piloto (ya han pasado casi tres meses), y ya tengo que ponerme las pilas para echarle un buen vistazo a lo que nos ha dejado su primera temporada. Diez episodios puede que den para poco o para mucho (según se mire) pero lo que está claro es que no nos han dejado indiferentes a casi ninguno de nosotros, ávidos telespectadores, hayamos leído los libros o no. Cuando una serie llega con tanto hype, es muy fácil perderse entre tanta promoción y expectativas (como en un laberinto de luces de neón), olvidándose por completo de juzgar tan sólo la esencia de la serie, sin interferencias ni prejuicios, como si se hubiera vivido la temporada con unos ojos limpios y alejados de tanto ruido. El hype de Juego de Tronos ha sido mastodóntico, y como tal, uno no ha podido evitar el subidón de salida, e inevitablemente el bajón consiguiente, quedándose algo frio con el devenir de los primeros episodios, quizá lastrados un poco por ser excesivamente corales y descriptivos para una serie de televisión de estas características. Pero pasemos mejor al interior de mi castillo, y diseccionemos con mi espada la primera temporada de Juego de Tronos tal y como se merece…

El juego (de tronos) no ha hecho más que empezar.

"Un pequeño gran actor
para un grandísimo personaje"

Si de algo he tenido la sensación, es que esta primera temporada ha estado (inteligentemente) dividida en dos partes, que por otro lado nos ha dejado un crescendo constante con traca final de regalo. En la primera mitad (los primeros cinco episodios, más o menos), los guionistas se han dedicado a contarnos de que va esto de Juego de Tronos (que no es poco), y a desplegar las fichas en el tablero (por cierto, impresionante y muy útil intro la que se han marcado los de HBO), poniéndolas cada una en su sitio, y escondiendo en ellas múltiples y reveladores secretos que nos han ido explotando en la cara cuando menos lo esperamos. Quizá los que hayáis leído los libros tuvierais la paciencia necesaria para acometer este tipo de episodios tan descriptivos e informativos, pero los que no lo hemos hecho (como es mi caso) hemos echado de menos, en algunas ocasiones, algo más de fuelle que nos hubiera venido de perlas para avivar un poco nuestro entusiasmo, algo alicaído tras un inicio tan prometedor.

El juego (de tronos) no ha hecho más que empezar.

"Arya es mi personaje favorito.
 La pequeña actriz es la revelación de la serie"


Echando la vista atrás, creo necesaria toda esa parafernalia argumental, base indispensable para sostener todo lo que vendrá después, pero también entiendo que en televisión el ritmo interno de una historia no es equiparable al de una novela, y por ello creo firmemente que, a esos episodios, le hubieran ido mejor un poco más de síntesis en pos de una armonía televisiva más acorde con el medio en que se encuentra. En cualquier caso no me quejo demasiado, pues en ningún momento me aburrí o me pareció que la historia hiciera aguas, pues todo es tan condenadamente hermoso (casi apabullante), y los actores, lugares y diálogos están tan bien escogidos, que es imposible apartar la vista, ni la atención, un momento de la pantalla, absorto por el magnetismo de las imágenes y sonidos provenientes de la serie. 

El juego (de tronos) no ha hecho más que empezar.

"Una gran actriz lleva a las mil maravillas
la estupenda evolución de su personaje"


En la segunda parte de la temporada, hacia el episodio sexto, las piezas empiezan a encajar como magnetizadas, los engaños a precipitarse uno tras otro como salidos de una chistera, y la sangre a fluir a borbotones y a mancharnos la imaginación con su fascinante realismo muchas veces solo sugerido. Sencillamente genial la elipsis de la batalla donde uno de los personajes principales es apresado (cuando el presupuesto no da más de sí, aparece el talento de los responsables). Aunque a partir de ahí la serie se agigante con cada escena, no es sino tras el séptimo capítulo donde Juego de Tronos mete la directa, y se precipita hacia ese lugar al que todos estábamos esperando que llegara. La recta final es de una belleza visual tan apabullante, y la intensidad y la épica de los acontecimientos de una narrativa tan adictiva, que uno no puede más que rendirse ante lo evidente, y manifestar todo su entusiasmo en silencio o directamente levantarse y ponerse a aplaudir. Es ahí donde la serie nos deja en la retina varios de las mejores momentos que se han visto en televisión en muchos años, y regalarnos de paso una escena final de proporciones bíblicas, donde por fin descubrimos ansiosos y fascinados, que todo lo que habíamos visto hasta ahora no era más que el principio de una gran historia que está por venir. Porque señoras y señores, si de algo estoy seguro ahora, es que el juego (de tronos) no ha hecho más que empezar. Esperaremos su vuelta alertas y confiados, con las espadas desenvainadas, y las expectativas por todo lo alto.


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