Revista Libros
"El juego del apocalipsis. Un viaje a Patmos", de Jorge Volpi
Publicado el 23 abril 2012 por BarcoborrachoEd. Debolsillo, 2001
Un empresario mexicano gana un sorteo para pasar el año nuevo del 2000 en la isla de Patmos, donde siglos antes Juan el Evangelista (apodado por ellos Juan de Patmos) escribió el Apocalipsis. Se lleva consigo a su novia, una crítica literaria que quiere casarse con él, pues ya superan la treintena y llevan tiempo juntos. Encuentran la isla en pleno invierno, con poca gente; se aburren, recorren rápido su extensión, los bares aún abiertos, luego van al hotel y hacen el amor. En uno de sus paseos conocen a un veterano inglés que los invita a cenar a su casa; la pareja asiste a la cena. Allí conocen a otro inglés, una pareja griega, otra pareja coreana, y a la esposa del que los invitó, que es de un país centroeuropeo. El anfitrión inaugura un juego (del apocalipsis), en el que los asistentes cumplen por las noches algunas consignas: contar el peor día de su vida, imaginar su muerte, esas cosas, mientras el otro inglés, un profesor de Cambrigde, les cuenta pasajes del evangelio de Juan de Patmos: finalmente les habla del anticristo, que está en cada uno, es la parte mala de cada uno, el mal absoluto con el que convivimos todos, etc. La crítica literaria se aburre, el empresario mexicano se prende al juego; por mientras el anfitrión inglés trama una enredada conspiración -en la que colaboran todos- para hacer que la pareja mexicana se separe y lo logra. El objetivo del juego y el haber invitado a la pareja mexicana a los juegos del apocalipsis, fruto de una apuesta del anfitrión con la pareja de griegos, es que el empresario mexicano encuentre en él al anticristo y mate (o al menos desee) a la crítica literaria. Pero este objetivo se consigue solo en parte, pues en el ínterin el anfitrión inglés muere, cae por la borda de un barco la noche de año nuevo. Los mexicanos vuelven a México, separados, y el empresario mexicano -dicho sea de paso, él es el narrador- le escribe largas cartas de amor a la crítica literaria para que vuelvan, quién sabe con qué resultado, pues la novela termina allí. Ahora me di cuenta de que les conté todo, el final incluido. En fin, es una mierda de libro. Recuerda a Katherin Neville, o al menos a ese tipo de betseller que escribe ella, mezcla de aventura amorosa y misterio religioso, todo muy cursi -Volpi es menos cursi y por lo mismo menos interesante.