Tras recibir un anónimo, la periodista Miren Triggs decide investigar una desaparición sucedida años atrás y la posible relación con un crimen recién cometido.
El juego del alma es la segunda novela protagonizada por Miren Triggs (la primera es La chica de nieve), acompañada de nuevo por Jim Schomoer y Ben Miller, aunque, y es una de las pocas cosas positivas de la obra, se puede leer de forma independiente, sin que se desvele lo ocurrido en la anterior ni depender de esta para la comprensión de lo que sucede.
Resaltar también que, si bien hay muchas similitudes entre ambas obras, desde los distintos puntos de vista a los saltos temporales, o una cuenta atrás que, en esta ocasión, comienza unos días antes de lo que se cuenta en el primer capítulo, la estructura varía y mejora la anterior, donde se sabía demasiado pronto lo que le había sucedido a la niña desaparecida, algo que en El juego del alma empieza a resolverse en el último tercio de la novela.
Las "reflexiones" sobre periodismo y las referidas a la experiencia traumática del pasado de la protagonista, son parecidas a las de la novela anterior, si bien, afortunadamente, son más breves. Se agradece cierta evolución en la trama personal, lo que produce una positiva sensación de continuidad entre ambas obras.
En el aspecto más "técnico" se notan mucho algunas carencias, entre ellas la dificultad de narrar en primera persona con credibilidad: la historia empieza con la protagonista, perseguida por alguien, y contando detalles tan irrelevantes como inconcebibles para la situación en que se encuentra. Afortunadamente, la historia tiene otros puntos de vista, estos en tercera persona, que mejoran (muy ligeramente) la experiencia lectora.
Que prácticamente todos los personajes, tanto los que tienen punto de vista como los secundarios con los que se relacionan, "hablen" con abundancia de puntos suspensivos, cuya utilidad y pertinencia no parecen adecuarse al relato, puede resultar exasperante y dificultar la comprensión de quién tiene la palabra.
Otros detalles que dificultan la lectura son las continuas contradicciones de los personajes, que dicen algo en una frase y lo contrario en la siguiente, o escenas en las que se muestran incapaces de entender lo obvio y preguntan sobre cosas que ya se ha aclarado. Sobre la estrategia de marketing de Martha Wiley, la editora de Miren, para publicitar la novela que se presenta en el epílogo (acaba igual que La chica de nieve) solo cabe destacar lo absurdo del planteamiento.
Solo el desenlace de la novela, menos de la cuarta parte, tiene cierto interés, pese a no ser original, estar muy mal escrita (hay pasajes que ni siquiera parecen un borrador sin revisar) y mantener las reacciones absurdas de unos personajes que, demasiadas veces, parecen carentes de inteligencia y de comprensión de lo que les cuentan y experimentan.
En resumen, El juego del alma hubiera podido resultar mucho más entretenida y, sobre todo legible, aun siendo bastante convencional, si hubiera estado correctamente redactada.
***T***
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